Consejo chino/ Cortesia de Alfredo Pong CubaHumor
Espinaxiones nos trae discursos originales de Fidel Castro en su version oficial sobre China y el maoismo.
_____________________
Discurso pronunciado en la celebración del VII Aniversario de la Revolución, en la Plaza de la Revolución, el 2 de enero de 1966. (Español)http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1966/esp/f020166e.html
El año pasado les decíamos nosotros que en 1966 no habría un salto muy grande, aunque hubiese habido un año normal; que el incremento más notable se obtendría en 1967, y que ya en 1967 produciríamos la zafra azucarera más alta de la historia de nuestro país y debe ocurrir así si contamos en 1966 con un año normal de lluvias.
Ahora bien, sin embargo, hay un producto, por razones ajenas a nuestra voluntad, en que vamos a tener dificultades en este año, y ese producto es el arroz. Voy a explicar las razones por las cuales tendremos menos arroz, basándome en este informe de nuestro Ministerio de Comercio Exterior, en relación con el intercambio comercial con la República Popular China.
Dice: “Nuestra política comercial con China se orientaba para 1966 a continuar el aumento del volumen de intercambio, siguiendo así la tendencia de los últimos años.
“Las exportaciones planificadas para 1966 ascendían a 110 millones, y las importaciones a 140 millones.
“Estas cantidades, comparadas con los años anteriores, preveían mayores entregas de azúcar por nuestra parte y mayores entregas de arroz por la otra parte.
“A mediados de noviembre llegó a Pekín nuestra delegación para discutir el protocolo comercial para 1966, que deberá ser firmado en La Habana, presidida por el director de nuestro ministerio, compañero Ismael Bello. Después de varias entrevistas con las autoridades chinas, estas plantearon oficialmente lo siguiente:
“Azúcar: la parte china no podrá aceptar las 800 000 toneladas de azúcar ofertadas, por las razones siguientes:
“a) Que este año habían tenido una gran cosecha.
“b) En 1961 la URSS les hizo un préstamo de 500 000 toneladas de azúcar, liquidables en el mismo producto. En este año ya han terminado de pagar este azúcar a la URSS, utilizando parte del azúcar que compraban a Cuba.
“c) Que el pueblo chino actualmente no necesita bonos para comprar azúcar, por existir cantidades suficientes para satisfacer la demanda.
“Que las cantidades suministradas de arroz a Cuba en el año 1965 ascendentes a 250 000 toneladas constituyeron una excepción, debiéndose a la solicitud formulada al embajador chino por el Primer Ministro Fidel Castro.
“Que para el año 1966, no obstante haber tenido una buena cosecha, no ven posibilidades de cantidades superiores a las del año 1964, que fue de 135 000 toneladas métricas, por las razones siguientes:
“a) Necesidad de crear reservas para en caso de que se produzca un ataque por parte de los imperialistas yankis.
“b) La ayuda que tienen que prestarle a Viet Nam.
“c) Déficit en la producción de otros cereales, que los obliga a efectuar importaciones del área capitalista, teniendo, por tanto, que dedicar algunas cantidades de arroz para obtener divisas para esos fines.”
Sigue diciendo el informe de nuestro Ministerio que “China nos había concedido dos créditos estatales, uno en 1960, por 60 millones para plantas completas, y otro en 1963, por 40 millones, para desbalances comerciales.
“Del crédito de 60 millones ya se han utilizado 30 millones en varios contratos de plantas, y 20 millones para cubrir el resto del desbalance de 1965. El crédito de los 40 millones de tipo comercial ya ha sido totalmente utilizado.
“Al plantear nuestra delegación utilizar el resto de los 10 millones del crédito de 1960 para financiar parcialmente el desbalance que se produciría en 1966, según nuestras cifras de exportaciones e importaciones, la parte china respondió lo que sigue:
“La utilización del crédito económico no estaba a su alcance resolverlo, debiendo plantearse a nivel de gobierno. Pero en cuanto a los productos y cantidades que podían entregarnos, sus ofertas eran las máximas y que, por tanto, eran definitivas.
“Manifestaron que de esta forma el volumen de intercambio alcanzaría más o menos el nivel del año 1964, ya que sería un comercio balanceado.
“Implicaciones comerciales de estos planteamientos —dice el informe de Comercio Exterior—: aunque la parte china habla de llevar nuestro comercio a nivel de 1964, al no concederse desbalance como en años anteriores, en verdad lo que se lleva a nivel de 1964 son nuestras exportaciones solamente, pero el valor de nuestras importaciones caerá a un nivel por debajo de cualquiera de los años de intercambio desde 1961 a 1965, desde que en 1961 nuestros intercambios comerciales se establecieron —como es usual entre países socialistas— mediante protocolos comerciales anuales.
“El valor de nuestras exportaciones, 600 000 toneladas métricas de azúcar a 6,11 la libra, y cantidades de níquel y cobre similares a años anteriores, será en 1966 de unos 85 millones. La parte china viene ajustando sus ofertas a este valor, lo que concuerda con su planteamiento de comercio balanceado.
“Comparando nuestra capacidad de compra de 85 millones con el valor de nuestras necesidades presentadas de 140 millones, los planteamientos chinos significan caídas en ese mercado del orden de 55 millones. Esto incluye la caída de 150 000 toneladas métricas de arroz, por valor de 22 millones de pesos, a 145 pesos la tonelada métrica.”
