martes, julio 14, 2009

Economia Politica de la Transicion en Cuba [1]/ Lazaro Gonzalez


Economía política de la transición en Cuba ( I )
Lazaro Gonzalez [Trabajo original para Cubanalisis-Think Tank]

Para afrontar su devenir con un mínimo de confianza y esperanza, cuando se vive en medio de la crisis, todo Estado necesita que su más responsable intelligentsia formule un sereno juicio crítico sobre las ideas y creencias vigentes, identifique el rumbo o la pérdida de rumbo de la nación y proponga, entonces, un nuevo proyecto de utopía que señale la singladura correcta.
Carlos Alberto Montaner

I


Cuando Antoine de Montchrestien en 1615 introdujo el término de Economía Política dejo establecido la diferencia entre el estudio de las relaciones sociales de producción, la Economía y las políticas económicas. A finales del siglo XIX, su empleo fue cayendo en desuso siendo sustituido paulatinamente por el más aséptico de Economía a secas, lo que ha dado origen a frecuentes confusiones en los planos de análisis en el complejo proceso de estudio de los sistemas económicos.

Tal parecería que fue Marx quien introdujo el concepto de Economía Política, tal como se encargaron sus seguidores de asentar como historia constituida. En ello como en muchos otros de sus “descubrimientos” y “aportes”, el creador del catecismo que lleva su nombre, se apropió de numerosos conceptos y teorías de investigadores que le precedieron o fueron sus contemporáneos, para construir un mejunje evolucionista, determinista y lineal seudo teórico que no se validó en la practica histórica. La contribución marxista a la Economía Política que tanto exaltó la academia soviética y vulgarizó en sus manuales de adoctrinamiento masivo para grabar en el hipotálamo de varias generaciones la certeza en que el esclavismo de hoy seria inevitablemente transmutable en el paraíso del mañana; sin desdeñar la labor de neo-marxistas y admiradores de todas las denominaciones, fanáticos y creyentes que intentan actualizar a un Marx que es inmodernizable por antonomasia.

Una enjundiosa y aguda critica al Marxismo en general y a su Economía Política en particular puede encontrarse en “El fin de la utopía”, del .investigador cubano Juan F. Benemelis. Desde la primera edición del primer tomo de El Capital en 1867 hasta el presente han transcurrido 142 años y el legado que les dejó a sus ambiciosos herederos desde Corea del Norte hasta Cuba, es una indigencia teórico-conceptual concreta que ni es “guia para la accion” ni brinda solución a los agónicos problemas en que la aplicación de la teoría perfecta de la historia y la sociedad los enterró.

Sin embargo, lo trascendente conceptualmente no reside en si empleamos el término Economía Política o Economía, sino en la distinción teórica entre uno y otro concepto y la política económica. Soy partidario de emplear la expresión Economía Política para distinguirla del plano de análisis de la Economía y de la Política Económica en tanto implementación practica de las estrategias derivadas de las mismas. La Economía Política es una ciencia social que no es ni puede erigirse en la Ciencia Social que sustituya a la Sociología, la Antropología, etc. como Marx, Lenin y sus seguidores han pretendido. Mucho daño continúan hoy provocando estas añejas pretensiones, al punto que la academia en muchas ocasiones evita emplear el término aun cuando se efectúen investigaciones multidisciplinarias con vistas a comprender como las diferentes variables sociales, económicas, legales, políticas, institucionales, y otras, determinan concretamente el comportamiento de los mercados.

Por su parte, la Economía tiene su objeto de estudio bifurcado en dos grandes campos de análisis: la Macroeconomía por un lado y la Microeconomía por el otro. Mientras la Macroeconomía efectúa el análisis de los bienes y servicios producidos, los ingresos, el empleo, la utilización de los recursos productivos, la resultante de precios, las balanzas de pago y comerciales y la inflación, entre otros, la Microeconomía evalúa el comportamiento real de los agentes económicos, sean empresas o consumidores, las relaciones entre la oferta y la demanda, y las vías para la optimización de los beneficios de los empresarios y las utilidades de los individuos.

Por su parte la Política Económica es la vía mediante la cual los gobiernos implementan sus estrategias para conducir la economía de un país. Entre las herramientas mas poderosas y comúnmente empleadas se cuentan:

• Políticas fiscales
• Políticas monetarias
• Política cambiaria
• Política de precios
• Políticas de comercio exterior
• Políticas institucionales
• Políticas sectoriales
• Políticas en el corto, medio y largo plazo, etc.

