miércoles, julio 22, 2009

Economía política de la transición (II): La pobreza estructural como mecanismo de dominación /Lázaro González


Callejon de Hamel

Economía política de la transición (II): La pobreza estructural como mecanismo de dominación
Lázaro González


"The interval between the decay of the old and the formation and the establishment of the new, constitutes a period of transition which must always necessarily be one of uncertainty, confusion, error, and wild and fierce fanaticism"

John C. Calhoun


I

La acepción mas conocida del concepto pobreza estructural se refiere a los programas generalmente macroeconómicos, aunque también se empleen micro proyectos, que se estructuran en los esfuerzos gubernamentales por eliminar los estratos de pobreza. Nada que ver con la Cuba actual: en el caso cubano, la pobreza estructural se refiere al conjunto de una sociedad y no solo a segmentos de la misma, y ello la hace más compleja de abordar.

Y es así porque, a diferencia de otras regiones y países, la pobreza estructural crónica de Cuba es un instrumento del sistema de coerción, control y dominio social que le impuso al país un individuo.

Pero no es esta la única razón. Los estudios, metodologías e indicadores elaborados por investigadores y organismos internacionales para estudiar la pobreza en general y la estructural en particular [y hay que distinguir claramente ambos conceptos. Mientras la pobreza está asociada a coyunturas que afectan a ciertos sectores de la población como pudiera ser el sector automovilístico en Norteamérica, o a los desempleados temporales por la crisis económica que continua afectando la economía mundial; la pobreza estructural no es coyuntural sino crónica en el sentido que reproduce en círculos viciosos las causas y condiciones que la generan], no son mecánica y absolutamente aplicables al caso cubano, por lo que se impone la creación de un cuerpo conceptual, analítico e instrumental que permita el diagnóstico preciso de la misma, pero en términos no de estratos de pobreza sino de verdadera pobreza estructural de una sociedad en su conjunto. Situación inédita en la historia económica que pondrá a prueba y constituirá uno de los retos mayúsculos de la intelligentsia interesada seriamente en el tema Cuba.


En tanto concepto eminentemente emergente, la pobreza estructural está comprometida ante todo con la evaluación de dos criterios sustantivos aunque no suficientes:

1. Determinación de la línea de pobreza, que precisa aquel segmento de la población con ingresos insuficientes para cubrir por si misma los estándares mínimos de consumo para una sociedad en cuestión. Nada más ajeno a la realidad que la pretendida línea de pobreza situada en el dólar diario de ingresos que fijan los organismos internacionales especializados. Un dólar en Nueva Zelandia y en el altiplano boliviano tienen diferentes significados. Asimismo, un dólar en el bolsillo de "Pánfilo" no es el mismo dólar que Mariela recibe como parte de su generosa dieta en uno de sus frecuentes viajes al extranjero aunque en ambos este presente la efigie de George Washington.

2. Necesidades Básicas Insatisfechas, que permite un diagnostico concreto de las carencias en términos de necesidades esenciales que requieren los individuos o estratos sociales, tales como alimentación, vivienda, servicios de salud pública y educacionales, cultura, etc. Mientras la pobreza nos remite a la estructura de los ingresos-bienes y servicios, la pobreza estructural nos conduce a trascender el mero examen, pero también a indicadores no directamente asociados con los mismos.

Es por ello que la pobreza en general, y en particular la pobreza crónica que corroe la sociedad cubana, no es, como frecuentemente se trata, un concepto económico, aunque contenga variables económicas.

Tradicionalmente se ha considerado que la misma estaba estrictamente vinculada a la capacidad de consumo social, grupal e individual, y por consiguiente la composición y movilidad social se asociaba a la estructura de los ingresos, de manera que los ingresos nominales convenientemente depurados para arribar a los ingresos reales en un mercado de consumo concreto de bienes y servicios era medida suficiente para evaluarla; es decir, pobreza en tanto variable del consumo.

A nuestro juicio este ha sido una de las principales limitaciones en el enfoque de su estudio y que aún hoy sesga los análisis sobre la economía cubana y el trazado de políticas económicas factibles y viables para la transición económica. El concepto de pobreza hoy debe ser ampliado sin duda alguna.

El tema de la transición económica visto desde la óptica de la reestructuración de las relaciones de propiedad, la legitimidad que emana del estado de derecho establecido y las instituciones es razón necesaria pero no suficiente. Las enormes potencialidades de la propiedad privada y el estado de derecho por si mismas serán insuficientes si no se integran con otros factores componentes de la pobreza estructural, tales como la seguridad-inseguridad social y ciudadana, el capital cívico entendido como las capacidades reales y potenciales que dimanan de la preparación cultural y técnica de los individuos, los valores culturales constituidos en el seno de la familia, la participación social y política de los individuos, entre otros.