Para comprender esto bien debo referirme a un precedente, que tuvo lugar a fines del año 1964, en ocasión de una proposición que personalmente le hiciera yo a la representación diplomática de la República Popular China en nuestro país, de carácter comercial. Y es que, teniendo en cuenta el hecho de que el consumo per cápita de arroz era muy alto en la República Popular China y bajísimo el consumo de azúcar, y teniendo por mi parte en cuenta el hecho de la siguiente circunstancia: de que en China el azúcar, al revés que en Cuba, tiene un precio para la población de cuatro a cinco veces mayor que el arroz, mientras en Cuba el precio del arroz era de dos a tres veces mayor que el del azúcar; pensé que podía ser de mutua conveniencia a ambos países un mayor intercambio de azúcar por arroz. Y en consecuencia, le hice la proposición —en mi opinión altamente conveniente a ese país y también al nuestro— de que estábamos dispuestos a entregar dos toneladas de azúcar por cada tonelada de arroz que nos enviasen de China (APLAUSOS).
Hacía esta proposición considerando una serie de circunstancias, como les decía. Entre otras, el principio de la división internacional del trabajo, el hecho de que nosotros somos un país que por tradición hemos cultivado caña y somos productores de azúcar; de que somos un país que sabemos cultivar la caña y que podemos ser capaces de obtener altísimos rendimientos de azúcar por hectárea con la caña; no siendo así nuestra situación con el arroz, acerca del cual no tenemos la misma experiencia ni las grandes cantidades de agua, ni grandes ríos, ni grandes zonas de condiciones óptimas para el cultivo de arroz, ni conocemos las mejores técnicas, ni poseemos las mejores variedades de semillas, como ocurre —por el contrario— con la caña. Y por eso hicimos esa proposición.
¿Qué significaba? Significaba para la parte china que, por cada ocho centavos aproximadamente que sustraían al consumo interno de arroz, incorporarían sesenta centavos de azúcar a los precios de la economía interna. Porque al precio que se vende el arroz, y al precio que se vende el azúcar en la República Popular China, equivalía a eso: que por cada ocho centavos de arroz enviado a Cuba, incorporaban a la economía interna sesenta centavos de azúcar, al proponer nosotros entregarles dos toneladas de azúcar por cada tonelada de arroz. Eso es lo que significaba desde el punto de vista financiero interno.
Desde el punto de vista de los nutrientes, ofrecíamos entregar dos libras de nutrientes en forma de azúcar, cuyo valor energético se conoce, cuya utilidad en la producción incluso de medicamentos se conoce, cuyas cualidades nutritivas se conocen perfectamente bien. Por lo tanto, nosotros hacíamos una proposición en que intercambiábamos dos libras de ese nutriente por una libra del otro nutriente.
Fue con ese espíritu de conveniencia mutua, porque jamás de otra forma habría hecho este tipo de proposición.
Y hay que decir que en esa ocasión la respuesta fue más de lo que esperábamos. Aceptaron la proposición, e incluso plantearon que no se hiciera en la forma en que decíamos el intercambio, sino que continuarían pagando el mismo precio por el azúcar y que nosotros continuáramos pagando el mismo precio por el arroz. Fue en aquella ocasión.
Sinceramente, cuando planteé aquello —y basado precisamente en el fundamento de conveniencia mutua—, no era mi idea la de que se aceptaba por un año; sinceramente, creí que aquella era una proposición considerada con sentido perspectivo y a largo plazo. Por eso, no de una manera ingenua —aunque sí ha resultado ser de una manera ingenua— se planteó sobre esa base el intercambio de este año.
Pero, por lo visto, la otra parte no lo entendió así, y entendió que aquello era una cosa excepcional, era por un año. Y en consecuencia, nosotros ya, a fines de 1965, nos hemos encontrado con la realidad de que tendremos prácticamente la mitad del arroz que habíamos recibido el año pasado.
No tenemos recursos para adquirir ese arroz en otros mercados, porque iría en gran detrimento de otros renglones vitales de la economía; podría afectar el renglón de las medicinas, de los tejidos, de materias primas esenciales para la industria. Porque no estamos en el año 1963 o en el año 1964, en que los precios en los demás mercados del azúcar alcanzaron niveles de diez centavos. Es decir, no tenemos los recursos.
Pero además, si los tuviéramos, no sería fácil adquirir el arroz. Porque sabido es que muchos países, por presiones del imperialismo yanki, no comercian con Cuba. Hay algo más: incluso distintos países de América Latina y de Asia, que comercian con la República Popular China, no comercian con Cuba. Razones: el volumen de su comercio con China es mayor; potencialmente es un mercado mucho mayor que el nuestro, y, por tanto, esos países resisten más las presiones del imperialismo yanki contra el comercio de esos países con la República Popular China. Pero nosotros, como somos un país más pequeño, un país que potencialmente somos un mercado mucho menor, que no teníamos un volumen de comercio grande con esos países, resisten menos a las presiones del imperialismo yanki y no comercian con la pequeña Cuba. Ejemplo: Argentina es uno de ellos. Si nosotros queremos comprar allí maíz, no nos lo venden. Uruguay: si queremos comprar arroz, no nos lo venden.
Porque hay que decir aquí con toda claridad que, entre los países del campo socialista, uno de los países más bloqueados por el imperialismo yanki es Cuba, uno de los países con relación al cual el imperialismo yanki ha impuesto fórmulas de hierro contra el comercio, es Cuba. Porque el imperialismo yanki ha llegado al caso insólito de darle carta de ciudadanía a las mercancías, que no la han tenido en ninguna parte, en ninguna época y que son de quien las compra. Y el imperialismo ha logrado implantar normas, mediante presiones y condiciones, que si incluso adquirimos una mercancía de producción norteamericana en otro país, le prohíben el transporte a Cuba, cual si la mercancía fuese un sujeto digno de acreditarse con un pasaporte.
Esa es nuestra situación.