Queda claro que la integración y coordinación de las diferentes políticas deben ser congruentes con los objetivos estratégicos determinados por los gobiernos. Por ejemplo, los ejecutivos tienen que establecer sus políticas ante el desempleo, la inflación, la distribución del ingreso, la priorización de ciertos sectores de la economía nacional, entre otros; lo cual se concreta a través de estímulos, incentivos, excepciones o beneficios tributarios, así como la prohibición o limitación de ciertos actores y/o actividades económicos incompatibles con la estrategia establecida.


II

Se han realizado numerosos estudios –no siempre suficientes- en el contexto de diagnósticos y trazado de políticas económicas para la transición económica en Cuba, pero escasean los enfoques teórico-conceptuales desde el prisma de la Economía Política. Tampoco abundan los ensayos a un nivel concreto más allá de una recopilación de cifras estadísticas tomadas de la nunca confiable Oficina Nacional de Estadísticas.

Queda claro que la transición económica es parte constituyente de la transición global de la sociedad cubana desde un régimen castrista hacia una sociedad democrática. Para la mayoría de los analistas del tema de las transiciones del Socialismo al Capitalismo, éstas son consideradas como una transición de una economía centralmente planificada a una economía de mercado. Cierto para las transiciones realizadas y aún en proceso en la Europa del Este, pero en el caso cubano no es la simple transición del centralismo al mercado libre: lamentablemente, es mucho más compleja teórica y prácticamente.

Es en estos marcos conceptuales donde realizaremos una aproximación al complejo proceso de la transición económica en Cuba, sin pretender que sea ni la primera ni la última palabra al respecto. Más bien desearía fuera considerada una “provocación” para especialistas, expertos, economistas, hombres de negocios, políticos, y también para el ciudadano común. Sin el concurso proactivo y no reactivo de todos, no será posible trazar las directrices estratégicas de esta complejísima transición, no exenta de traumas, costos sociales, incomprensiones, y también parciales retrocesos. Me daría por satisfecho si este breve trabajo modestamente contribuyera a ello.

El verano del 2009 marca 50 años y medio de la toma del poder por parte de Fidel Castro, y el ambiente socio-político que vive el país se caracteriza por la polarización de la sociedad en dos grandes grupos. Si en un extremo se ubican las grandes masas del pueblo, que con diferentes percepciones del proceso esencialmente no pueden ni quieren seguir viviendo como hasta ahora, en el otro se ubica una nomenklatura liderada por los Castro, que se aferra a sus parcelas de poder, que no pueden continuar gobernando como hasta ahora lo han venido haciendo, y que buscan desesperadamente alternativas para sobrevivir.

Los mas de 3 millones de planteamientos o propuestas realizadas con motivo del proceso de asambleas populares ordenado por Raúl y dirigido por el Partido en las bases para constatar face to face la opinión popular, y que permanecen como otro de los tantos secretos de estado, debieran haber encontrado respuestas, según las expectativas populares y palabras del propio sucesor, en las reformas estructurales que se realizarían oportunamente. Ciertas o no las verdaderas intenciones de Raúl Castro de acometerlas, la aplastante realidad es que tres años después de que tomara posesión, provisional primero y oficial después, de los cargos supremos del estado, las prometidas reformas estructurales de la economía nacional no han trascendido mas allá de reformular ciertas prohibiciones.

Un ejemplo reciente de ello: las agencias y medios de prensa han estado presentando en los últimos días como un acontecimiento relevante –y otros medios lo reproducen en un acrítico copy and paste-, el hecho que durante el primer semestre del presente año las licencias concedidas por el gobierno cubano a transportistas privados se haya incrementado en un 81%. Después de nueve años sin otorgarse una, el pasado diciembre el general levantó la prohibición. Quizás muy pocos, para no ser absoluto, de los que divulgan la noticia, se hayan leído la resolución al respecto, porque de haberlo hecho hubiesen comprendido que esta presunta reforma liberadora es una férrea camisa de fuerza al despliegue de la actividad. Precisa definición de las zonas en que están autorizados a prestar sus servicios, tipos de cargas, tarifas, incluso horarios; constituyen junto con los elevados impuestos fijos, causas obligadas para su violación por los porteadores privados.

