lunes, abril 19, 2010

Mientras más corrupto un estado, más leyes/ Eugenio Yáñez


Mientras más corrupto un estado, más leyes
Eugenio Yáñez/Cubanálisis-El Think-Tank

Mientras más corrupto un estado, más leyes. No es mía la frase, sino del historiador y político romano Tácito, lo que le da la vigencia de muchos siglos de sabiduría. Porque la corrupción es tan antigua como los gobiernos, y el poder siempre genera tentaciones en todos aquellos que gobiernan.

La honestidad personal de los gobernantes puede ser un freno relativo frente a la corrupción, pero nada puede ser más importante que un sistema jurídico verdaderamente efectivo e independiente, donde nadie, absolutamente nadie, pueda estar por encima de las leyes.

Porque cuando se expresa que mientras más corrupto un estado, más leyes, no es en referencia al sistema jurídico del estado, sino a la intrincada maraña de regulaciones y prohibiciones que establecen los corruptos de la cúspide para que la corrupción pueda campear, y para dificultarle a los corruptos de abajo que se roben las tajadas a las que tienen “derecho” los de arriba.

La corrupción no es un fenómeno exclusivo del totalitarismo, y Cuba no era un ejemplo en este campo antes de 1959, como tampoco lo son en nuestros días América Latina, Medio Oriente y África. Los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela o de Robert Mugabe en Zimbabwe son ejemplos demasiado claros. Tampoco es un fenómeno exclusivamente tercermundista: la tentación es demasiado grande en cualquier parte, incluyendo Estados Unidos, Canadá, Europa occidental, Japón o Australia. La diferencia en el enfrentamiento de la corrupción radica en que, cuando se trata verdaderamente de un Estado de Derecho, los tribunales actúan contra los corruptos e interrumpen la impunidad.

Los escándalos de corrupción que comienzan a aflorar en Cuba en estos momentos, mucho más a través de rumores que de informaciones oficiales, son solo la punta de un imponente “iceberg” que navega a la deriva por la nación desde hace más de cincuenta y un años. ¿Acaso no son “Punto Cero” o las “zonas congeladas” perfectos ejemplos de cómo funciona la corrupción? ¿Acaso no lo son los comedores “del ministro” o las “casas de visita” que pululan a lo largo de la Isla?

En muchas ocasiones, cuando el régimen saca a la luz algunos escándalos de corrupción –siempre con la información rigurosamente controlada en los medios oficiales- es más bien un pretexto que se utiliza para un “pase de cuenta” al caído en desgracia por otras razones.

Nadie en su sano juicio creería que Carlos Lage y Felipe Pérez Roque fueron “tronados” por las juergas en casa del compinche Conrado Hernández -¿lo recuerdan? Pero esas fueron las imágenes que se hicieron públicas para defenestrarlos por haberse tentado con “las mieles del poder”, delito imperdonable en las estructuras del castrismo.

Alguien puede pensar que esas fotos las sacó clandestinamente de Cuba alguien tras haberlas imprimido –que sería lo más peligroso- o por vía electrónica, pero es mucho más sensato creer que haya sido el propio aparato de inteligencia y seguridad castrista quien las hizo llegar “al enemigo”, con el objetivo de que se divulgaran por todo el mundo. Castigar a “los corruptos” es siempre popular entre las masas en cualquier lugar del mundo.

En estos momentos los rumores, porque no son más que rumores todavía, se centran en la figura del general de división Rogelio Acevedo, quien fuera por más de veinte años, y hasta hace muy poco, cuando lo colocaron en el “plan payama”, la máxima autoridad de la aviación civil en Cuba, cargo que ocupó en sustitución de otro corrupto, condenado en los años ochenta a veinte años de prisión.