Pero nosotros al plantear esto no le estamos diciendo a la parte china que rectifique. Nosotros aceptamos sus razones de orden económico que nos han dado y de orden estratégico que nos han dado. A eso jamás podríamos oponernos, mucho menos si se nos invoca el nombre de Viet Nam (APLAUSOS). Porque al pueblo de Viet Nam estamos dispuestos a darle no ya nuestro azúcar, sino nuestra sangre, ¡que vale mucho más que el azúcar! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Y eso lo sabe perfectamente bien el pueblo de Viet Nam y la dirección del heroico Partido Comunista de Viet Nam (APLAUSOS), Y jamás regatearíamos ningún sacrificio en bien de ese pueblo y de cualquier pueblo que luche. Por tanto, aceptamos las cantidades asignadas, y no necesitamos, mas no solo no necesitamos, no queremos más (APLAUSOS).
En cuanto al arroz. Antes lo traíamos de Estados Unidos, y a partir del bloqueo fuimos sustituyendo nuestra fuente de abastecimiento, esencialmente hacia la República Popular China. Nunca se abasteció de arroz este país, siempre necesitó importar una parte importante de su consumo; más aún con el extraordinario aumento del poder adquisitivo del pueblo.
Para autoabastecernos ahora de arroz tendríamos que trastornar completamente nuestros planes agrícolas en los próximos años; plan azucarero de los 10 millones de toneladas de azúcar, nuestros planes ganaderos, nuestros planes de frutales, nuestros planes de vianda. Tendríamos que destinar unas 10 000 caballerías más con regadío e invertir en ello las escasas cantidades de agua que poseemos para otros cultivos de mayor valor económico y nutritivo, de la tierra, de la maquinaria, de los recursos humanos, de las fuerzas, de los recursos económicos en general.
Por tanto, sería a la larga perjudicial para nuestra economía. No sería conveniente, incuestionablemente, que nuestro país dejara de producir un millón y medio de toneladas de azúcar, que es lo que podría producir en 10 000 caballeras de caña con regadío, y que aumentarían el poder adquisitivo de nuestro país en el exterior en cantidades superiores a 150 millones de pesos, para producir en esa misma superficie y con ese mismo esfuerzo un arroz que valdría 25 millones de pesos.
Por tanto, la otra alternativa, o las otras alternativas, son: bien la reducción en la medida pertinente de nuestro consumo de arroz hasta que las condiciones del mercado internacional —que hoy ha establecido el imperialismo y que bloquean nuestro comercio— desaparezcan, pase el tiempo que pase; o bien ir a la sustitución de ese tipo de alimento por otro tipo de alimento (APLAUSOS). Al fin y al cabo, debemos hacer lo que más convenga a nuestra economía, a nuestro estándar de vida, a nuestra salud (APLAUSOS).
Si llevamos adelante nuestros actuales planes agrícolas, con el incremento de la producción de leche, de carne, de vegetales, de frutas, de viandas, con el incremento de nuestra producción azucarera que nos permitirá establecer una base industrial, para rendimientos incomparablemente más altos en nuestra agricultura; con nuestros planes de desarrollo de la industria pesquera que como ustedes han visto en días recientes incorporaron 30 nuevos barcos de construcción nacional (APLAUSOS); con el mantenimiento de nuestro actual plan de huevos, e incluso el incremento. Para el año 1970 estaremos, gracias a nuestro actual esfuerzo, gracias a las líneas de desarrollo esencialmente agrícola de la economía en estos primeros años, entre los pueblos mejor alimentados, y no solo en cantidad sino en calidad. Y una dieta alimenticia, que quien quiera persuadirse de ello que se informe acerca de los principios elementales de la dietética y verá que esa dieta puede ser mucho más rica en proteínas, en vitaminas, en elementos minerales y en energéticos, que la dieta que teníamos cuando habitualmente nuestro consumo se basaba en el arroz.
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1966/esp/f130366e.html
Ayudamos a los movimientos revolucionarios, ¡a todos! Eso no es un secreto. Pero no le ponemos condiciones a ninguno. Tenemos amigos, pero no corifeos. Y jamás le cobraremos a ningún movimiento revolucionario que ayudemos el precio de defender ninguna infamia.
¿Y quiénes son esos corifeos? Revolucionarios de pacotilla, teóricos de una guerra revolucionaria que no van a hacer jamás, gentes que nunca han disparado ni dispararán un tiro, que nunca han disparado ni dispararán un tiro. Esos son los corifeos de los dirigentes de la República Popular China para detractar a la Revolución cubana y a su Partido revolucionario que se enfrenta en una batalla histórica contra el enemigo principal de los pueblos: revolucionarios de papel, revolucionarios en teoría.
No voy a decir que no sea revolucionario el pueblo chino; no voy a negar que ese pueblo y sus organizaciones dirigentes han luchado duro por hacer la revolución, han luchado duro contra las agresiones de los imperialistas. Al menos los que de verdad luchan, aun cuando en un momento dado sean adversarios, merecen algún respeto.
Los que no merecen ningún respeto son los otros: los asalariados, los calumniadores a sueldo; que son los que han sido tomados de instrumentos para acusar a Cuba, para lanzar contra Cuba una campaña al estilo imperialista, al estilo goebbeliano, al estilo fascista.
Porque si vamos a discutir a fondo, pues, habrá que decir verdades a todos. ¡Y habrá que desenmascarar todo lo que hay de ribete fascista bajo emblema marxista! (APLAUSOS.)
Y desde luego, esta historia de revolucionarios que, a pesar de haber hecho cosas buenas en su vida, hacen después grandes barbaridades al final de su vida, no es nueva. Y las cosas que los hombres cuando degeneran son capaces de hacer las hemos visto dolorosamente en días pasados. Y son en parte consecuencias de haber confundido el marxismo leninismo con el fascismo, con el absolutismo; son las consecuencias de haber introducido en las revoluciones socialistas contemporáneas el estilo de las monarquías absolutas.
Esta revolución es afortunadamente una revolución de hombres jóvenes. Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes (APLAUSOS); hacemos votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo biológica y lamentablemente viejos; hacemos votos para que jamás esos métodos de monarquías absolutas se implanten en nuestro país y que se demuestre con los hechos esa verdad marxista de que no son los hombres, sino los pueblos, los que escriben la historia (APLAUSOS).