Hace apenas dos meses, en mayo de este año, Granma volvía amenazante a la carga anunciado un conjunto de medidas restrictivas y de enfrentamiento a ilegalidades en las vías que pueden conducir incluso al decomiso del vehiculo. No es necesario explicar cuales son los medios de transporte de los porteadores privados donde el vehiculo mas modernos es el Lada que alguna vez obtuvo por su fidelidad. Lejos de estimular realmente el desarrollo legal, con soporte financiero y logístico, el crecimiento del sector privado de transporte, que en muchas regiones de Cuba es virtualmente el único que presta servicios (ante la imposibilidad de la burocracia estatal de brindarlo), la severa implementación de estas medidas es otro método empleado para cerrar los espacios a la iniciativa privada, aunque la gran prensa y los copiadores no lo reflejen.

Dando por ciertas las declaraciones de los funcionarios del régimen que el país importa alrededor del 80% de los alimentos que se consumen, el llamado de Raúl Castro de “virarse para la tierra” y establecer que la primera prioridad del país –de boca para afuera- era la producción de alimentos; encuentra que el proceso de entrega de tierras en usufructo marcha con una lentitud rayana en una jornada de brazos caídos. Curioso que aproximadamente el 80% de los beneficiados no hayan tenido experiencias agropecuarias anteriormente, salvo alguna movilización agrícola o la cría de puercos y pollos intra-domiciliaria. Entregadas un 20% -un 41% según la propaganda oficial- de las tierras ociosas infestadas de la planta nacional en la que se ha constituído el marabú, la mayoría de ellas aun no son explotadas convenientemente, en lo que es una clara señal que los objetivos propuestos no serán tampoco alcanzados y que Cuba continuara importando la parte mayoritaria de los alimentos que consume.

Sin la certeza de que pasará mañana con sus esfuerzos, con precios aun fijados centralmente, desmontando montes de marabú y labrando una tierra que nunca les pertenecerá y sin mas recursos que .sus corazones y machetes y guatacas que tienen que adquirir a precios de estafa en CUC, el nuevo agricultor cubano no será el que le resuelva el problema alimentario al castrismo; más bien, el castrismo lo sabe, y la operación “Tierra” no es mas que otra maniobra diversionista.

La pretendida reforma salarial que suponía la estimulación a la productividad y la eficiencia por la vía de vincular los ingresos de los trabajadores, e incluso técnicos y funcionarios, a los resultados finales de la gestión empresarial, no ha podido ser concretada, como oportunamente algunos advertimos; a pesar de todos los esfuerzos realizados por el Ministerio de Trabajo, los Poderes Populares y el Partido, y que a entre otros le costo el cargo de ministro al sindicalero de toda una vida Morales Cartaza. Y es que la pretendida vinculación de los ingresos a los resultados finales no puede ser resuelta dentro del actual sistema de administración económica.

No es un problema de cuadros, no es incluso solo un problema técnico, sino que es un problema de sistema; en tanto los intereses socioeconómicos de los individuos son incompatibles con los de la empresa en cuestión, y aún más con los del estado. Con más de 20 años trabajando en empresas cubanas y estrechamente vinculado técnica y ejecutivamente al tema, jamás –ni siquiera en la década de “oro” de las empresas en los 80- un sistema de pago por rendimiento contó con las mínimas condiciones técnico-organizativas y logísticas para que pudiera desenvolverse adecuadamente. Las constantes interrupciones del proceso productivo por los fallos de abastecimiento técnico-material, los frecuentes cambios de prioridades productivas entre las que se incluyen la ejecución de alguna de las tantas tareas de turno del Comandante en Jefe, o una movilización agrícola o militar, o un mitin de repudio, o cualquier otra cosa que fuera una prioridad para el partido a cualquier nivel, eran suficientes para destrozar el sistema de pago por rendimiento mejor diseñado.

Quizás valdría la pena ilustrar el tema salarial en Cuba con una experiencia personal. Cuando a mediados de los 90 fui enviado a una empresa que cumplía un rol logístico clave en un ministerio, y que estaba propuesta a ser desintegrada –con lo que me quedaría sin trabajo- en lo que fue una “sanción” por mi alusiva reticencia a ser nombrado en una importante responsabilidad, un grupo de personas nos dimos a la tarea de convertir a esa empresa en un modelo de “eficiencia” socialista. Entre otras muchísimas medidas que implementamos, una de las más importantes fue diseñar y aplicar un sistema salarial por rendimiento sustentando no en normas laborales, sino en el nuevo valor creado.