Y es que la pobreza estructural, y así lo corrobora la experiencia histórica que con particular fuerza se verifica en Cuba, es ante todo un fenómeno socioeconómico y cultural multidimensional y poli-estructural, que incluye variables como el empobrecimiento crónico y endémico, la asociatividad y movilidad política y el capital cultural humano, en el sentido de valores, normas y actitudes constituidos en el seno de la célula de la sociedad que es la familia.

Y Fidel Castro si no fue el primero que lo entendió en Cuba, ciertamente fue el que aplicó por vez primera una agresiva, brutal, sistemática e impositiva política para destruir esos valores y suplantarlos por aquellos afines a su proyecto de control absoluto de la sociedad y los individuos, convirtiendo al ciudadano, las instituciones y a la sociedad en su conjunto en un ente social a merced del sistema.

Porque en la conformación de la inequidad castrista se pueden apreciar claramente cómo la distribución y redistribución de bienes materiales, sociales e incentivos intrínsecos a los individuos per se, transcurren por vías ajenas al talento y esfuerzos de los mismos, y se inscriben en el circulo vicioso de perpetuar la desigualdad.

La formación y empleo sistemático del sistema piramidal de castas en Cuba ya desde mucho antes de 1959, primero a nivel de grupos no siempre políticos pero si opositores a Batista en su esfera de influencia creciente, y luego como nación en su conjunto que se extiende incluso a la emigración, donde los individuos se estratifican y recompensan de acuerdo al sometimiento a las reglas del sistema y en ultima instancia a una fidelidad constantemente evaluada; actúa como mecanismo de represión y coerción social reproduciendo la pobreza estructural en una espiral negativa que tangencialmente se cierra sobre si misma, lo que ha conducido luego de mas de medio siglo de aplicación a una polarización extrema de la sociedad cubana con visibles signos de implosión social e ingobernabilidad.

Y es que esencialmente el enfoque ingresos-bienes y servicios es reduccionista como evaluación de la pobreza crónica reproductiva y no permite superar la inequidad que genera la pobreza estructural, ni en Cuba ni en el mundo, en tanto no involucra la socialización del sujeto como individuo acreedor pasivo de un derecho formal en un ciudadano ejerciendo activamente sus derechos.

Si la inevitable modificación o transformación o transición [todas posibles e íntimamente vinculadas a las coordenadas del poder] de la estructura económica de Cuba en cualquiera de sus variantes posibles, sin exceptuar el escenario donde se ejecute la sucesión a la segunda generación castrista, se concreta mediante el diseño y ejecución de políticas económicas encaminadas a la modernización del país sin que el individuo se transforme en ciudadano, estaríamos en presencia de una modernización sin modernidad en el sentido clásico del concepto. No deseable, pero posible Y lo es en ultima instancia porque la pobreza estructural se resume y concreta en la capacidad real de elección por el individuo transformado en ciudadano. De ahí a considerar que la solución a la transición cubana pasa por la transmutación del individuo en ciudadano no hay mas que un paso: la toma del poder por la fuerzas ciudadanas.

II

Políticas publicas mercantilistas puestas en practica durante los siglos 17, 18 y 19, destinadas a regular la industria nacional y el comercio internacional, han llegado al siglo XX, concediendo privilegios económicos y extraeconómicos, subsidios, favoreciendo o excluyendo a éste o aquel actor económico con la imposición de cuotas de distribución, exportación e importación, estimulando o levantando barreras infranqueables mediante políticas arancelarias excluyentes.

Mientras mas han insistido algunos líderes en esta dirección más rotundo ha resultado el fracaso en términos de desarrollo económico y de reducción de la pobreza. Políticas económicas que coaccionan la competencia y le impiden cumplir su función de reguladora de los costos y la calidad. Verdaderos precios de monopolio que dejan al margen a sectores de la población impedidos de acceder a productos y/o servicios sustitutivos.

Y aunque muchos consideran que el castrismo ha adolecido de una política económica definida a lo largo de mas de medio siglo y que la misma esta sujeta a las cambiantes y turbulentas corrientes del grosero oportunismo de Fidel Castro, un examen más detallado confirma que sí existe una Filosofía Económica Castrista al margen de la academia, el partido, el marxismo-leninismo y la teoría económica, que concreta su esencia coercitiva en diferentes las políticas económicas convenientes en cada momento para reproducir los círculos viciosos de la pobreza estructural de Cuba. Economía Política o Filosofía Económica Castrista no articulada en un sistema conceptual pero con una rotunda confirmación practica. El denominado desastre económico que, como espada de Damocles, cuelga a milímetros de la garganta y el alma de una nación entera y que coacciona, ata y esquilma, no es un descarrilamiento de la concepción castrista de la sociedad, sino cimiento y columna vertebral de la misma.