Marx, Engels, Lenin, jamás se endiosaron a sí mismos, ni jamás permitieron el endiosamiento; fueron humildes toda su vida hasta la tumba, alérgicos a los cultos, alérgicos a la mitología. Y quienes sean verdaderos marxista-leninistas, deben empezar por imitar en eso a Marx, a Engels, a Lenin.
Léase la biografía de Carlos Marx, por Mehring (APLAUSOS); léase la biografía de los fundadores del marxismo y se verá qué hombres impresionantemente humildes, porque no veían en sí mismos los escritores de la historia, porque veían en las masas trabajadoras y en los pueblos los escritores de la historia.
Quienes se creen insustituibles para sus pueblos piensan con la misma mentalidad de esos que creen que asesinando a los dirigentes de la Revolución asesinarán la Revolución (APLAUSOS). El día en que cualquiera de nosotros se creyera indispensable, estaría pensando igual que esos terroristas; dejaríamos de ser marxista-leninistas (APLAUSOS).
Las monarquías absolutas, en medio de todas sus inmensas desventajas, tenían al menos la ventaja de que había un heredero del poder. Aceptar el método y el sistema de las monarquías absolutas en el socialismo es el peor de los absurdos, porque entonces empieza la lucha de los aspirantes a monarcas absolutos.
¿Y para qué sirve un partido donde todo gira alrededor de un hombre? ¿Para qué sirve un partido si se endiosa a un hombre, y se le endiosa hasta tal grado que ni siquiera los nombres de Marx, Engels y Lenin se vuelvan a mencionar?
En nuestro país nos cabe a los dirigentes revolucionarios la honra de haber establecido un precedente único hasta hoy, que fue una ley de la Revolución, una de las primeras leyes de la Revolución, estableciendo la prohibición de ponerle el nombre de ningún dirigente vivo a ninguna calle, a ninguna ciudad, a ningún pueblo, a ninguna fábrica, a ninguna granja; prohibiendo hacer estatuas de los dirigentes vivos; prohibiendo algo más: las fotografías oficiales en las oficinas administrativas. Le cabe a esta Revolución ese honor.
¡Y yo invito a los dirigentes de la República Popular China a que sean capaces de aprobar una ley semejante en su país! (APLAUSOS)
Aquí no hay estatuas de nadie, aquí las únicas estatuas pertenecen a los que ya rindieron su vida por la causa; aquí no hay calles que lleven el nombre de ninguno de nosotros, ni pueblos, ni granjas, ni fábricas. Y sin embargo, ni siquiera los peores enemigos —excepto tal vez estos nuevos enemigos— sean capaces de negar la autoridad que en el pueblo tienen los dirigentes revolucionarios, la confianza que el pueblo tiene en sus dirigentes revolucionarios (APLAUSOS).
Porque el dirigente revolucionario es necesario como instrumento del pueblo, es necesario como instrumento de la Revolución. Mas la relación entre pueblo y dirigente no puede ser un acto reflejo, no puede ser la resultante de un reflejo condicionado, sino un problema de conciencia, un problema de ideas. No es necesario estar viendo una estatua en cada esquina, ni el nombre del dirigente en cada pueblo, por todas partes, ¡no!; porque eso revelaría desconfianza de los dirigentes en el pueblo, eso revelaría un concepto muy pobre del pueblo y de las masas que, incapaces de creer por un problema de conciencia, o de tener confianza por un problema de conciencia, fabricara artificialmente la conciencia, o la confianza, por medio de actos reflejos.
Y en cuanto a vinculación con el pueblo, bien podemos decir que difícilmente en ningún otro Estado revolucionario del mundo haya el contacto estrechísimo que los dirigentes de esta Revolución tienen con el pueblo (APLAUSOS), al revés de otros sitios donde el contacto con el pueblo no es el contacto con los dirigentes del pueblo, sino el contacto con las estatuas de los dirigentes del pueblo.
Y volviendo, para finalizar esta parte, a la idea que expresara, a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo mejor. Preferible es organizar un Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante sus caprichos cuando la chochería se haya apoderado de ellos (APLAUSOS).
Alguien me preguntaba, me decía: ¿Por qué tú crees que ese señor haga estas cosas con las cosas buenas que había hecho en el pasado? Y yo le dije: ¿No has leído la Dialéctica de la Naturaleza de Engels?, pues Engels dice que con el transcurso de los años hasta el sol se apagará. Qué tiene de importancia que la brillantez, la lucidez, la luz de un mortal se apague con los años.
Es lamentable, es doloroso, lo repito, que entre tantos problemas como los pueblos tienen en estos tiempos, entre tantos enemigos como los pueblos tienen, sea necesario invertir las energías y el tiempo en este menester amargo, contra estos problemas nuevos que han surgido. Sin embargo, en ello tal vez se cumplen las leyes de la dialéctica, el desarrollo a través de la lucha de los contrarios. Y esto ha de servirnos a nosotros para desarrollar más nuestros conocimientos de las realidades sociales e históricas del mundo; esto ha de ayudarnos a desarrollar nuestra formación y nuestra conciencia revolucionaria.
Librémonos de la ridícula creencia de que todo lo sabemos; librémonos de la ridícula creencia de que somos infalibles. Nuestro primer deber es saber que somos falibles, que podemos equivocarnos una y muchas veces. Que más que poder decir que lo sabemos todo, todo, podemos decir que lo ignoramos casi todo; que debemos estudiar, que debemos meditar, que debemos pensar, razonar y ampliaremos nuestra capacidad de comprender.