Contando con la conspiración de un director del Ministerio de Trabajo y la anuencia iletrada de los “organismos superiores”, el sistema se aprobó en forma experimental. Para las personas no familiarizadas con el concepto, el nuevo valor creado es el resultado contable de sustraerle el consumo material a la producción realizada [no a la producción bruta, ni a la mercantil, sino a la producción realizada que se fijaba contablemente cuando el cheque por el servicio prestado era depositado en la cuenta bancaria de la empresa].

Los resultados se hicieron notar de inmediato. Trabajadores acostumbrados a ganar el 100% de su salario escala, de pronto se vieron con que sus ingresos dependían realmente de sus propios esfuerzos. Algunos comenzaron a devengar más de 15 veces su salario escala, la mayoría entre 8-10 veces, y una exigua minoría de los vagos habituales del “sociolismo cubano” alertaron a los “organismos superiores”, los sindicatos y el partido sobre la injusticia “sociolista” de la que estaban siendo objeto. Siempre subestímanos la fuerza del “sociolismo” de las organizaciones e instituciones de la “sociedad civil cubana” y pagamos por ello.

Uno de los resultados derivados de aplicar este sistema fue que los males crónicos del sistema empresarial cubano desaparecieron por si mismos: no más tormentos con cuentas por cobrar, no más exigencias insolubles con los abastecimientos técnico-materiales, no más llegadas tardes al trabajo por culpa del escaso transporte urbano, y un largo etc. Si se requerían gomas para un camión de transporte, y la empresa con solvencia en pesos cubanos y en divisas no la encontraba en el mercado porque la gomera llevaba seis meses paralizada, eso no era óbice para que el chofer realizara sus pertinentes gestiones en el mercado real al cual todos de una u otra forma estábamos obligados a acudir. Si fallaba el camión cisterna de CUPET con la cuota semanal de petróleo, porque la refinería estaba rota, siempre alguien hacia un “trueque” con algún campesino para llenar el tanque de su camión.

Métodos todos poco ortodoxos, pero que demostraron su eficacia y eficiencia aunque alguna alma pura y no contaminada con la mundanal vida empresarial se los cuestione. Para algunos de nosotros con ciertas inquietudes que rebasaban el marco empresarial era un experimento que lo trascendía y nos brindaba importantes experiencias de por donde andaban las realidades cubanas.

Sin embargo, al cabo de un año comenzamos a notar un adormecimiento de los resultados, en lo que los analistas denominan la meseta del proyecto. Como no éramos analistas sino ejecutivos, la respuesta tipo meseta no nos satisfizo, y gracias a ello pudimos constatar que el trabajador que ganaba 15 veces su salario escala aún no podía satisfacer las necesidades básicas de su familia.

¿Por que? Pues porque debía acudir a las eufemísticamente denominadas tiendas recuperadoras de divisas para aliviar las tareas domesticas de su esposa con la adquisición de una lavadora, o adquirir el aceite comestible, o la cuota de proteína y de leche para garantizar el desarrollo normal de sus hijos.

Decididos a ir hasta el final, se le propuso al hoy defenestrado Carlos Lage, quien seguía atentamente el experimento en tanto alternativa al denominado Perfeccionamiento Empresarial que impulsaban las FAR por orden de Raúl Castro, la apertura de una “shopping” en la empresa, que convenientemente abastecida y con una tasa de cambio de uno a uno, -en franca contraposición a la leonina de 27,26 y 25 a uno de las CADECAS-, le permitiera a los trabajadores escoger, de acuerdo a sus prioridades (que nadie sabía mejor que ellos) y sus ingresos, lo que consideraban mas conveniente.

Era demasiado para los “sociolistas”.


III

No se ha priorizado con la urgencia requerida por nuestra comunidad de pensadores sociales una línea de investigación sistemática y con rigor académico, que concrete una doctrina orgánica e integrada sobre la transición en general y la económica en particular, en lo que hoy se está denominando como “Transitologia”. Término en cierta forma prematuro y pretencioso, en tanto las transiciones objeto de estudio presentan más diferencias que semejanzas en cuanto a puntos de partida, intensidad, madurez, costos sociales, resultados económicos y potencialidades de reversión; y mas que una teoría de la transición con lo que contamos es con un conjunto de observaciones analíticas no estructuradas en un cuerpo teórico, y poco formalizadas conceptualmente, salvo algunas honrosas excepciones como es el caso de la investigadora Marie Lavigne, The Economics of Transition: From Socialist Economy ....

