viernes, junio 11, 2010

Colgados de la sotana/ Eugenio Yáñez


Colgados de la sotana
Eugenio Yáñez/ Cubanálisis-El Think-Tank

Colgados de la sotana han quedado muchos, en un vertiginoso proceso que en menos de dos semanas movió todas las percepciones desde la estelar ascensión a las noticias del Cardenal de Cuba y Arzobispo de La Habana, Jaime Lucas Ortega y Alamino, tras años y años de vergonzoso silencio eclesiástico frente al régimen, a la situación actual, donde todos esperan, pero no se sabe exactamente qué.

El 19 de Mayo de este año, en un acontecimiento inédito el general-presidente Raúl Castro recibió en el palacio de gobierno, acompañado de la lóbrega señora Caridad Diego, a cargo de las relaciones con las instituciones religiosas en el Comité Central del partido, al Cardenal-Arzobispo de La Habana y al Arzobispo de Santiago de Cuba y Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, Dionisio García.

Al día siguiente el mundo contempló con sorpresa la foto oficial del periódico “Granma”, cargada de sonrisas, y leyó la nota que indicaba que

en el encuentro se analizaron diversos temas de interés común, en particular el favorable desarrollo de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado cubano, así como la actual situación nacional e internacional”.

No hay nada de malo en esas sonrisas, que en cierto sentido son parte de las cortesías a las que obliga el protocolo en casos como éste, ni en el hecho de que se haya conversado de “temas de interés común” y el “desarrollo de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado cubano”. Al contrario, estos eventos deberían ser algo muy normal en un país en que se respetaran la libertad de creencias y las instituciones religiosas.

Al día siguiente, Mayo 20, el Cardenal Ortega ofreció una conferencia de prensa que de manera inusual fue reportada en el periódico del Partido Comunista cubano, utilizando, naturalmente, los ribetes propagandísticos favorables al régimen, señalando que el Cardenal consideraba el evento como “distinto y novedoso, en un sentido muy positivo”.

Continuando con la información, “Granma” señaló:

El encuentro marca un periodo nuevo, dijo, en los nexos entre la institución que él dirige y el Estado cubano porque "ha sido un diálogo sobre Cuba, nuestras realidades, el presente y el futuro", declaró el Cardenal, quien además afirmó sentirse satisfecho de sus resultados”.

Por cuestión de instinto, hay que tener claro que “Granma” solamente destaca en positivo lo que conviene al régimen, y en este caso se trataba de mostrar al mundo la imagen de un gobierno de mentalidad abierta, capaz de sentarse con las máximas figuras de la Iglesia cubana para discutir asuntos de interés común, lo que, naturalmente, fue muy bien recibido en todas partes.

O en casi todas, pues no faltaron los menosprecios de los “durísimos” de siempre, deseosos esta vez de romper a martillazos la imagen del Cardenal o unos cuantos rosarios y crucifijos en la Calle Ocho.

Por muchas iniquidades que se le puedan señalar al régimen, que sin dudas lo merece, no es nada sensato considerar que los factores ideológicos los dirigen tontos o personas que actúan sin un sentido muy preciso de lo que se pretende: muchas veces las pretensiones pueden ser absurdas o encaminadas en una dirección equivocada, pero nunca se basan ni en incertidumbres ni en imprecisiones, porque en el plano político-ideológico, en lo que tiene que ver con el afianzamiento y conservación del poder a toda costa, nunca actúan de forma improvisada.

Por eso llamó mucho la atención un párrafo de la nota informativa de la jerarquía eclesiástica, reproducida en “Granma”, al referirse a la próxima visita a Cuba del “canciller” del Vaticano, que decía textualmente:

“La visita de monseñor Dominique Mamberti no está relacionada con las gestiones que en las últimas semanas ha hecho la Iglesia en Cuba ante las autoridades del país a favor de los presos y las Damas de Blanco”. [el subrayado es nuestro].

Por primera vez en el país el órgano oficial del partido comunista se refería a las Damas de Blanco por su nombre y sin colocarle insultos o epítetos despectivos a la mención de estas valientes mujeres que pusieron al régimen en jaque con sus marchas diarias por La Habana hace solamente pocas semanas.

Sin dudas, esta jugada del régimen con la Iglesia Católica pretende claramente ningunear a la oposición democrática cubana, al reconocer a la institución religiosa como un válido interlocutor. Está de más decir que, en esta estrategia, el régimen no considera para nada ningún papel para el exilio cubano.