Porque ante todo hay que subrayar que la pobreza estructural cubana ha sido creada intencionalmente en tanto método de coerción y control social por la política socioeconómica del régimen. La creación de riqueza social e individual no ha constituido nunca una prioridad del castrismo, por cuanto la misma supone un grado de libertad social y personal incompatible con la naturaleza de un gobierno cincuentenario que tiene como fin sustituir la prosperidad y la riqueza social e individual por la obediencia de los no-ciudadanos. Los cubanos pobres, es decir, la casi totalidad de la población cubana, son de hecho excluidos sociales sin más alternativas que constituir unidades humanas de explotación disponibles para cualquier misión y desechables en cualquier momento.

Siempre he experimentado angustia intelectual cuando frecuentemente personalidades que, por razón del rol social que desempeñan, debieran referirse a las enormes complejidades de la transición cubana en general y a la económica en particular, expresan que el establecimiento de un estado de derecho que priorice derechos universales consagrados como la libertad de expresión y asociación, la propiedad privada, entre otros, son por sí solas la garantía de una sociedad próspera.

Y efectivamente lo son en tanto condiciones necesarias pero no suficientes; no obstante, antes hay que lograr desplazar del poder al clan Castro y sucesores elegidos, lo que no es objeto de análisis en el presente trabajo. Cumplida esta exigencia pospuesta por más de medio siglo, considerar que el establecimiento de los derechos universales de los entonces ciudadanos, ya no unidades de explotación socializadas, garantizara el clima democrático y la prosperidad del país es de una ingenuidad que en algunas personalidades pueda estar rayana en el cinismo oportunista o la mala fe.

El trazado de una política macroeconómica alineada con la lucha contra la pobreza estructural en el caso cubano, supone ante todo eliminar todos los obstáculos que impiden la igualdad de oportunidades, que no debe confundirse con el igualitarismo grosero del régimen que se pretende sustituir. Porque la verdadera equidad social emana no solo del marco jurídico que la sustenta legalmente, aunque sea una condición necesaria como se ha subrayado con anterioridad, y que hace a todos los ciudadanos iguales ante la ley, sino que ante todo se concreta en la incorporación real del individuo a la vida política, social y económica del país, que es garantía de la influencia ciudadana en la conformación de las políticas publicas.

Desarrollo y prosperidad económica no son solo resultado de políticas macro-económicas técnicamente sustentadas, como consideran algunos analistas, sino como ha demostrado la historia, requieren de un contexto de democracia y libertad concretado en la activa participación ciudadana, incompatible con el régimen actual. Los procesos históricos no son lineales, ni automáticos ni evolutivos por generación interna, como afirmó el catecismo marxista, y algunos todavía sostienen de mil maneras distintas.

Destacados economistas, desde una óptica forense, centran su atención en temáticas especificas como indicadores sectoriales, balanza de pagos, circulación y dualidad monetaria y tasas de inversión bruta entre otros, sin duda importantes aspectos de la realidad económica de la isla, con el inconveniente de emplear las dudosas estadísticas gubernamentales. En la mayoría de los casos los trabajos se mantienen en un nivel descriptivo que no es garantía de diagnostico certero a pesar de la indudable calificación de los autores, por el lastre de la información empleada. Otras investigaciones que avanzan propuestas de solución son parciales y limitadas al concebir la transición económica en Cuba como una reforma macroeconómica clásica.

Los ajustes estructurales realizados en diferentes países no pueden ser aplicados mecánicamente al caso cubano, pues los mismos se han ejecutado con más o menos éxito en entornos con amplio predominio del mercado, instituciones funcionales y un relativo clima democrático, aunque han existido excepciones en este último aspecto.

La otra gran reforma macroeconómica se inserta en la transición de los países de Europa del Este con economías altamente centralizadas [los casos chino y vietnamita se distinguen por su atipicidad] a economías de mercado que tendremos ocasión de examinar mas adelante.

Sin embargo, esa rica experiencia no puede ser empleada acríticamente en la transición económica de Cuba, y más que ello se requiere del diseño de una “vía cubana” que tome en consideración todas las experiencias anteriores, pero que concrete las variantes óptimas para el caso de un régimen sui generis que tiene más diferencias esenciales que semejanzas con las antiguas sociedades de la orbita soviética, en tanto se crea y opera no sobre la base de instituciones -a menudo, es cierto, enfrascadas en luchas de poder intestinas-, sino que las instituciones en el caso cubano, incluyendo el partido comunista y las fuerzas armadas, existen con la única misión de ser instrumento de perpetuidad del líder y sus sucesores designados.