Acevedo se incorporó a la lucha guerrillera a los quince años de edad, junto a su hermano de diecisiete. La información divulgada por las agencias extranjeras no hace referencia a dos de los cargos mucho más importantes que ostentó en algún momento: delegado del Buró Político del Partido (especie de procónsul) en la antigua provincia de Camagüey, y Jefe de la Dirección Política de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Los cazadores de brujas buscaron conexiones con esta destitución y la separación de su cargo semanas antes de otro general cercano a Raúl Castro, Juan Escalona, entonces Fiscal General, pero aparentemente el caso de Escalona –de 79 años- tiene que ver con problemas de salud.

Que hasta ahora sean solamente rumores lo utilizable sobre el caso del general Acevedo no descalifica de por sí la información disponible, pero esos rumores hay que tomarlos con cautela. Se habla hasta de dólares escondidos en la cisterna de su casa, y no parece consistente.

No porque Rogelio Acevedo no hubiera podido por su cuenta “pedirle prestado” al régimen alguna cantidad de dinero, sino porque sería de una chapucería elemental que pensara que, de caer en desgracia, ese dinero nunca aparecería, porque los oficiales que ejecutarían los registros –públicos o secretos- en su casa no iban a mirar en la cisterna, solamente porque “debe tener agua”.

Fantasías aparte, parece un hecho que la esposa del general, Ofelia Liptak, antigua integrante del Buró Nacional de la UJC y presidenta de la Unión de Pioneros, que trabajaba para una de las compañías del inefable chileno Max Marambio, alias “El Guatón”, fue detenida por problemas de irregularidades financieras en empresas mixtas, de capital compartido entre el gobierno cubano y el aventurero chileno devenido magnate gracias al “socialismo” castrista. También fue arrestada Lucy Leal, contadora de las empresas de Marambio en Cuba, y en todo esto podría haber una conexión interesante. A nivel de los rumores que no han tenido confirmación oficial, ambas señoras estarían vinculadas a procesos de malversación de fondos y desvío de recursos al extranjero.

Una de las empresas más importantes del holding ING controlado por Marambio era, o es todavía, “Alimentos Río Zaza”, en Sancti Spiritus. Para los cortos de edad, o de memoria, esa institución era en los tiempos ya lejanos del subsidio soviético el “Combinado Lácteo Río Zaza”, parte del proyecto faraónico de Fidel Castro “para producir más leche que Holanda”.

En su más lejano origen antes de 1959 estuvo la fábrica privada “Nela”, productora de leche, quesos y mantequilla, cuyas instalaciones quedaron sumergidas bajo las aguas de la represa “Río Zaza”, -otro proyecto faraónico- la más grande de Cuba, con capacidad de más de mil millones de metros cúbicos de agua, que en estos momentos no puede abastecer del líquido ni a las producciones arroceras del Sur del Jíbaro, debido a la mala administración y la falta de mantenimiento de las instalaciones.

Al señor Max Marambio apunta la prensa extranjera en su currículum la jefatura del GAP en los años setenta (Grupo de Amigos del Presidente chileno Salvador Allende, en realidad su escolta personal, poniéndolo entonces por sobre los hermanos Patricio y Tony La Guardia). En ocasiones se paseaba por La Habana con grados (honoríficos) de teniente coronel de Tropas Especiales cubanas –el feudo de dichos hermanos La Guardia.

Fue uno de los creadores de la corporación cubana CIMEX. Estuvo vinculado a muchas operaciones comerciales semiclandestinas del ministerio del Interior “para romper el bloqueo”, y se ha dicho también que era quien manejaba las cuentas personales secretas de Fidel Castro en el exterior, lo cual no parece tan sencillo siendo el dictador todo un maestro en eso de operaciones enrevesadas. Tal vez haya sido uno de los que tuvo que ver con eso, y no porque “El Guatón” no se hubiera atrevido si le daban la tarea completa, sino porque no es fácil aceptar que el viejo tirano se hubiera arriesgado a poner todos los huevos en una misma canasta.