Aunque no hubiera sido intención eclesiástica, en esta maniobra del régimen la Iglesia serviría para desconocer y restar protagonismo a los opositores y el exilio. La nota de la Archidiócesis de La Habana sobre la conferencia de prensa del Cardenal al día siguiente de la reunión con Raúl Castro enfatizaba que:

“Si bien ha habido desencuentros en el pasado, la reunión del miércoles, dijo luego el Arzobispo, “tiene como valor primero el apoyo a la gestión mediadora de la Iglesia y, al mismo tiempo, el reconocimiento del papel de la Iglesia como interlocutora, lo cual supera los viejos agravios para caminar por nuevas pistas”. [el subrayado es nuestro].

El Cardenal fue cuidadoso en cuanto a mencionar ningún compromiso concreto, y la ya mencionada nota de prensa de la Archidiócesis señalaba:

“… el Cardenal Ortega precisó que este encuentro no puede ser visto desde una óptica de compromisos, sino de conversaciones “que tuvieron un magnífico inicio y que deben continuar”.

“Sobre las Damas de Blanco y los presos de conciencia, indicó, lo conversado no es una gestión concluida a partir de la cual se pueda hacer otro anuncio, sino más bien éste: “estamos tratando el tema”; añadiendo que no se pueden adelantar conclusiones acerca de fechas o actuaciones concretas, aunque enfatizó: “Que el tema se está tratando seriamente, sí lo puedo decir”. [el subrayado es nuestro].

Sin embargo, a partir de aquí se desarrollaron acontecimientos que vendrían a desvirtuar el trasfondo de lo que podría estar sucediendo.

Aún sin estar completamente analizadas las intenciones del régimen en este novedoso evento, resultaba inédita la mención sin insultos a las Damas de Blanco en la prensa oficial, y esto ofreció de inmediato muchísima tela por donde cortar a cuanto sastre informativo, tanto de los medios tradicionales como de los digitales, puebla tanto los medios de difusión escrita y radio-televisiva como el ciberespacio.

Algo interesante en esta avalancha mundial contemporánea de democratización de la información a partir del uso masivo de la internet es, simultáneamente a la ampliación del espectro informativo, la evidente disminución del rigor profesional de muchas de las informaciones que se reproducen, la irresponsable especulación infundada, el evidente desprecio al uso del lenguaje y la gramática, y la festinada elaboración de conclusiones a partir de bases tan endebles y poco serias.

El ciberespacio se llenó de inmediato de “informaciones” surgidas de criterios fantasiosos y sin evidencias. Se desconocieron totalmente los tiempos de los verbos, y se sustituyó la posibilidad por la certeza: lo que debería ser en futuro condicional (liberaría, trasladaría, aprobaría, etc.) se presentó como un presente de indicativo o futuro imperfecto (libera, liberará, traslada, trasladará, aprueba, aprobará, etc.).

Se daba por sentado que lo que tal vez podría suceder ya estaba sucediendo o ya había sucedido, en una muestra olímpica de superficialidad y falta de profesionalismo. Y sobre esto no se puede culpar ni al Cardenal ni a la Iglesia Católica cubana, aunque hay muchas otras cosas que sí merecería señalárseles.

Simultáneamente, y en esto muchos de los corresponsales extranjeros acreditados en La Habana, por no decir todos, y los medios de prensa en el extranjero, deben cargan con la responsabilidad de equiparar indiscriminadamente los conceptos de “Cuba”, “gobierno cubano” y “los cubanos” como si fueran una misma cosa, de la misma manera que lo hace el régimen.

Es comprensible que un corresponsal extranjero en La Habana no pueda referirse a “dictadura cubana”, “régimen cubano” o “gobierno totalitario” a la hora de mencionar el poder de la gerontocracia cubana, pues sería expulsado inmediatamente por algo mucho menos que eso, pero de ahí a considerar como sinónimos nación, gobierno y pueblo, hay mucho trecho, y este desliz es imperdonable.

Véanse algunos de los titulares en la prensa en español, escrita o digital, que atiborraron las “informaciones” en todo el mundo tras la conferencia de prensa:

  • Raúl Castro negocia con la Iglesia una salida para los presos
  • Raúl Castro negocia con la Iglesia la excarcelación de los presos
  • Iglesia y disidentes esperan traslado de presos en Cuba
  • El gobierno cubano hospitalizará a presos opositores, aseguran
  • Cuba comenzará hoy traslado de presos políticos
  • Cuba trasladará presos políticos tras mediación de Iglesia Católica
  • Presos políticos cubanos serán trasladados a partir de hoy a cárceles cerca de sus familias y algunos enfermos a hospitales
  • Cuba aprueba reubicar a los disidentes presos y atención médica a
  • ¿Pasa algo en Cuba?
  • Castro abre la mano con los presos políticos tras mediar la Iglesia
  • El precio de la negociación entre el clero y el régimen
  • Cuba inicia los pasos prometidos a la Iglesia
  • Iglesia avanza en negociación con gobierno cubano sobre presos
  • Presos políticos cubanos serán trasladados a partir del lunes a cárceles cerca de sus familias y los enfermos a hospitales
  • Cuba autoriza traslado de presos y atención a enfermos
  • Anuncian el traslado de presos cubanos
  • Raúl Castro negocia con la Iglesia una salida para los presos
  • Soplan buenos vientos para la disidencia cubana

Según todos estos titulares, “Cuba” es lo mismo que el régimen, o que Raúl Castro. Y lo posible se da por seguro o hecho consumado: “Hospitalizará”, “trasladará”, “abre la mano”, “serán trasladados”, “comenzará”, “aprueba”, “inicia”, “autoriza”.