Otra de esas excepciones que nos llena de sano orgullo la constituye el formidable ensayo del enciclopedista y analista cubano Juan F. Benemelis “El fin de la utopía” ya anteriormente mencionado.

Sin embargo, afortunadamente contamos con un cuerpo de eminentes economistas, expertos por demás en economía cubana, con probada experiencia en el mundo de la economía real: Mesa-Lago, Sanguinetti, Castañeda, Morales-Pita, Betancourt, Hernández-Catá, Pérez-López, Pujols, por solo mencionar a algunos de la diáspora, pues la lista sería interminable, considerando también a ejecutivos empresariales con una profunda cultura económica y vasta experiencia empresarial que mucho aportaría. Agregaría a un Carranza que se desempeña en la secretaria de la UNESCO para America Latina, y coautor junto con Monreal y Gutiérrez del aquel libro que por primera vez en Cuba proponía desde adentro la necesidad de reformular la economía socialista en términos de eficiencia y mercado; al propio Monreal y también a un grupo investigadores como Everleny, Triana, Marquetti y Vidal, que trabajan en la Isla, y que sin la mordaza represiva pueden contribuir a la formulación de las políticas mas adecuadas para la transición económica. Homenaje especial para el lamentablemente desaparecido maestro Felipe Pazos.

En un breve pero enjundioso articulo destinado a explicarle al gran publico la misión de un economista, Jorge Sanguinetti subrayaba: “Pocas cosas suceden por casualidad en las cuestiones públicas de un país dominado por una sola persona. La ciencia económica es la ciencia de las evaluaciones de todo lo que sea gobierno y mucho más, y un gobierno totalitario no habrá de permitir que lo evalúen libremente. Por eso fueron unos economistas cubanos en la isla los primeros en declararse independientes y enfrentarse al gobierno en un afán que, por tener una ética profesional insobornable, acabó convirtiéndose en una acción política y una gesta heroica. De ahí que Cuba y nuestra profesión de economista tengan una deuda con Marta Beatriz Roque, Vladimiro Roca, Armando Ramos Lauzurique, Oscar Espinosa Chepe, Manuel Sánchez Herrero, sus respectivas familias y muchos más. A todos ellos va dedicado este artículo”. Con modestia me uno a su homenaje.

No es menos cierto que contamos con una masa crítica de estudios que diagnostican los principales problemas que experimenta la economía cubana. Sin embargo, la mayoría de ellos, elaborados por prestigiosos economistas, se centran en indicadores macroeconómicos y en algunos casos sectoriales que no rebasan la frontera de la etapa de diagnostico. Uno de los objetivos del presente trabajo es convocar a que esa enorme fuerza intelectual se proyecte positivamente en la proposición de políticas macroeconómicas, sectoriales y microeconómicas que les faciliten a los políticos la toma de decisiones. Sin un programa claro y técnicamente argumentado, que incluya el factor social, la transición de la economía castrista a una economía libre seria aun más incierta y traumática. La rica experiencia de la transición económica efectuada en la Europa del Este así lo corrobora.

En tal sentido, avanzo un diagnostico esencial de mi percepción sobre los principales problemas que corroen las potencialidades de la economía cubana, a los efectos de estimular el beneficioso ejercicio del intercambio de criterios profesionales sobre tan importante aspecto de la realidad cubana. No he incluido en esta síntesis el asunto clave de las instituciones y políticas por considerarlo efectivamente parte componente de la hoja de ruta de la transición económica, que en el orden metodológico deben ser abordados en la evaluación de la política económica. La polémica intelectual respetuosa soportada por argumentos es no solo bienvenida, sino imprescindible, con el ánimo de contribuir a la construcción de un mapa estratégico para y con los actores políticos de la transición cubana.