III

Estudios sobre las causas de la pobreza estructural en el mundo, reiteradamente han confirmado que uno de los factores clave es la intervención estatal en el funcionamiento de la economia y el mercado. Y lo es entre otras razones, porque esa política intrusiva requiere de la creación de estructuras gubernamentales dirigidas por una burocracia que se considera a si misma predestinada divinamente para erradicarla, y en tal sentido asume facultades virtualmente ilimitadas que implementadas, reproducen y amplían la pobreza. Todo ministerio, agencia o departamento anti-pobreza debe mostrar su ¨arduo¨ trabajo que justifiquen los cuantiosos gastos y salarios de los funcionarios y para ello no encuentran mejor vía que elaborar programas, resoluciones, prohibiciones, excepciones, procedimientos contables, fiscales y financieros que nadie ni entiende ni cumple; deciden por aquí y por allá, siempre siguiendo la lógica burocrática, casi nunca engranada con la vida real, y frecuentemente una disposición contradice otra.

Enormes gastos de gestión de los proyectos con dudosos o nulos resultados; casos extremos como la Timba, el Fanguito, y la Corea, todos objeto de programas comunitarios, educacionales, constructivos, culturales, etc., siguen siendo lo que siempre han sido, asentamientos marginales donde crecen y se reproducen día a día los factores generadores de la pobreza estructural. Los Hoyos en Santiago de Cuba, el Callejón de Hamel en Cayo Hueso, y la Habana Vieja de Eusebio Leal, por solo mencionar algunos barrios muy populares, han sido una y otra vez objeto de insistentes proyectos comunitarios. Sus habitantes, como los de la inmensa mayoría de los asentamientos humanos en Cuba viven hoy peor que 20 anos atrás. Significa ello que proyectos microlocalizados no pueden contribuir de manera significativa a la transformación de una comunidad? Categóricamente la respuesta es no; pero todos los esfuerzos por nobles y bien planeados, están acotados por los límites del sistema en que se insertan.

Distinción aparte para la burocracia cubana, alguien deberá algún día explicar científicamente ese comportamiento raigal de las burocracias de nunca seguir el curso normal de la vida, sino frecuentemente incluso andar en dirección opuesta. Lo que alguien legisle, regule o norme en materia económica en Cuba, si no es compatible con los intereses de los sujetos objeto de regulación, son generadores espontáneos del mercado subterráneo, "sociolismo" -tropicalización isleña del trafico de influencias-, sobornos y corrupción.

Suele considerarse que el mercado subterráneo está asociado fundamentalmente a un mercado informal creado por la insuficiencia de la oferta lo que es cierto, pero las regulaciones incumplibles o contraproducentes con los intereses de los sujetos económicos también crea mercado negro a cada instante.

Se podrían escribir libros y ensayos al respecto, pero para contribuir a la percepción que es un fenómeno global, al cual se le debe prestar la debida atención, y no es solo inherente al agudo aprendiz de dealer de divisas que opera alrededor de las CADECAS cubanas; la campaña canadiense anti-tabaquismo que se sustenta en los factores precio y diseño del paquete de cigarros encuentra sólidas respuestas por parte de fumadores, "contrabandistas" y comerciantes al por menor. (Canadá no solo le exige a las compañías productoras de cigarrillos que impriman en cada paquete el clásico "Fumar daña la salud", sino que la caja de cigarros muestra a todo color un pulmón calcinado por el cáncer o una dentadura cariada y manchada de nicotina para provocar una reacción instantánea de nausea).

Los clientes reaccionan rechazando el paquete de cigarrillos con el pulmón destrozado o los dientes manchados y exigen otro. El comerciante minorista canadiense no tiene más alternativa que complacer al que paga y luego devolver a Imperial Tobacco, la transnacional inglesa que también opera en Cuba, los paquetes rechazados. Y la nórdica anécdota no esta alejada de la realidad cubana, como alguien pudiera considerar, y constituye una dura e importante lección que rebasa el marketing; en tanto la empresa cubana hoy y en gran medida la población no pueden ejercer la opción de comprar sino que les venden. Medio siglo de asignaciones centralizadas incongruentes en cantidades y/o calidades incluso en los grandes y priorizados proyectos para no mencionar el consumo social, han conformado un valor no de consumidor sino de recibidor de asignaciones.

La expresión ¿qué vino a la bodega?¨ resume mejor que decenas de investigaciones las esencias empobrecedoras de la concepción castrista sobre la economía y constituirá una barrera cultural para que la nomenklatura nacional transformada en empresarios y a la población ya para ese entonces consumidora y nunca mas receptora ejerzan los nuevos roles que les corresponden. Y esto será clave en los ritmos de la transición y en la conformación de los mercados en insisto en ello aunque sea redundante y es que al final de todas las teorías concepciones y estudios, el flujo de caja decide, algo lamentablemente olvidado por la academia subsidiada.

Crear riqueza desde el primer instante en el primer polo transformado será el reto supremo para derrotar al Castrismo como ya vienen demostrando con éxito miles de pequeños empresarios cubanos en las más duras condiciones imaginables sin importar que el absurdo los mantenga en la ilegalidad o los obliguen a entregar sus productos a precios de monopolio estatal.