En medio de todo, en medio de todo esto que pudiera ser desalentador, es alentador que un país pequeño como el nuestro, un pueblo pequeño como el nuestro esté en condiciones de opinar por sí mismo en el mundo convulso y agitado de hoy; en medio de una historia de la humanidad llena de satelismo, llena de hegemonía, llena de sometimientos, haya un pueblo capaz de pensar por sí mismo, capaz de hablarle al mundo con la autoridad con que nuestro pueblo puede hablar. Y eso se demostró en la Conferencia Tricontinental (APLAUSOS), y los delegados de todos los países, los delegados de todos los países son testigos de eso, de la inmensa confianza que las organizaciones revolucionarias del mundo tienen hacia Cuba, de la confianza depositada en Cuba, es decir, en la Revolución Cubana, cómo apoyaron a Cuba como sede de la conferencia. Y hay que decir que en relación con esto ocurrió algo de lo cual no se ha hablado.
Mientras tenía lugar la conferencia, en China apenas se publicaba una palabra de la conferencia. Cuando la conferencia termina empezaron a escribir y a retransmitir por SINJUA numerosos artículos hablando de la gran victoria china en la Conferencia Tricontinental, arrogándose todo el mérito y presentando de una manera mentirosa y falsa como una victoria de ellos los resultados de la conferencia. Cuando todos los que participaron en esa conferencia y entre esos todos lo saben muy bien los representantes chinos, que la victoria de la conferencia fue una victoria de los movimientos revolucionarios; que no fue una victoria de los poderosos, que no fue una victoria de los “grandes” sino de los “chiquitos”. Porque tal vez como en ningún otro instante, en ningún otro evento internacional la voz de los intereses de los pueblos prevaleció; la voz de los intereses del movimiento revolucionario prevaleció.
Cuba no puede decir que la victoria de la conferencia sea una victoria suya, es en parte una victoria suya por el esfuerzo que hizo, por la organización que se logró, por la línea objetiva y revolucionaria que mantuvo, por la confianza que pusieron en nuestra delegación los representantes de los movimientos revolucionarios. Fue una victoria en la que tomó parte importante, pero jamás podrá decir presumidamente que haya sido una victoria suya. Fue una victoria de los movimientos revolucionarios; no fue una victoria del satelismo, sino una victoria del espíritu independiente, una victoria de los criterios propios de los movimientos revolucionarios. Porque nosotros cumplimos con nuestro deber sin aspirar a ninguna hegemonía, cumplimos nuestro deber sin proclamarnos en centro revolucionario del mundo. Quienes tal se proclamen, es que sienten una necesidad de proclamarse como tales, necesidad tal vez tanto mayor cuanto menos lo son, cuanto más dejan de serlo.
Los pueblos marchan cada vez más hacia su liberación contra el imperialismo, pero al librarse del imperialismo los pueblos no caerán en nuevos tutelajes; los pueblos no podrán caer ni caerán bajo ninguna forma de tutelaje en el futuro, porque el mundo de mañana, el mundo del socialismo, por el cual los pueblos luchan hoy, no podrá ser igual que el mundo de hoy: el mundo de los fuertes y los débiles, el mundo de los grandes y de los pequeños, el mundo de los que tienen voto y veto. ¡No! En el mundo de mañana, y mientras en el mundo existan fronteras, deberá prevalecer la igualdad más absoluta entre los pueblos, deberá prevalecer ese principio por encima de la potencia de cualquier pueblo, o del tamaño de cualquier pueblo.
Y nosotros sabemos que luchamos por eso, no importa el precio, no importan las dificultades que a este país le surjan por mantener esta posición, por no doblegarse ante nada ni ante nadie. Porque estos sacrificios conscientemente y estas dificultades conscientemente, las estamos afrontando por el mundo del futuro, por el derecho de los pueblos en el mundo de mañana a la plena independencia, a la plena libertad de criterios. Y después de la lucha contra el imperialismo, que es la lucha en el mundo de hoy contra el peor mal de hoy, es honroso para nuestra patria luchar desde hoy contra los males del mañana.
Eso explica este problema, eso explica esta disputa. No quisimos permitir, no podíamos permitir la agresión calladamente; nadie podrá reprocharnos habernos excedido en el lenguaje. Nos limitamos a exponer ante el pueblo las dificultades sin hacer calificativos; los calificativos nos vimos obligados a hacerlos después. Ahora, encima de la agresión, la campaña de difamación. Pero en la misma medida en que traten de difamar a la Revolución, estarán confesando ante el mundo de que la reducción del comercio, la reducción de las exportaciones a Cuba en más de 40 millones de pesos, la reducción de las exportaciones de arroz a casi la mitad del año anterior, se llevaba a cabo por razones netamente de orden político; mientras, con el mayor fariseísmo del mundo, se preguntaban: ¿Por qué el señor Fidel Castro ha dicho esto en este momento? ¿Por qué no discutió? Pretendiendo ocultar que con anterioridad a la medida habían surgido conflictos muy serios. Pero como el mundo ignoraba esos conflictos hacían la pregunta ingenua, farisaica: ¿Por qué, por qué el señor Fidel Castro ha declarado esto en vez de hablar? Eso es, tal vez, lo que esperaban: que cuando nos apretasen la mano económicamente nos veríamos obligados a hablar, a tolerar.
Y para tener una idea de la magnitud de la agresión económica, baste decir que si las importaciones del país se redujeran todas en una proporción igual, la situación de la Revolución se haría extraordinariamente dura; baste decir que las medidas de agresión económicas tomadas contra nosotros originaron en el mercado interno una dificultad adicional, y fue que aumentó extraordinariamente el número de compradores de las mercancías chinas, y prácticamente se agotaron las existencias de algodón, de hilo, de agujas, de infinidad de artículos, como consecuencia de la agresión económica y ante el temor de que esa agresión continúe.
Es decir que nos crearon dificultades no solo con el producto que nos habían disminuido, sino que nos crearon dificultades con los demás productos.