• Estancamiento social y económico que impide no ya la reproducción ampliada de la sociedad, sino que compromete su simple reproducción

• Valores culturales deformados [por valores culturales considero el conjunto de contenidos esenciales de la cultura social que se expresan a través de normas, actitudes, formas de comportamiento grupal e individual incluidas los hábitos conductuales y costumbres], que serán un elemento clave en la construcción de los consensos necesarios para articular las políticas económicas de la transición y en la asunción de los costos sociales inevitablemente asociados

• Pobreza estructural que transcurre en un circulo vicioso con una aceleración tendencial negativa

• Asistemicidad y poca integración sectorial, ramal, territorial y empresarial de la economía cubana. La misma no se estructura ni vertebra en un organismo económico ni en lo interno ni en lo externo. Las una vez denominadas locomotoras económicas del país como el turismo, la minería [níquel, petróleo, gas] y la biotecnología no han logrado erigirse en factores integradores que impulsarán vía la demanda agregada de bienes y servicios al resto de los sectores y ramas del país, y continúan operando como enclaves aislados del resto de la economía, con lo que su efecto multiplicador es pobre e indirecto. El componente nacional de sus insumos continua siendo muy bajo y la Oficina Nacional de Estadísticas se cuida mucho de brindar cifras al respecto, aunque es posible deducirlas indirectamente con cierto grado de certeza.

Ni el productor de vegetales frescos puede suministrar directamente los mismos a precios de mercado a una instalación hotelera, ni el gerente del hotel esta interesado en negociar con el campesino de Güira de Melena, pues sus conveniencias personales lo encaminan a firmar contratos de suministros con un intermediario, siempre que sea extranjero. Y no ha habido discurso, orientación del Partido y resolución ministerial que haya podido modificar esa conducta gerencial; y no cambiará hasta que el gerente de hotel tenga sus intereses en la eficiencia de la instalación y no en los bolsillos del extranjero.

Mientras Sherrit International consume 35 barriles de crudo por tonelada de níquel más cobalto producido, las dos plantas bajo administración cubana requieren más de tres veces esa cantidad [117 barriles] que los coloca por debajo del umbral de rentabilidad. Quizás alguien todavía no logre explicarse esas diferencias; los directivos de la Sherritt producen para un mercado estratégico extremadamente sensible, afectado como pocos por cualquier acontecimiento no fácilmente previsible, que le confiere una elevada elasticidad a la variable precio-demanda del níquel [elevada sensibilidad del precio] y en consecuencia toman las decisiones correspondientes so pena que la junta de accionistas que se reúne semestralmente en Toronto de cuenta de ellos.

La gerencia de las plantas cubanas, por capaces que puedan ser, no están facultadas para ello. Ni el director de la "Soto Alba" ni siquiera la ministra Yadira García gerencian el níquel cubano, como tampoco Agustín Lage o Kouri la biotecnología. Ejecutores de órdenes que defienden sus esmirriadas, temporales e ilusorias parcelas de poder, y eternos candidatos a la guillotina del terror castrista: he ahí la verdadera la razón de ser de la gerencia cubana.

• Tasas de inversiones productivas en bienes de consumo y servicios con efectos “0” o negativos para la mayoría de las inversiones

• Inversiones en bienes de capital y tecnologías con elevado grado de obsolescencia moral y/o material, que no garantizan la reproducción sustentable de la base económica del país

• Rentas bruta y neta insuficientes, y en ocasiones negativas, resultado del déficit estructural en la creación de riqueza, que constituyen un obstáculo para elevar a su vez las inversiones, incrementar los ingresos públicos y las remuneraciones por cualquier vía a la población. Contracción de la demanda derivada

• Niveles de ahorros públicos [estatales] críticamente insuficientes, que se destinan a financiar el amplio espectro de empresas estatales con pérdidas operacionales, actividades jerarquizadas de dudoso impacto social, y a sostener una maquinaria represiva y propagandista interna e internacionalmente. Las cifras referidas en términos porcentuales del PIB, que se presentan en el parlamento unánime una vez al año, enmascaran las verdaderas cuentas nacionales que una paralela y real tesorería central administra impunemente de acuerdo con los intereses de Punto Cero o La Rinconada.

No hay Ministro de Economía o Finanzas que conozca los flujos de caja reales del país de la doble moral y el gobierno formal y el real; donde la Auditora General no tiene acceso a esas operaciones y lo es solo por su fidelidad demostrada en largos años al frente de los aparatos de evaluación de cuadros de Ciudad de la Habana y el país. Cuando renombrados expertos que residen en países democráticos, acostumbrados a las exigencias de la transparencia publica, evalúan estos temas, suelen arribar a conclusiones inexactas al no considerar estos elementos claves de la realidad cubana

• Ahorro personal muy limitado, polarizado y con escasas posibilidades de capitalizarse o ser resultado de una capitalización anterior. Las masas de dinero fuera de la circulación en términos de ahorro personal se ubican en estrechos estratos de la población cuyos orígenes provienen mayoritariamente de las remesas familiares, el mercado negro, y pequeños negocios que se insertan legal o ilegalmente en cuanto nicho de mercado donde la demanda estructurada no esté convenientemente cubierta. La vida en general, y la económica en particular, se abren paso a pesar de las legislaciones, represiones o caprichos de los hacedores de las normas; importante lección que a veces no le prestamos la suficiente atención en nuestros esfuerzos por desentrañar las estadísticas castristas y castradas.

Ante la inexistencia de una clase media, principal creadora de ahorros en el mundo, los ridículos ingresos personales y la falta de políticas de incentivos al ahorro privado, los mismos más que ahorro son atesoramientos independientemente si están en una cuenta bancaria o convenientemente protegidos en el tanque séptico de la vivienda. Desde mi punto de vista, los ahorros personales, que han demostrado tener enormes potencialidades de fuentes de financiar proyectos públicos y privados, están viciados en unos casos por el consumo suntuario –para las condiciones cubanas- al que los destina un estrecho segmento de sus tenedores, y por la agónica sobrevivencia diaria del estrato mayoritario.

• Insustentable, atrofiada y amorfa dependencia exterior en todos los componentes del sistema económico, social y tecnológico. Primer país del mundo en deuda externa per cápita y segundo deudor del Club de Paris, sin considerar la deuda con el extinto bloque soviético y el chavismo. Declarado en moratoria de pagos desde 1986, no ha logrado concretar con éxito ninguno de los intentos de renegociar sus deudas. En el mundo real que el Castrismo le secuestra a la Nación Cubana, cada país, entidad e individuo están acotados por su capacidad crediticia, avalada por un conjunto de factores entre los cuales los dos definitorios lo constituyen sus activos y el cumplimiento de sus compromisos de pago.

No es de sorprender, por consiguiente, que no tengan acceso a los organismos financieros internacionales, embargo aparte, ni a líneas de créditos en condiciones comerciales. Alarga su agonía con el financiamiento chavista, como antes lo hicieron con los soviéticos, y los aventureros a todo riesgo que pretenden capitalizar las oportunidades de la miseria olvidando que están negociando con los corruptos maestros de la mafia moderna. Financiamientos asociados a intereses geopolíticos como los rusos, chinos y brasileños, son absolutamente insuficientes para remontar el punto de no retorno. Una de las causas no siempre descritas de la alta dependencia financiera externa, se asocia a los pobres niveles de ahorro nacional y las políticas estatales que impiden movilizar y capitalizar en proyectos social y económicamente sustentables no solo el ahorro público sino también los ahorros personales y las remesas.

Insostenible dependencia externa de productos primarios y básicos incluyendo el declarado oficialmente 80% de importaciones de alimentos que no logran paliar las insuficiencias de una dieta críticamente insuficiente y pésimamente balanceada en términos de lo que se considera una alimentación saludable, a pesar de las declaraciones del Ministro de Economía de turno referidas a las garantías dadas de las 3,100 calorías diarias. Cualquier similitud con la declaración hace 25 anos del Supremo en Jefe que Cuba produciría alimentos para 40 millones de personas no es pura coincidencia, y se enmarca en los propósitos de la maquinaria propagandista dirigida a izquierdas cómplices, ignorantes, ingenuos, y brindarles argumentos a los cooperantes y agentes de influencia que operan en el exterior en el sostenimiento de otro de los tantos mitos del marketing político castrista, como también lo son la educación, la salud y la justicia social.

En términos de bienes intermedios y de capital, el país no puede emprender ningún proyecto de relativa importancia que pueda acometerse contando con equipamiento, tecnología y know how nacional, no solo por la falta de competitividad de la empresa nativa que pudiera estimularse con programas adecuados sin hacer concesiones a un proteccionismo espurio que las haría aun mas ineficientes, sino por su imposibilidad operacional, no importa que el país tenga más ingenieros y técnicos por habitante que Canadá o Francia. Si la practica es el criterio valorativo de la verdad, como nos incrustaron en la ultima neurona funcional, la dieta básica de los semiesclavos haitianos que laboraban en haciendas cubanas, incluyendo las del terrateniente Ángel Castro, consistente en harina de maíz, tasajo o bacalao, boniato y guarapo, no ha podio ser alcanzada en mas de medio siglo de Economía Política Castrista.

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