Huber Matos Araluce/ Cubanálisis-El Think-Tank
Nadie puede negarle a la jerarquía católica cubana su derecho a participar en una actividad humanitaria como es la conducente a la liberación de presos políticos. Es parte de su obligación cristiana tratar de proteger a quienes se encuentren en desgracia.
Tampoco nadie –persona u organización- cuya conducta tenga consecuencias políticas, está exento del debate y de la crítica que originen sus acciones. La transparencia y la rendición de cuentas son los antídotos indispensables de quienes, por la razón que sea, incursionan en el terreno político.
La oposición democrática cubana prefiere una solución sin violencia en Cuba. Lo ha expresado públicamente en múltiples ocasiones, apelando al gobierno para sentarse a negociarla.
Sin dudas, la solución de los conflictos por la vía de las negociaciones es la forma ideal y civilizada de resolver las diferencias. Cuando se trata de cuestiones de interés público, las negociaciones no deben llevarse a cabo en secreto.
La conciliación exige disposición de las partes a ceder. Las dictaduras no se caracterizan por esa flexibilidad a la hora de tratar con sus opositores. El totalitarismo es por naturaleza excluyente.
Ve en sus contrarios a enemigos que tienen que ser aniquilados. Cuando los regímenes totalitarios negocian nunca renuncian a la destrucción del contrincante, simplemente ganan tiempo.
Quien asegure que el diálogo con una dictadura totalitaria es lo único que produce resultados positivos está proponiendo un nuevo paradigma en las ciencias políticas. Tiene que razonarlo y demostrarlo o está practicando la demagogia.
Según la revista Espacio Laical, la negociación entre la jerarquía católica en Cuba y el régimen fue el producto de la “moderación y… disposición al diálogo”. Su editorial rechaza la idea de que las presiones externas e internas jugaran un papel importante en determinar la liberación de los presos políticos.
El enfoque de Espacio Laical coincide con el del canciller del gobierno español Miguel Ángel Moratinos quien dice que solo “a través del diálogo se consiguen cosas, no a través del aislamiento, la confrontación y la elevación de la tensión”.
Esta posición representa una crítica a la Posición Común de la Unión Europea. La UE condiciona el mejoramiento de las relaciones con el gobierno castrista a su progreso en el respeto de los derechos humanos en Cuba. La UE ha llegado a la conclusión de que el diálogo con el castrismo no conduce a nada, exige hechos.
El argumento es igualmente contrario a la política del embargo comercial de los Estados Unidos. Washington exige que el gobierno en la isla dé pasos a una transición democrática como condición a las relaciones diplomáticas y a vínculos comerciales normales, hoy limitados a la venta de alimentos y medicinas.
Ni en el caso de la jerarquía católica, ni en el caso del gobierno español, hay precedentes en estos pasados cincuenta años que demuestren logros significativos de respeto de los derechos humanos en Cuba por medio del diálogo.
Las buenas relaciones entre España y la dictadura se remontan a los tiempos del dictador Franco. Por más de medio siglo en Cuba se han violado sistemáticamente los derechos humanos, y España solo puede alegar a favor de su tesis que en algún momento ha logrado la libertad de algunos presos políticos.
Tampoco la jerarquía católica de Cuba tiene un caudal de logros en este sentido. El hecho de que se hayan liberado un grupo de presos políticos, de lo cual todos estamos muy satisfechos, no es prueba de que el régimen haya modificado su naturaleza represiva.
No responsabilizamos al gobierno español ni a la jerarquía católica de Cuba de la falta de logros en su trato con el castrismo, aunque creemos que otra política pudo haber dado mejores resultados.
Lo que afirmamos es que el gobierno español no tiene argumento válido, porque no tienes pruebas, para plantear que el dialogo es la vía para tratar al régimen castrista. Ni la revista Espacio Laical puede argumentar que la liberación de los presos políticos se debió a la “moderación y… disposición al diálogo” de la dictadura, porque tampoco las tiene.
Lo que es indiscutible es que la sociedad cubana se ha salido de la camisa de fuerza donde el régimen quiso forzarla por cinco décadas. Esto es el resultado de un largo y traumático proceso que, sumado a una crisis económica sin precedentes, tiene a la dictadura en graves aprietos.
En estas circunstancias extraordinarias la tesis de que el régimen recurrió a la jerarquía católica para negociar la liberación de los presos políticos es poco creíble.
Si el tema era liberar los presos, no había nada o mucho que negociar. O se soltaban o no. A menos que hubiera una agenda escondida.
Si se hubiera tratado simplemente de liberar los presos, lo lógico habría sido que el gobierno hubiera llamado a conversar a la Damas de Blanco, organización no política que lleva años luchando pacíficamente por la libertad de sus familiares en prisión.
Esto hubiera sido interpretado por el pueblo y el mundo como un verdadero acercamiento del régimen a la oposición, también como una victoria para las Damas de Blanco.
Pero el castrismo no tiene ningún interés de hacerle creer al pueblo de que las cosas van a cambiar por vía del diálogo. Insisten, con hechos y palabras, en que las ordenes seguirán impartiéndose desde arriba y quienes no las respeten serán objetos de represión.
¿Por qué hacer partícipe a la Iglesia?
La liberación de los presos políticos no era ni es una cuestión muy complicada. Habría que determinar cuántos presos se iban a liberar, cuándo se iba a liberar y cuál sería su destino.