El Gobierno de China sabe bien que como consecuencia de la prohibición de Estados Unidos de exportar a Cuba, muchos artículos —no uno, sino infinidad de artículos— se adquieren en ese país; sabía que para nosotros entrañaba un riesgo grande de carácter económico, entrañaba riesgos y dificultades grandes cualquier acción por parte de ellos. Tal vez por eso calcularon que tendríamos que aceptarlo calladamente, que tendríamos que doblegarnos. Ellos no podían ignorar que después de su agresión económica países capitalistas que comercian con nosotros tratarían de ponernos condiciones más duras, porque los capitalistas están como lobos al acecho, saben que nuestra situación se ha hecho más difícil con motivo de la agresión económica por parte de China; y, naturalmente, tratan de cosechar también sus dividendos, estableciendo condiciones más duras para nuestro país. Y eso, naturalmente, también lo sabíamos nosotros. Sin embargo, creemos que hemos cumplido con nuestro deber y lo seguiremos cumpliendo.
Ayudamos a los movimientos revolucionarios, ¡a todos! Eso no es un secreto. Pero no le ponemos condiciones a ninguno. Tenemos amigos, pero no corifeos. Y jamás le cobraremos a ningún movimiento revolucionario que ayudemos el precio de defender ninguna infamia.
¿Y quiénes son esos corifeos? Revolucionarios de pacotilla, teóricos de una guerra revolucionaria que no van a hacer jamás, gentes que nunca han disparado ni dispararán un tiro, que nunca han disparado ni dispararán un tiro. Esos son los corifeos de los dirigentes de la República Popular China para detractar a la Revolución cubana y a su Partido revolucionario que se enfrenta en una batalla histórica contra el enemigo principal de los pueblos: revolucionarios de papel, revolucionarios en teoría.
No voy a decir que no sea revolucionario el pueblo chino; no voy a negar que ese pueblo y sus organizaciones dirigentes han luchado duro por hacer la revolución, han luchado duro contra las agresiones de los imperialistas. Al menos los que de verdad luchan, aun cuando en un momento dado sean adversarios, merecen algún respeto.
Los que no merecen ningún respeto son los otros: los asalariados, los calumniadores a sueldo; que son los que han sido tomados de instrumentos para acusar a Cuba, para lanzar contra Cuba una campaña al estilo imperialista, al estilo goebbeliano, al estilo fascista.
Porque si vamos a discutir a fondo, pues, habrá que decir verdades a todos. ¡Y habrá que desenmascarar todo lo que hay de ribete fascista bajo emblema marxista! (APLAUSOS.)
Y desde luego, esta historia de revolucionarios que, a pesar de haber hecho cosas buenas en su vida, hacen después grandes barbaridades al final de su vida, no es nueva. Y las cosas que los hombres cuando degeneran son capaces de hacer las hemos visto dolorosamente en días pasados. Y son en parte consecuencias de haber confundido el marxismo leninismo con el fascismo, con el absolutismo; son las consecuencias de haber introducido en las revoluciones socialistas contemporáneas el estilo de las monarquías absolutas.
Esta revolución es afortunadamente una revolución de hombres jóvenes. Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes (APLAUSOS); hacemos votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo biológica y lamentablemente viejos; hacemos votos para que jamás esos métodos de monarquías absolutas se implanten en nuestro país y que se demuestre con los hechos esa verdad marxista de que no son los hombres, sino los pueblos, los que escriben la historia (APLAUSOS).
Marx, Engels, Lenin, jamás se endiosaron a sí mismos, ni jamás permitieron el endiosamiento; fueron humildes toda su vida hasta la tumba, alérgicos a los cultos, alérgicos a la mitología. Y quienes sean verdaderos marxista-leninistas, deben empezar por imitar en eso a Marx, a Engels, a Lenin.
Léase la biografía de Carlos Marx, por Mehring (APLAUSOS); léase la biografía de los fundadores del marxismo y se verá qué hombres impresionantemente humildes, porque no veían en sí mismos los escritores de la historia, porque veían en las masas trabajadoras y en los pueblos los escritores de la historia.
Quienes se creen insustituibles para sus pueblos piensan con la misma mentalidad de esos que creen que asesinando a los dirigentes de la Revolución asesinarán la Revolución (APLAUSOS). El día en que cualquiera de nosotros se creyera indispensable, estaría pensando igual que esos terroristas; dejaríamos de ser marxista-leninistas (APLAUSOS).
Las monarquías absolutas, en medio de todas sus inmensas desventajas, tenían al menos la ventaja de que había un heredero del poder. Aceptar el método y el sistema de las monarquías absolutas en el socialismo es el peor de los absurdos, porque entonces empieza la lucha de los aspirantes a monarcas absolutos.
¿Y para qué sirve un partido donde todo gira alrededor de un hombre? ¿Para qué sirve un partido si se endiosa a un hombre, y se le endiosa hasta tal grado que ni siquiera los nombres de Marx, Engels y Lenin se vuelvan a mencionar?
En nuestro país nos cabe a los dirigentes revolucionarios la honra de haber establecido un precedente único hasta hoy, que fue una ley de la Revolución, una de las primeras leyes de la Revolución, estableciendo la prohibición de ponerle el nombre de ningún dirigente vivo a ninguna calle, a ninguna ciudad, a ningún pueblo, a ninguna fábrica, a ninguna granja; prohibiendo hacer estatuas de los dirigentes vivos; prohibiendo algo más: las fotografías oficiales en las oficinas administrativas. Le cabe a esta Revolución ese honor.
¡Y yo invito a los dirigentes de la República Popular China a que sean capaces de aprobar una ley semejante en su país! (APLAUSOS)
Aquí no hay estatuas de nadie, aquí las únicas estatuas pertenecen a los que ya rindieron su vida por la causa; aquí no hay calles que lleven el nombre de ninguno de nosotros, ni pueblos, ni granjas, ni fábricas. Y sin embargo, ni siquiera los peores enemigos —excepto tal vez estos nuevos enemigos— sean capaces de negar la autoridad que en el pueblo tienen los dirigentes revolucionarios, la confianza que el pueblo tiene en sus dirigentes revolucionarios (APLAUSOS).