¡Menudo “periodismo” que se gastan tantos medios “informativos”!

Dando por descontado que ese tipo de “periodismo” no puede tomarse en serio en ninguna circunstancia, hay que volver a la realidad de que, tras la reunión de la Iglesia con el gobierno cubano y la posterior conferencia de prensa del Cardenal de la Habana, nada trascendente ha sucedido, al menos que se conozca públicamente. La supuesta “información” del traslado de uno de los prisioneros de la Primavera Negra a un sanatorio psiquiátrico en su provincia de origen resultó ser falsa e infundada.

¿A qué se debe todo esto? ¿Optimismo excesivo de la Iglesia por la nueva situación? ¿Desinformación del régimen? ¿Medidas activas del gobierno contra la disidencia, las Damas de Blanco y Guillermo Fariñas? ¿Nada de eso? ¿O todo a la vez?

Hay muchos elementos en la ecuación para llegar a conclusiones festinadamente. Y no se puede olvidar que el neocastrismo se toma muy en serio las relaciones con el Vaticano: la primera entrevista de Raúl Castro tras haber sido designado –electo nunca fue- presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en febrero del 2008 fue con el “número dos” del Vaticano, Tarcisio Bertone.

Se dice, aunque no hay confirmación, que el régimen transmitió al entonces presidente de EEUU George W Bush, durante la visita papal a Washington, una oferta de canje de los prisioneros de la “Primavera Negra” del 2003 por los espías de la “Red Avispa”, alias Los Cinco, condenados en Estados Unidos, pero que el gobierno estadounidense no aceptó.

No parece probable que en la situación actual el régimen intente desacreditar al Cardenal suministrándole informaciones falsas para hacerle quedar mal: no es necesario hacerle eso a un Cardenal cuya imagen ante los cubanos estaba más que deteriorada, y que sin dudas se benefició bastante con ese encuentro entre la Iglesia y el gobierno.

Y mucho menos hacerlo unas semanas antes de la publicitada visita a La Habana del “canciller” del Vaticano, Dominique Mamberti, para participar en la X Semana Social de la Iglesia Católica de Cuba, que se celebrará entre el 16 y el 20 de junio, donde se debatirá sobre “la necesidad de diálogo y la reconciliación entre los cubanos”, los “retos de la economía nacional” y “las complejidades actuales de la sociedad” de la isla y su incidencia sobre la labor eclesial, según señala la agencia española EFE.

¿Acaso fue demasiado lejos Raúl Castro en ese encuentro con la Iglesia, o es que tal vez un lenguaje ambiguo hizo pensar a la Iglesia lo que no era? Tampoco parece probable: por las razones que sean, ese encuentro no fue nada improvisado, y el régimen perseguía objetivos muy concretos que es necesario esclarecer.

A su vez, la Iglesia Católica, como una institución con dos milenios de existencia y supervivencia –la única institución en el mundo que ha logrado eso- no peca de optimista infundadamente ni hubiera hecho de conocimiento público lo que no tenía razón de hacer, y ya hemos visto, además, como lo hizo sin “adelantar conclusiones acerca de fechas o actuaciones concretas”, es decir, sin comprometer su prestigio sin contar con los hechos tangibles.

Hay muchos puntos oscuros en todo el escenario para arriesgar conclusiones que resulten irresponsables. Es necesario, consiguientemente, continuar analizando información –y a la vez, la falta de información- para poder acercarse a la verdad que se oculta tras todo el complejo proceso que se está llevando a cabo.

Como bien dijo Guillermo Fariñas en medio de la vorágine informativa que se desató tras la reunión gobierno-Iglesia, el régimen busca “bordear la tormenta”, pero en realidad es muy pronto para afirmar que sabemos cómo.

El Diablo está en los detalles, siempre. Por el momento casi nadie sabe la verdad tras las informaciones (y desinformaciones), y hay que seguir hurgando, sin precipitaciones ni las pretensiones de sensacionalismo que tanto abundan y tanto daño hacen.

Por el momento, casi todos están, estamos, colgados de la sotana.


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