¿Se daría libertad al grupo de enfermos que reclamaba Guillermo Fariñas desde su huelga de hambre, o a todos los 52 presos del grupo de los 75 que estaban en prisión desde el 2003?
La posición de las Damas de Blanco era conocida públicamente: exigían la liberación de todos los presos. ¿Por qué no permitir que participen directamente?
La clave está en que la dictadura, una vez decidida a liberar a los presos, quiso sacarle el mayor provecho a esa liberación. Le pareció que la participación de la jerarquía católica era la conveniente.
¿Qué le podía dar la jerarquía al castrismo por la presunta libertad de los presos políticos?
1) La jerarquía representa un interlocutor nacional que no son las Damas de Blanco, es decir, las desplazaba de las conversaciones. También quitaría del centro de la escena al gobierno español
2) La jerarquía católica cubana también forma parte de una poderosa organización mundial. Podría incluso servirle de mensajera, interlocutora, representante a la dictadura donde ésta ya no es eficiente, por ejemplo en Estados Unidos.
En este contexto cabe mencionar un hecho revelador. El gobierno español es desplazado de las presuntas negociaciones para liberar a los presos políticos, a pesar de que habían venido insistiendo en su liberación mucho antes de que la jerarquía católica entrara en escena.
El día 3 de marzo el Ministro de Relaciones Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos, había declarado desde Bakú, capital de Azerbaiyán, que su gobierno:
“…va a mantener su "estrategia de diálogo" como modo de conseguir “la liberación de los presos políticos y el respeto de los derechos humanos en el país caribeño”
Pero las cosas cambian, y dos meses después, en mayo, Ann Legard de AFP informa que Moratinos ha declarado que: el diálogo que España y la Iglesia cubana mantienen con el régimen castrista es la vía para que se puedan “conseguir cosas”, al referirse a los presos políticos en la isla.
Es probable que el régimen castrista decidiera que discutir con el gobierno español la liberación de los presos políticos no era lo más útil. A fin de cuentas los socialistas españoles se vieron precisados a condenar la muerte de Orlando Zapata.
El PSOE, sujeto a presiones políticas en España y a la salvaguarda de los poderosos intereses turísticos españoles en Cuba, podía en el futuro llegar a la conclusión de que, en lugar de seguir respaldando al castrismo incondicionalmente, tendría que ir acercándose a la oposición.
Además, el gobierno español había demostrado su ineficiencia para cabildear a favor del régimen castrista en la Unión Europea, y estaría mucho más limitado para hacerlo en los Estados Unidos.
Por estas consideraciones y para que el papel de la jerarquía católica fuera el que se destacara, España tendría que hacerse a un lado.
El hecho es que en medio de un papel “humanitario” en Cuba, el Cardenal Ortega viajó a Washington en varias ocasiones. En la capital norteamericana sostuvo entrevistas en los más altos niveles del gobierno estadounidense.
¿Que se discutió, que se negoció, que pasó? Nadie lo sabe. Todo fue envuelto en secreto.
La jerarquía católica no puede involucrarse en este tipo de actividades sin convertirse en un actor político. La falta de información se presta a que sus actividades puedan ser interpretadas por otros como parte de una maniobra política.
El asunto se complica porque tiene su precedente.
La jerarquía católica cubana se ha pronunciado sistemáticamente contra el embargo estadounidense. Esto es asumir una posición política que ha favorecido al castrismo y está en contra de un sector importante de la oposición democrática que apoya el embargo y exige que su levantamiento este condicionado al respeto de los derechos humanos en Cuba.
La dictadura ha alegado que las penurias que vive el pueblo cubano han sido infligidas por un embargo al que demagógicamente llaman bloqueo.
Esa afirmación es incorrecta. El embargo estadounidense es un embargo a medias. El gobierno cubano compra en los Estados Unidos medicinas y el 85% del los alimentos que consume el pueblo cubano.
Además de ser la razón verdadera del fracaso económico, ese control político de la economía es el responsable de incontables condenas a prisión y de las desgracias familiares de miles de cubanos que, tratando de sobrevivir, han comerciado en el mercado informal.
Nadie podría atacar a la jerarquía católica cubana por su oposición al embargo si ésta hubiera criticado con igual frecuencia al régimen por el control político de la economía, que ha sido el verdadero causante del desastre económico en Cuba.
En conclusión, el gobierno español y la revista Espacio Laical defienden una posición que no pueden sostener, porque los regímenes totalitarios han demostrado que cuando negocian lo hacen por necesidad y de mala fe.
No es justificable atribuirle “moderación y…disposición al diálogo” al régimen castrista por una circunstancia coyuntural en que ha utilizado a la jerarquía de la Iglesia Católica para desconocer un actor legítimamente moderado y con disposición al dialogo como las Damas de Blanco, y de paso desconocer la presión nacional e internacional a favor de la liberación de los presos políticos.
Que la jerarquía católica se haya dejado usar en estas circunstancias no es objeto de recriminación, siempre y cuando su función se haya limitado a ser el conducto utilizado por el régimen para liberar los presos políticos, o incluso que haya aconsejado al régimen tomar ciertas medidas que aliviaran la situación de los presos y sus familiares.
La jerarquía católica cubana tiene el derecho y la obligación de defender a un pueblo que ha sido víctima de un régimen brutal por más de medio siglo. Eso la convierte en un actor político, como lo fue la iglesia católica polaca en la lucha contra el comunismo. Como actor político de oposición la jerarquía católica no puede sustraerse a reglas del juego como son la transparencia y la coherencia en sus posiciones públicas.
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