Personalmente conozco a muchos de ellos pero particularmente me llamo la atención una persona que fabrica mosaicos y baldosas artesanalmente y que le da empleo y vivienda a 7-8 emigrados internos también ilegales de las provinciales orientales. Amplia es su cartera de clientes incluyendo a unidades militares y sectores de la PNR [Policía Nacional Revolucionaria] que pagan no con dinero en efectivo, ante la imposibilidad de hacerlo, sino con trueques y protección. Porque no importa cuan genial pueda ser una idea o excelente un producto o servicio, si el mismo no se realiza y se concreta en el flujo de caja.

En el mercado y no el proceso de asignar-recibir es que los sujetos económicos verdaderamente se reconocen entre si y, el simple acto en que una persona decida con capacidad de escoger y liquidez para ello, de intercambiar no importa si son pesos o dólares por el paquete de cigarrillos DuMurier de la Imperial Tobacco o por la paella asturiana del Covadonga cienfueguero o del Puerto de Sagua habanero o, en lo que decida en tanto consumidor con todo el derecho y capacidad de escoger es cuando y donde se concreta y realiza la razón de ser de los actores económicos. Nunca será poca la insistencia en ello en tanto constituye desde mi punto de vista una de las claves del éxito de la transición que lamentablemente olvida frecuentemente la academia subsidiada.

La reacción al factor precio es aun mas convincente. Con impuestos totales del 71% sobre el precio minorista al paquete de 25 cigarros, el precio minorista oscila entre los 10 y 10.50 dólares canadienses; cuento corto, las reservas de aborígenes canadienses o canadienses aborígenes como seria mas apropiado denominarlos, producen cigarrillos de calidad inferior a los selectos productos de la Imperial Tobacco, pero el precio final al consumidor, luego de transitar por la cadena logística de arriesgados intermediarios que los transportan desde las reservas aborígenes a cientos de kilómetros de las principales ciudades canadienses y los distribuyen al por menor es de 3 dólares canadienses. No hay en Canadá inspectores, investigadores, policías ni políticos, ni multas que puedan parar el contrabando ilegal de cigarros proveniente de la First Nation. Si existiera algún fumador sensato con suficiente poder, sencillamente legalizaría la comercialización del cigarro aborigen fuera de las reservas -comercialización, no producción, pues las leyes federales de Canadá no tienen jurisdicción en las reservas indias que cuentan con su propia legislación- y le aplicaría los impuestos correspondientes en un mercado normal del producto cigarrillo. Pero la burocracia no esta preparada genéticamente para ello y algunos intereses tampoco.

Entonces, el factor precio del cigarro canadiense que impulsa al consumidor a adquirir el producto aborigen de baja calidad, pero precio acorde con los bolsillos de bajos ingresos, genera un mercado subterráneo de decenas de billones de dólares anuales que se redistribuyen según reglas no escritas entre todos los sujetos económicos de la cadena logística. Las pérdidas a los presupuestos provinciales y federal por la técnicamente evasión fiscal ascienden a billones de dólares anuales. Pérdidas billonarias y creciente mercado negro en un país miembro del G8 y ejemplo de valores cívicos para el mundo.

Entonces en una Cuba donde el castrismo no deja espacio sin regular y controlar, no importan los costos económicos, sociales y humanos; los intereses económicos de los actores involucrados los compulsan a actuar de manera natural en la dirección opuesta a lo regulado. Crece, prospera y se reproduce el mercado subterráneo, que prefiero denominar informal, y no solo por el desbalance oferta-demanda, sino también por las regulaciones imposibles de cumplir.

El pistero talibán anti-corrupción, conocido como "trabajador social", no importa el chip que le hayan instalado en el hipotálamo, "desviará" combustibles hacia el mercado subterráneo o desaparecerá como tal; la secretaria de un importante jefe traficará favores y mecanografiará tesis; la obstinada maestra se encargará de que los que asisten a sus clases particulares obtengan excelentes calificaciones; mientras el gerente de logística de cualquier empresa o corporación es el individuo más importante en su área de acción, pues lo mismo refuerza la esmirriada cuota de gasolina al carro del secretario del partido del municipio que garantiza la distribución de la jaba suplementaria a los interesados que hacen la fiesta del CDR.

Cree e implemente las regulaciones adecuadas siguiendo el curso de la testaruda y sabia realidad económica y habrá dado un paso trascendental en el punto de ruptura de los círculos viciosos de la pobreza estructural. La pobreza estructural, donde quiera que se presente, y con más fuerza aún cuando la misma se manifiesta en una sociedad estructuralmente pobre como han sido los casos de China y Vietnam, solo genera más pobreza.

En tanto condición sine qua non y contenido esencial de la concepción antropogénica del castrismo, la consideración de que el estado tiene obligaciones ilimitadas hacia los no-ciudadanos es piedra angular de la doctrina del empobrecimiento crónico, no importa el signo político que lo sustente. Tema abordado por prestigiosos analistas e instituciones dedicados al estudio del fenómeno de la pobreza, encontramos que el castrismo verifica con creces en su praxis socioeconómica y política de mas de medio siglo todos los parámetros determinados.