Porque el dirigente revolucionario es necesario como instrumento del pueblo, es necesario como instrumento de la Revolución. Mas la relación entre pueblo y dirigente no puede ser un acto reflejo, no puede ser la resultante de un reflejo condicionado, sino un problema de conciencia, un problema de ideas. No es necesario estar viendo una estatua en cada esquina, ni el nombre del dirigente en cada pueblo, por todas partes, ¡no!; porque eso revelaría desconfianza de los dirigentes en el pueblo, eso revelaría un concepto muy pobre del pueblo y de las masas que, incapaces de creer por un problema de conciencia, o de tener confianza por un problema de conciencia, fabricara artificialmente la conciencia, o la confianza, por medio de actos reflejos.
Y en cuanto a vinculación con el pueblo, bien podemos decir que difícilmente en ningún otro Estado revolucionario del mundo haya el contacto estrechísimo que los dirigentes de esta Revolución tienen con el pueblo (APLAUSOS), al revés de otros sitios donde el contacto con el pueblo no es el contacto con los dirigentes del pueblo, sino el contacto con las estatuas de los dirigentes del pueblo.
Y volviendo, para finalizar esta parte, a la idea que expresara, a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo mejor. Preferible es organizar un Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante sus caprichos cuando la chochería se haya apoderado de ellos (APLAUSOS).
Alguien me preguntaba, me decía: ¿Por qué tú crees que ese señor haga estas cosas con las cosas buenas que había hecho en el pasado? Y yo le dije: ¿No has leído la Dialéctica de la Naturaleza de Engels?, pues Engels dice que con el transcurso de los años hasta el sol se apagará. Qué tiene de importancia que la brillantez, la lucidez, la luz de un mortal se apague con los años.
Es lamentable, es doloroso, lo repito, que entre tantos problemas como los pueblos tienen en estos tiempos, entre tantos enemigos como los pueblos tienen, sea necesario invertir las energías y el tiempo en este menester amargo, contra estos problemas nuevos que han surgido. Sin embargo, en ello tal vez se cumplen las leyes de la dialéctica, el desarrollo a través de la lucha de los contrarios. Y esto ha de servirnos a nosotros para desarrollar más nuestros conocimientos de las realidades sociales e históricas del mundo; esto ha de ayudarnos a desarrollar nuestra formación y nuestra conciencia revolucionaria.
Librémonos de la ridícula creencia de que todo lo sabemos; librémonos de la ridícula creencia de que somos infalibles. Nuestro primer deber es saber que somos falibles, que podemos equivocarnos una y muchas veces. Que más que poder decir que lo sabemos todo, todo, podemos decir que lo ignoramos casi todo; que debemos estudiar, que debemos meditar, que debemos pensar, razonar y ampliaremos nuestra capacidad de comprender.
En medio de todo, en medio de todo esto que pudiera ser desalentador, es alentador que un país pequeño como el nuestro, un pueblo pequeño como el nuestro esté en condiciones de opinar por sí mismo en el mundo convulso y agitado de hoy; en medio de una historia de la humanidad llena de satelismo, llena de hegemonía, llena de sometimientos, haya un pueblo capaz de pensar por sí mismo, capaz de hablarle al mundo con la autoridad con que nuestro pueblo puede hablar. Y eso se demostró en la Conferencia Tricontinental (APLAUSOS), y los delegados de todos los países, los delegados de todos los países son testigos de eso, de la inmensa confianza que las organizaciones revolucionarias del mundo tienen hacia Cuba, de la confianza depositada en Cuba, es decir, en la Revolución Cubana, cómo apoyaron a Cuba como sede de la conferencia. Y hay que decir que en relación con esto ocurrió algo de lo cual no se ha hablado.
Mientras tenía lugar la conferencia, en China apenas se publicaba una palabra de la conferencia. Cuando la conferencia termina empezaron a escribir y a retransmitir por SINJUA numerosos artículos hablando de la gran victoria china en la Conferencia Tricontinental, arrogándose todo el mérito y presentando de una manera mentirosa y falsa como una victoria de ellos los resultados de la conferencia. Cuando todos los que participaron en esa conferencia y entre esos todos lo saben muy bien los representantes chinos, que la victoria de la conferencia fue una victoria de los movimientos revolucionarios; que no fue una victoria de los poderosos, que no fue una victoria de los “grandes” sino de los “chiquitos”. Porque tal vez como en ningún otro instante, en ningún otro evento internacional la voz de los intereses de los pueblos prevaleció; la voz de los intereses del movimiento revolucionario prevaleció.
Cuba no puede decir que la victoria de la conferencia sea una victoria suya, es en parte una victoria suya por el esfuerzo que hizo, por la organización que se logró, por la línea objetiva y revolucionaria que mantuvo, por la confianza que pusieron en nuestra delegación los representantes de los movimientos revolucionarios. Fue una victoria en la que tomó parte importante, pero jamás podrá decir presumidamente que haya sido una victoria suya. Fue una victoria de los movimientos revolucionarios; no fue una victoria del satelismo, sino una victoria del espíritu independiente, una victoria de los criterios propios de los movimientos revolucionarios. Porque nosotros cumplimos con nuestro deber sin aspirar a ninguna hegemonía, cumplimos nuestro deber sin proclamarnos en centro revolucionario del mundo. Quienes tal se proclamen, es que sienten una necesidad de proclamarse como tales, necesidad tal vez tanto mayor cuanto menos lo son, cuanto más dejan de serlo.