Desde el año pasado estuvo a cargo del apoyo, asesoría y financiamiento del fallido candidato Marco Enríquez-Ominami en las recientes elecciones chilenas. Esto no cayó nada bien en La Habana, que consideraba que el candidato de la Concertación chilena de izquierda tenía más posibilidades de impedir el triunfo de la derecha con Sebastián Piñera.

Junto a su hermano Marcel, Max Marambio controla el holding ING, con unas treinta empresas en Cuba, Chile, España, México y Ecuador, en sectores del turismo, industrial e inmobiliario, además de las del sector de aviación en Cuba, donde obtenían jugosos beneficios “legales” en contubernio con el régimen.

¿Es que acaso no es evidente corrupción disfrutar en un país extranjero de beneficios y prebendas para realizar actividades comerciales sin que se hayan ofrecido abierta y previamente licitaciones a eventuales competidores? Mucho peor, donde los nacionales cubanos no pueden poseer propiedades, y mucho menos aún en sectores sensibles para la economía como son la aviación y el turismo.

De esa corrupción seguramente nunca se hablará por los medios oficiales del régimen, si llegara a hablarse de corrupción en este caso. Hasta el momento, la información oficial se ha referido a “irregularidades” financieras en la empresa “Alimentos Río Zaza”, lo que no debería ser nada del otro mundo en el país de la “contabilidad no confiable”. Se menciona que tal empresa aplicaba sobreprecios ilegales al gobierno cubano para escurrirse los dividendos. Es la misma trampa que hacen continuamente muchísimos establecimientos comerciales a los cubanos de a pie, pero Marambio no podía hacérselo a los grandes mafiosos del régimen sin consecuencias desagradables para él y sus negocios.

Y si el régimen ahora ha tenido que mencionar públicamente algunos aspectos de este caso, definido oficialmente como “la presunta comisión de irregularidades y violaciones de las leyes vigentes en las que están implicados un grupo de directivos chilenos”, fue porque el gerente chileno de la empresa del señor Marambio en Cuba, Roberto Baudrand, quien había sido interrogado por varias horas en más de una ocasión por la Fiscalía, y no podía salir de Cuba sin autorización, amaneció muerto en su apartamento habanero hace algunos días.

De inmediato, los “suspicaces”, viendo demasiadas películas en video, comenzaron a construir un thriller alrededor de esa muerte y a desarrollar teorías conspirativas sobre la larga mano de “la seguridad”, influenciados tal vez por la reciente operación israelí en Medio Oriente. Descontando las eternas fantasías, tales “suspicaces” no tienen en cuenta que si el aparato cubano emprende una operación de ese tipo de seguro no será detectada tan fácilmente por aficionados. La explicación oficial en la autopsia fue una muerte por insuficiencia respiratoria provocada por exceso de fármacos y alcohol.

El tema de la corrupción seguirá sonando en las próximas semanas. Raúl Castro estuvo presente en la toma de posesión del general Darío Delgado, el nuevo Fiscal General, y anunció que la lucha contra la corrupción se llevará adelante “caiga quien caiga”.

Ese día dijo que “la atención priorizada que el Consejo de Estado brinda a los órganos de Fiscalía, tribunales y Contraloría General de la República, son consecuentes con el propósito de continuar elevando el papel de estas instituciones en el enfrentamiento al delito, cada vez con mayor éxito y coordinación”.

Próximamente comenzarán a realizarse por la Controlaría General auditorías sorpresivas en 750 empresas en todo el país, como parte del esfuerzo para el “fortalecimiento de la legalidad y la institucionalidad, como tareas de vital importancia”, según declaró en el acto mencionado el general-presidente. Si realmente se realizan auditorías a fondo, será muy difícil que alguna de las entidades auditadas pueda lanzar la primera piedra.

El fenómeno de la corrupción a todos los niveles se ha convertido en metástasis terminal para el régimen. Recientemente Esteban Morales, uno de los ideólogos más sólidos con que cuenta el castrismo, escribió en la página digital de la oficial Unión de Escritores y Artistas (UNEAC), cuya función no tiene nada que ver con el asunto, que “la corrupción es mucho más peligrosa que la llamada disidencia interna”, y calificó el fenómeno de “contrarrevolución”, que “poco a poco va tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y del Gobierno”.

Al régimen también le conviene, además de enfrentar de alguna manera el fenómeno real e indetenible de la corrupción en todas partes, desarrollar en estos momentos una campaña contra la putrefacción de todo su andamiaje, para tratar de retirar la atención internacional de los fenómenos de las marchas de Las Damas de Blanco y de la huelga de hambre de “Coco” Fariñas, único que se mantiene después de más de cincuenta días de haberla iniciado, alimentado por vía parenteral en el hospital, pero sin ingerir alimentos ni agua.

Como siempre, la campaña anti-corrupción no irá al centro de las cosas ni tampoco buscará a los verdaderos culpables. Ya Raúl Castro señaló hace algunos días que “sin la conformación de un firme y sistemático rechazo social a las ilegalidades y diversas manifestaciones de corrupción, seguirán no pocos, enriquecidos a costa del sudor de la mayoría, diseminando actitudes que atacan directamente a la esencia del socialismo”.

Es decir, caerán en esta “batalla” bodegueros, carniceros, cocineros, choferes de acopio, “pisteros” de gasolineras, dependientes de tiendas, jefes de almacén, y tal vez algunos subdirectores o hasta directores de empresa.

Quizás caerán los responsables directos del fallecimiento de decenas de enfermos siquiátricos hace algunos meses, pero no el Ministro de Salud Pública. Será demasiado difícil que en esta comparsa política del momento sea acusado por delito de corrupción, al menos públicamente, algún ministro o viceministro.

De seguro, sería algo increíble ver caer en la desgracia a cualquier secretario del Partido Comunista o presidente de Poder Popular, aunque fuera a nivel municipal. ¿Es que acaso ninguno es corrupto?

Mucho menos veremos caer a algún privilegiado de la alta jerarquía de la nomenklatura o sus familiares cercanos: ninguno de esos favorecidos tiene necesidad de desviar recursos ni de robarle directamente al Estado, porque reciben las “asignaciones especiales” y los muy apetecibles regalos (desde relojes de lujo hasta gallos finos de pelea, equipos electrónicos o puercos enteros, guayaberas o celulares, automóviles o cestas de frutas) en sus mismas oficinas y en sus propias mansiones, enviados desde el Consejo de Estado o por alguno de los muchos elegidos que están por encima de todas las leyes.

Si en Cuba todo está absolutamente centralizado, desde el comercio exterior y el acopio agropecuario, las construcciones y el transporte, hasta la cría de ranas-toro y tomeguines, no se puede concebir que la corrupción pueda estar descentralizada.

Como el Estado totalitario es corrupto, en esencia y genéticamente, y será más corrupto cada día en la medida que la crisis económica y social se acrecienta, para el régimen no hay más nada que hacer: veremos cada vez, como dijo Tácito hace siglos, más leyes, más regulaciones, más prohibiciones.

Además de más auditorías, más inspecciones, más denuncias, más “cartas a la redacción”, más Mesas Redondas y editoriales, más reportajes periodísticos sobre los “golpes” a la corrupción, algunos nombres e imágenes de los sacrificados en el coliseo anti-corrupción, siempre de los de abajo, naturalmente, y más circo sin pan, hasta que aparezca otra nueva “batalla” que llevar a cabo por el régimen, y todo lo de la lucha contra la corrupción sea echado a un lado.

Como no hay pan, tiene que haber circo. Y al no haber pan, el circo tendrá poco efecto, y la corrupción será cada vez más rampante y extendida.

Hasta que en Cuba haya, en algún momento, un verdadero Estado de Derecho, en vez de una corrupta tiranía totalitaria.

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