Las pírricas banderas que enarbola el castrismo son prueba elocuente de ello, porque en ultima instancia un gobierno, y más aún uno que se ha auto otorgado mas de medio siglo de control absoluto, tiene que ser evaluado acorde con las capacidades concretas de sus ciudadanos y no por los editoriales del Granma. En Cuba los sistemas de salud y educación pública se diseñan, implementan y controlan no en función del ciudadano, sino en impedir que éste pueda serlo, en el sentido que venimos examinando en el presente trabajo. Ni la Historia ni la Nación Cubana podrán absolver al castrismo, como pretende el simulador encubierto de Mein Kampf.

El estado cubano ha definido y controlado al detalle la alimentación, la salud, la educación, la cultura, el hábitat, la recreación, e incluso la estructura geográfica y demográfica de una población que envejece y declina inexorablemente. Por si no bastara, ha trazado las directrices políticas, ideológicas, culturales y hasta deportivas, y un enorme aparato político-policíaco-burocrático se encarga del control exhaustivo de todo ello. Es decir, crea y controla a su conveniencia las condiciones básicas de vida de una sociedad.

Escasos espacios logran escapar del tutelaje y control del Big Brother cubano. La nomenklatura político-burocrática-militar no solo entorpece el funcionamiento de los diferentes aspectos de la vida nacional, sino que además incrementa la ineficiencia congénita de los mismos y recarga con gastos excesivos cualquier producto o servicio, tanto nacional como importado. Las estructuras del partido, sindicatos, CDR, FMC, ANAP, federaciones de estudiantes y artistas, incluyendo los denominados Consejos de Defensa Territoriales, se reproducen en estricta y jerárquica estructura piramidal desde la "base" hasta la "nacional" y cientos de miles de cuadros, aspirantes a cuadros, cuadros frustrados o siquitrillados pero igualmente parásitos, semi-cuadros, tecnócratas, secretarias, oficinistas, chóferes, activistas y tracatanes hacen como que trabajan y el presupuesto como que les paga forman parte de la maquinaria del empobrecimiento permanente El concepto de que "vino de arriba" es un valor cultural enraizado que paraliza la iniciativa local, clausura los espacios de libertad y realización personal e inmoviliza las potencialidades de personas, empresas, organizaciones e instituciones, creando pobreza y desmoralización de abajo a arriba y de derecha a izquierda.

No hay ministro de economía en Cuba que al hacer la presentación del presupuesto del estado no resalte las abultadas e incongruentes partidas destinadas al gasto social en términos porcentuales respecto al PBI. Cifras además adulteradas por miles de mecanismos y triquiñuelas contables, siguiendo siempre una orientación de cualquier nivel superior.

Cuando el partido a cualquier nivel ordena la movilización de turno, sea hacia la recogida de papas o el mitin frente a la oficina de intereses de EEUU, y que conducen a la paralización social y económica del territorio, no hay financista que le facture al partido al menos al costo los medios de transporte desviados para la movilización del personal; como tampoco hay contador que registre en una sub-cuenta independiente los salarios devengados de los movilizados: distorsión de la estructura de costos y gastos de los bienes y servicios por razones de conveniencia ideológica y política, agravada por la triple circulación monetaria.

Es sorprendente que los economistas no presten atención a este agudo tema. Frecuentemente citado por todos como uno de los problemas clave de la reforma económica, el análisis se restringe a la doble circulación monetaria del peso cubano y el peso cubano convertible o CUC. El fetichismo de la doble circulación monetaria lo es en tanto el empleo de dos monedas nacionales tiene como objetivo la segmentación y degradación del individuo para evitar que alcance el status de consumidor, en aras de potenciar, esquilmando a los individuos, pero también a las propias empresas, sean estatales, cooperativas o privadas, hasta el limite de lo posible, los ingresos en una u otra moneda.

Y es fetichismo también porque las importaciones de bienes y servicios que realiza el país no son pagadas -cuando lo son- en pesos cubanos o CUC, sino en divisas extranjeras. No importa si el destino final de las importaciones de alimentos es el mercado de alimentos subsidiados en pesos cubanos o una tienda recuperadora de divisas. En todos los casos Cuba compra en divisa extranjera e ingresa en pesos o CUC, a excepción de actividades relacionadas directamente con extranjeros, turistas incluidos; por lo que en términos de cuentas nacionales es un gravísimo factor de distorsión para los planificadores financieros. Nuevamente el problema no es técnico y no encuentra solución aunque un Soros cubano tome cartas en el asunto.

Es también uno de los factores causales de la extrema insuficiencia de liquidez y no solo el desbalance de la balanza comercial y de pagos como han establecido como ciencia constituida algunos economistas. La no convertibilidad del peso cubano es igualmente un mecanismo de control y discriminación social que genera pobreza, y la economía castrista paga el alto precio de experimentar el deterioro progresivo de sus relaciones económicas externas, y obliga al régimen a la búsqueda desesperada de financiamiento corriente, en un círculo vicioso crónico e insuperable en los marcos del sistema.

Mucho se ha escrito sobre los leoninos impuestos con que se cargan los productos comercializados en CUC, que se mueven entre más del 200% y en ocasiones llegan hasta el 400%, pero las justas críticas generalmente provienen desde la moral y la ética. No se ha comprendido aún que, económicamente hablando, la economía castrista requiere de los mismos no solo como discriminación económica de los individuos para contribuir al control social, sino ante todo porque permite regular un mercado cautivo donde las ofertas no se equilibran con las necesidades ya que estas en un elevadísimo porciento no se estructuran en demanda ante la falta de liquidez de individuos, empresas e instituciones.

Regulando la transformación de las necesidades en demandas mediante el impuesto comercial y las tasas de cambio, el castrismo logra de manera relativamente fácil articular una economía de supervivencia agónica, creadora y reproductora de pobreza crónica. Las esencias de la economía cubana no se encuentran en las estadísticas manipuladas de la ONE (Oficina Nacional de Estadísticas) ni en los estudios que las toman como referencia, ni en los informes económicos al parlamento, y ni siquiera en las declaradas reformas estructurales por venir quien sabe cuando: esas esencias, por evidentes, pasan inadvertidas ante los ojos de expertos y profanos cuando todos están obligados a comprar en una "shopping" un par de zapatos para un hijo o gracias a una mayor capacidad adquisitiva la leche en polvo no para un diabético sino de la asignación de un diabético.

Desmoralización de la población por la subversión de los valores cívicos que se manifiesta en la apatía, en el dejar hacer y en el resolver; elevados costos de los bienes y servicios esenciales haciéndolos accesibles o no a su conveniencia, son resultados concretos de la reproducción en espiral de la pobreza estructural en Cuba, a pesar de los elevados gastos sociales pero también por ellos mismos.

Otra de las aristas de lo que en la literatura occidental sobre el tema se denomina intervencionismo estatal y que es lastre a la eficiencia económica, consiste en la casi absoluta actividad reguladora del estado sobre la banca y las empresas, sean estatales, mixtas, cooperativas o privadas. La concepción de que el gobierno tiene la potestad de intervenir en lo que considera de mayor beneficio para los consumidores, trabajadores e incluso inversionistas, tan de boga en tiempos de crisis económicas globales, ha sido llevada a límites casi absolutos por el castrismo.

No existiendo la figura económica del inversionista, universalmente conocida, y que desempeña una función clave en la creación de riqueza, el gobierno cubano es policía, juez, fiscal y abogado defensor omnipresente en materia de precios, salarios e instrumentos bancarios y mercantiles. Desde las teorías sobre formación de precios, importadas del desaparecido campo socialista, pasando por el Comité Estatal de Precios y el actual Ministerio de Finanzas y Precios, los esfuerzos por estructurar un sistema de precios coherente, estimulante y contentivo de la estructura de gastos y costos de bienes y servicios, han constituido uno de los mas estrepitosos fracasos de la teoría y la praxis económica socialista en general y la cubana en particular.

En la década de los 60 se abre una polémica sobre el Cálculo Económico como modo de gestión de la economía socialista que llegaba a la Isla, y enfrenta agriamente a Carlos Rafael Rodríguez y Marcelo Fernández Font, defensores a ultranza del mismo, con Che Guevara, que proponía uno de sus más descabellados y estalinistas proyectos, el Sistema de Financiamiento Presupuestario. Fred M. Taylor, tratando de concretar en el socialismo aquella forzada abstracción de Marx sobre los precios de producción, proponía como cuestión central de la economía socialista la determinación de valores adecuados para los factores primarios de la producción, mediante el establecimiento de un precio provisional, como si fuera exacto, y luego en sucesivas aproximaciones arribar a precios tentativos: estaba introduciendo "clandestinamente" el hecho que en el socialismo el consumidor establecería las demandas y los productores solo tendrían que seguir esas tendencias.

Craso error, pues en el socialismo real y no en el imaginario y liberal de Taylor y Oskar Lange, las directrices centrales determinaban qué, cuándo y cómo producir. Econometristas soviéticos como Novozhilov desarrollaron todo un andamiaje matemático para arribar a la determinación de precios "económicamente" argumentados, que Hayek y Robbins acotaron oportunamente por la imposibilidad práctica de ejecución, aun si las bases de cálculo estuvieran fundamentadas.

De tal manera que el sistema de precios y tarifas de Cuba, a pesar de cierta descentralización efectuada en los últimos años, no representa los gastos sociales ante la imposibilidad de determinarlos con cierto nivel de certeza, particularmente en una economía donde la influencia del factor externo es decisiva, con una contabilidad lastrada por la doble a lo interno y triple en lo sistémico circulación monetaria, que no logra registrar adecuadamente las operaciones mercantiles, no importa la capacidad técnica del contador, porque no es un problema técnico sino sistémico.

Otro elemento clave en la reproducción de la pobreza y el sostenimiento del control social es el calificador nacional de cargos –al parecer desconocido por economistas de todas las latitudes y tendencias-, el cual determina el salario a devengar por cada puesto de trabajo, desde el recolector de larvas de mosquitos en los tanques donde la población almacena el agua para todos los usos [generalmente de fibrocemento o metal, usualmente pintados con oxido rojo estos últimos para detener la oxidación acelerada, materiales ambos con demostradas propiedades cancerígenas y vetados para el uso humano en cualquier lugar donde la salud pública no sea un factor mas de control de la población], hasta el pistero ex talibán transformado en próspero pero temporal maceta, pasando por cuanto ministro, embajador, plumífero, tracatrán, abogado, ingeniero, internacionalista, deportista, agente o capitán este vinculado laboralmente al estado.

Las tasas de desempleo cubanas del 1.8 y 1.6% en los dos últimos anos revelan en sentido opuesto al propuesto, el franco y desafiante desinterés de los sectores más productivos de la población económica activa del país en laborar para el explotador en jefe. Nunca fue más conveniente para un régimen acogerse a la metodología generalmente aceptada para el calculo del índice de desempleo que el castrismo, en cuanto la tasa de desempleo se define como la razón entre la población económicamente desocupada y la económicamente activa [TD=D/PEA*100], con dos breves acotaciones para el caso cubano:

1] la población económicamente activa cubana se calcula por las personas que se registran oficialmente en las dependencias del Ministerio del Trabajo y los Salarios que, para el caso del desempleo cíclico que experimenta el sector automovilístico mundialmente y en particular en Norteamérica los desempleados acuden inmediatamente a registrarse en las dependencias del seguro de empleo; en tanto el desempleado crónico cubano no está interesado en formar parte de esas estadísticas por cuanto no son económicamente estimulantes y porque el tiene opciones alternativas y capacidad de escoger, porque en ultima instancia el oficio de “buzo” es más lucrativo y conveniente que el de albañil o campesino. Nadie quiere ser constructor ni policía y aun algunos se preguntan por qué.

2] Porque cientos de miles de trabajadores desplazados de esta o aquella industria se les da el tratamiento de reubicados o en entrenamiento, en tanto las plantillas infladas y el subempleo que colapsa la empresa, las instituciones y las propias estructuras gubernamentales no se registran como desempleados. En el caso cubano el desempleo no es cíclico ni temporal sino estructural. Cuando se realice la transición, lunáticos del castrismo, izquierdas ingenuas o mal intencionadas y respetables organismos internacionales apuntaran con un dedo cómplice a las reales tasas de desempleo de la economía cubana lo que es un tema de alta sensibilidad social y humana que no podrá ser desconocido en una rápida transición de la que soy partidario. Pero entonces estaremos en los tiempos de la transparencia, la verdad, el decoro, pero también de las oportunidades, sin mas limites que lo que cada uno se proponga y tenga las habilidades y la fuerza interior para concretarlo.

El intento de Raúl Castro de estimular la economía mediante la implantación de un sistema de pago por rendimiento ha chocado una y otra vez con la resistencia de la burocracia, los trabajadores y la sociedad en su conjunto. La gente, sin ser economistas, ni sociólogos, tienen un sentido común de la realidad que los conduce por los senderos de los ingresos parasitarios provenientes de las remesas, el mercado informal, el jineterismo en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, el trafico de divisas al pie de las CADECAS, shopping y en cuanto lugar sea posible; el carterismo y los asaltos a mano armada y sin más armas que la necesidad imperiosa de sobrevivir al menos hasta el día siguiente; promotor de puestos de viandas en el mercado agropecuario oficial de La Lisa y en los ilegales de los alrededores; transportista estatal o privado de mercancías, personas, “business” y de cuanto sea necesario mover de aquí para allá y para acá; con combustible estatal o “resuelto”.

La sociedad cubana rechaza a sotto voce de mil maneras diferentes el status quo del régimen y se mueve con ella la economía, aunque testarudos de cualquier ortodoxia no lo perciban, porque la economía no son solo estadísticas de cuentas nacionales: la economía es un sistema vivo y dinámico que expresa y resume la ardua labor de todos los actores económicos; y no importan los editoriales, las campañas, los “cinco héroes prisioneros del imperio”, las represiones a la disidencia, Mariela y Alejandro Castro y el Bloguero en Jefe. Cuba inexorablemente se mueve.

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