Los pueblos marchan cada vez más hacia su liberación contra el imperialismo, pero al librarse del imperialismo los pueblos no caerán en nuevos tutelajes; los pueblos no podrán caer ni caerán bajo ninguna forma de tutelaje en el futuro, porque el mundo de mañana, el mundo del socialismo, por el cual los pueblos luchan hoy, no podrá ser igual que el mundo de hoy: el mundo de los fuertes y los débiles, el mundo de los grandes y de los pequeños, el mundo de los que tienen voto y veto. ¡No! En el mundo de mañana, y mientras en el mundo existan fronteras, deberá prevalecer la igualdad más absoluta entre los pueblos, deberá prevalecer ese principio por encima de la potencia de cualquier pueblo, o del tamaño de cualquier pueblo.
Y nosotros sabemos que luchamos por eso, no importa el precio, no importan las dificultades que a este país le surjan por mantener esta posición, por no doblegarse ante nada ni ante nadie. Porque estos sacrificios conscientemente y estas dificultades conscientemente, las estamos afrontando por el mundo del futuro, por el derecho de los pueblos en el mundo de mañana a la plena independencia, a la plena libertad de criterios. Y después de la lucha contra el imperialismo, que es la lucha en el mundo de hoy contra el peor mal de hoy, es honroso para nuestra patria luchar desde hoy contra los males del mañana.
Eso explica este problema, eso explica esta disputa. No quisimos permitir, no podíamos permitir la agresión calladamente; nadie podrá reprocharnos habernos excedido en el lenguaje. Nos limitamos a exponer ante el pueblo las dificultades sin hacer calificativos; los calificativos nos vimos obligados a hacerlos después. Ahora, encima de la agresión, la campaña de difamación. Pero en la misma medida en que traten de difamar a la Revolución, estarán confesando ante el mundo de que la reducción del comercio, la reducción de las exportaciones a Cuba en más de 40 millones de pesos, la reducción de las exportaciones de arroz a casi la mitad del año anterior, se llevaba a cabo por razones netamente de orden político; mientras, con el mayor fariseísmo del mundo, se preguntaban: ¿Por qué el señor Fidel Castro ha dicho esto en este momento? ¿Por qué no discutió? Pretendiendo ocultar que con anterioridad a la medida habían surgido conflictos muy serios. Pero como el mundo ignoraba esos conflictos hacían la pregunta ingenua, farisaica: ¿Por qué, por qué el señor Fidel Castro ha declarado esto en vez de hablar? Eso es, tal vez, lo que esperaban: que cuando nos apretasen la mano económicamente nos veríamos obligados a hablar, a tolerar.
Y para tener una idea de la magnitud de la agresión económica, baste decir que si las importaciones del país se redujeran todas en una proporción igual, la situación de la Revolución se haría extraordinariamente dura; baste decir que las medidas de agresión económicas tomadas contra nosotros originaron en el mercado interno una dificultad adicional, y fue que aumentó extraordinariamente el número de compradores de las mercancías chinas, y prácticamente se agotaron las existencias de algodón, de hilo, de agujas, de infinidad de artículos, como consecuencia de la agresión económica y ante el temor de que esa agresión continúe.
Es decir que nos crearon dificultades no solo con el producto que nos habían disminuido, sino que nos crearon dificultades con los demás productos.
El Gobierno de China sabe bien que como consecuencia de la prohibición de Estados Unidos de exportar a Cuba, muchos artículos —no uno, sino infinidad de artículos— se adquieren en ese país; sabía que para nosotros entrañaba un riesgo grande de carácter económico, entrañaba riesgos y dificultades grandes cualquier acción por parte de ellos. Tal vez por eso calcularon que tendríamos que aceptarlo calladamente, que tendríamos que doblegarnos. Ellos no podían ignorar que después de su agresión económica países capitalistas que comercian con nosotros tratarían de ponernos condiciones más duras, porque los capitalistas están como lobos al acecho, saben que nuestra situación se ha hecho más difícil con motivo de la agresión económica por parte de China; y, naturalmente, tratan de cosechar también sus dividendos, estableciendo condiciones más duras para nuestro país. Y eso, naturalmente, también lo sabíamos nosotros. Sin embargo, creemos que hemos cumplido con nuestro deber y lo seguiremos cumpliendo.
______________________
Despues de toda esa palabreria porque los chinos se dieron cuenta temprano que el guerrillero isleno era un farsante, el Chocho en Jefe hoy nos trae El encuentro con Hu Jintao donde nos embute luego que el Chino abrio el bolsillo con cosas como estas:
Despues de toda esa palabreria porque los chinos se dieron cuenta temprano que el guerrillero isleno era un farsante, el Chocho en Jefe hoy nos trae El encuentro con Hu Jintao donde nos embute luego que el Chino abrio el bolsillo con cosas como estas:
- ¡Qué colosal tarea en estos tiempos de globalización caía sobre ese dirigente que tuvo el gesto de visitar nuestra bloqueada, agredida y amenazada patria!
- ¿Existe algún otro país con esa solidez?
- No todos los días un pequeño Estado tiene el privilegio de recibir a un dirigente de la personalidad y el prestigio de Hu Jintao.
- Que el presidente Chávez, gran admirador de China, ha sido el más firme defensor del socialismo como el único sistema capaz de llevar la justicia a los pueblos de América Latina.
- Fue cálido, amistoso, modesto, e hizo patentes sus sentimientos de afecto. Lo vi joven, saludable y fuerte. Deseamos a nuestro ilustre y fraternal amigo el mayor éxito en su tarea. ¡Gracias por su estimulante visita y el honor de interesarse por un encuentro personal conmigo!
Ver tambien:
Arnaldo Milian y otras plagas. Un cronica desde los riñones / Espinaxiones
Arnaldo Milian y otras plagas que nos han azotado despues de ciclon Flora.
Arnaldo Milian y otras plagas que nos han azotado despues de ciclon Flora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario