viernes, agosto 08, 2008

Las guerras secretas de Fidel Castro. Congo: el Viet Nam cubano/ Juan F. Benemelis

"Esta es la historia de un fracaso. Desciende al detalle anecdótico, como corresponde a episodios de la guerra, pero está matizada de observaciones y de espíritu crítico ya que estimo que, si alguna importancia pudiera tener el relato, es la de permitir extraer experiencias que sirvan para otros movimientos revolucionarios. La victoria es una gran fuente de experiencias positivas pero también lo es la derrota, máxime considerando las circunstancias extraordinarias que rodean el episodio: los actuantes e informantes son extranjeros que fueron a arriesgar sus vidas en un territorio desconocido, de otra lengua y al cual los unían solamente los lazos del internacionalismo proletario, inaugurando un método no practicado en las guerras de liberación modernas.
Cierra la narración un epílogo que plantea las interrogantes de la lucha en África y, en general, de la lucha de Liberación nacional contra la forma neocolonial que constituye su modalidad de presentación más temible, dado los enmascaramientos y sutilezas que conlleva y la larga experiencia que en este tipo de explotación tienen las potencias que la practican".

Che Guevara Pasajes de la Guerra del Congo/ Advertencia preliminar.
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CAPÍTULO 7 CONGO: EL VIETNAM CUBANO


Los problemas de la incomprensión inicial a su régimen por el mundo sovietizado y las pugnas en el plano ideológico entre los dos colosos comunistas resultarían pequeñas ante los escollos que Castro hallaría en África, ese continente brutalmente agrícola, con tres escuálidas organizaciones marxistas Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), el Partido Africano por la Independencia (PAI) de Senegal y el Partido Comunista en África del Sur y donde Castro, a diferencia de América Latina, no tuvo que enfrentarse con partidos estalinistas que desdeñaban su foco guerrillero.
Los teóricos castristas y chinos litigaban con los moscovitas acerca de que en África no había que aguardar por la emergencia del proletariado mediante un largo proceso de industrialización, sino que se podía transformar al huraño tribalismo agro-nomádico en vanguardia política armada; sin embargo, el agricultor africano, contrario a todas las predicciones, se aferraría a sus estáticos valores ancestrales.
Castro se presenta en África como un Lenin contemporáneo y se disocia de la concepción economicista de la revolución proletaria, caracterizada por la línea soviética, que espera por la creación automática y pacífica de un proletariado, para entonces arribar a la etapa comunista. El teorema de la política subversiva de Castro es reducido a lo siguiente ¿Contra qué clase de régimen tiene lugar la lucha armada guerrillera? Ciertamente nadie puede responder a tal pregunta; la lucha tendrá lugar contra los regímenes a que se oponga Castro.
En las colonias portuguesas y África, los soviéticos utilizaron un grupo de judíos marxistas residentes, que colaboraban con sus servicios de inteligencia desde los tiempos de Josef Stalin y el COMINTERM. En este ciclo, los checoslovacos fueron usados en el trabajo de espionaje y penetración del bloque comunista en África, hasta que fueron reemplazados por los cubanos y los alemanes orientales. La ofensiva africana de China comunista, en los años sesenta, resultó a la postre un fiasco, contrastando con la presión que imprimió Cuba en África, donde logró anotarse puntos importantes, no sólo en el orden militar y político sino en la creación de un ropaje mítico para la revolución cubana.
En noviembre de 1964, y a petición de la URSS, tuvo lugar en La Habana un congreso secreto de partidos comunistas latinoamericanos, donde Castro denunció el desviacionismo chino y quebró sus tratos con agrupaciones pro-maoístas y trotskistas, a cambio de recibir cierto soporte político continental a su exportación guerrille­ra en Venezuela, Colombia, Guatemala, Honduras, Paraguay y Haití1.
Antes del asesinato del presidente Kennedy, la Dirección General de Inteligencia elaboró planes para intervenir en el Congo y ampliar su radio de acción en América Latina. Tales diseños se hallaban en manos directas de Raúl Castro y el Che Guevara. Varios sucesos precipitaron la ejecución rápida del designio subversivo general para África: el despeñamiento de Jruschov en la URSS, el coup d'etat en Argelia y las disparidades Che Guevara‑Castro.
La ilusión era crear varios Vietnam, con vista a inducir el desangre del imperio tecnológico norteamericano. En un plan simultáneo, se probó desatar una ofensiva global en África a partir del Congo, guiada por el propio Che Guevara, quien asumió el mando de las operaciones guerrilleras, de espionaje y diplomáticas en el triángulo que abarca Argelia, Congo (Brazzaville) y Tanzania; y otras en América Latina, a partir de Venezuela, donde se enviarían de guerrilleros a los generales Arnaldo Ochoa y Raúl Menéndez Tomassevich.
En la práctica, cuando Estados Unidos se enfrascase cada vez más en Vietnam, se consideraría disparar la trampa desgastadora: tratar de buscar que los norteamericanos interviniesen bien en África o en América Latina.
Excluyendo al África, la cultura de la revolución armada en América Latina contó, para desgracia de Castro, con movimientos guerrilleros en plena descomposición. En 1964, Brasil, Chile, Bolivia y Uruguay rompen todo vínculo diplomático con La Habana. A mediados de 1965, mientras se ensambla el experimento guerrillero del Congo, los esfuerzos combatientes de Venezuela, Colombia y Perú languidecían, quedando sólo el caso Guatemala. Para colmo, la ocupación norteame­ricana de la República Dominicana, en 1965, paralizó el eco de la guerrilla hemisférica cubana.
El Congo (luego Zaire) resultaba un tajo geográfico estratégico imprescindible para la defensa Occidental entre otras razones, por sus yacimientos de minerales raros, en cuya explotación se entrecruzaban diversos intereses internacionales. Estados Unidos era dependiente de su tantalio y su niobio, esencial­es para las armas nucleares; la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de su columbita, para las aleaciones refractarias del fuselaje de los cohetes y como placas protectoras de los satélites.
Desgarrado por el tribalismo y la modorra del subdesarrollo, el endeble gobierno del premier Lumumba trató infructuosamente de sostenerse con el soporte de una aterrorizada élite marxista. En el cometido, Lumumba encontró el antagonismo del consorcio belga Unión Miniere du Haut Katanga, y del economista Moisés Tshombé transformado en líder tribal. Un puñado de comunistas griegos exilados en el Congo desde hacía años, e influyentes en los bloques nacionalistas, pujaba por inclinar la balanza interna hacia la orilla del Kremlin.
En esta crisis de la independencia congolesa, la URSS utilizó la figura de Pierre Mulele, en contubernio con los servicios secretos checoslovacos. Bélgica, ante la posibilidad de una creciente soviética, hizo patente su influencia a través del ejército congolés.
Lumumba, con sus íntimos se entrevistó con un representante del espionaje checoslovaco; allí se determinó estatalizar los yacimientos de minerales estratégicos propiedad de compañías occidentales, como los del uranio y la columbita. Los altos círculos financieros de Occidente, y el clan Rockefeller muy especialmente, estuvieron al corriente de este cónclave que selló la suerte del gobierno lumumbista2. El Congo se precipita en una vorágine de violencia que conmociona la opinión pública internacional, donde el propio premier es sacrificado. Las sorpresas de la crisis congolesa convencen al mandatario cubano de que Jruschov había dejado pasar una coyuntura favorable.

LA PUJA POR EL CONGO
Castro estaba decidido a la puja por el Congo, centro atómico del África, cuya pechblenda de las minas catanguesas provee las reservas de uranio norteamericanas. En octubre de 1963, la oposición congolesa lumumbista en el exilio crea un Consejo Nacional de Liberación (CNL), con ayuda de algunos países africanos, además de la contribución de Cuba, China y la URSS. De inmediato se proclamó la validez de lucha armada contra el gobierno instaurado en el Congo tras el asesinato de Lumumba.
Mulele, a su regreso de Pequín, provoca la insurrección en la zona congolesa del Kwilu, junto a varios ex‑colaborado­res de Lumumba, algunos elementos de la izquierda y jesuitas. Mulele también intervino, en menor escala, en la región que colinda con los grandes lagos del este africano. El ejército congolés comienza a dar muestras de incapacidad para dominar las revueltas del Kwilu, que como un cáncer se extendía por todo el país. La CIA disponía ya de informes3 en los que se evidenciaba cómo Castro estaba moviendo los hilos dentro de la oposición lumumbista, y desde países colindantes desplegaba su esfuerzo por involucrarse en el Congo.
Tras la rebelión del Kwilu, a inicios de 1964, los lumumbistas (marxistas) Gastón Soumaliot y Christopher Gbenye, entraron en acción en la vecina provincia del Kivú. El jefe militar de la revuelta del Kivú, Soumaliot, recibe ayuda china y cubana a través de Burundi.
A la sazón, el CNL de Soumaliot había despachado a La Habana una delegación de militantes encabezada por Albert Kissongo para coordinar el entrenamie­nto y la asistencia que Cuba le brindaría. La reflexión de transformar el Congo en un segundo Vietnam del periférico Tercer Mundo, yacía en el trasfondo de la política cubana y resultaba la culminación de la moción castrista en África.
En febrero de 1964, Tshombé, ya instalado en el poder, con la ayuda de la CIA, decide aplastar el levantamiento con la brutalidad que le es característica y recluta alrededor de 900 curtidos mercenarios en Europa, África y Estados Unidos. En la Florida se captan cubanos exilados, veteranos de Bahía de Cochinos, con experie­ncia militar en el ejército norteamericano, grupos de comandos marítimos y pilotos en especial. Sin perder tiempo, Tshombé decidió contratar al legendario condotiero sudafricano Mike (El Loco) Hoare, quien se reveló en el Congo como un experto de la guerra en movimiento dentro del marco selvático.
El pro-soviético Gbenye junto a Soumaliot atacaron Stanleyville el 5 de agosto de 1964, asistidos por militares chinos encabezados por el coronel Kan Mai. Los simbas perpetran atroces represalias con la población europea local. En ese mes Hoare, con sus mercenarios y la fuerza aérea de cubanos exilados, derrota en forma aplastante a los simbas cuando intentaban desbordar la ciudadela de Bukavu.
El envío de paracaidistas belgas a Stanleyvill­e en noviembre de 1964, operación apoyada por la OTAN, constituyó una señal de alarma, no sólo en La Habana, sino también en Pequín y Moscú. Con los sanguinarios disturbios que provocan la caída de Stanleyville se cierra un capítulo de la crisis en el Congo, inaugurándose un período de mayor violencia donde el largo brazo armado de Castro entraría en acción para rescatar a la revolución congolesa en pleno desmoronamiento militar.
A fines de 1964, el premier argelino Ben Bella, en mutuo acuerdo con la URSS y Cuba, decide incrementar la ayuda en armas y entrenamiento ante la campaña militar que desplegaban los mercenarios y la situación general de los simbas que no resultaban ya la fuerza imperante en el teatro de batalla. Al inicio de 1965 se seleccionaron jóvenes negros cubanos con experiencia combativa. A estas escuadras se les dotó de una preparación especial por el segundo al mando del Che Guevara en el Congo, Víctor Dreke. El Che Guevara había efectuado una gira por África a fines de 1964 e inicios de 1965, después de su comparecencia ante la ONU. El Che Guevara nuevamente trató de poner en marcha el viejo sueño de una brigada internaci­onal para el Congo dirigida por los cubanos e integrada por movimientos africanos y contingentes afro-ame­ricanos.
En Tanzania, el Che Guevara en compañía del líder negro americano Stokely Carmichael se entrevistó con el angoleño Jonás Savimbi quien discrepó del plan cubano y calificó al Che Guevara de poseer una mentalidad “tarzanesca”4. Refiere Savimbi un discurso de Che Guevara ante representantes de los partidos opositores africanos5 "Guevara también argumentó de que El Congo, inmenso y rico en minerales y potencialidad agrícola, era la clave para la revolución en el centro y sur de África. Si los regímenes pro-capitalistas del área pudiesen ser reemplazados con un gobierno revolucionario se propinaría un golpe al imperialismo Occidental en el corazón de África. Después podría ser más fácil penetrar en las áreas periféricas como Angola y Mozambique"
A fines de 1964, Castro envía dos batallones cubanos a Tanzania, iniciando de inmediato algunas penetrac­iones de unidades. el Che Guevara inspeccionará las bases de aprovisionamiento y acondicionamiento de sus soldados en la frontera lacustre con el Congo. El 2 de enero de 1965, el Che Guevara voló al selvático país del Congo Brazzaville, para conciliar en intimidad los pormenores de la futura campaña armada con el presidente Massemba-Debat, el premier Pascal Lissouba y los simbas congoleses.
El Che Guevara discutió con los dirigentes del MPLA angoleño la posibilidad de brindarles logística y entrenamiento combinado con los futuros reclutas congoleses, con vistas a extender el foco guerrillero a todo el macizo central africano. Muy en secreto fueron sus tratos con el FNLA de Holden Roberto para discutir la misma estrategia.
A principios de diciembre de 1964, los jefes de la beligerancia congoleses recibieron considerables alijos de armamentos de fabricación china y soviética. Hacia los enclaves fronterizos de Uganda, Sudán, Burundi y Tanzania arribaron instructores argelinos, egipcios y cubanos que debían enseñar a los simbas el manejo de las armas y ofrecerles los rudimentos del arte militar.
Toda la provincia oriental está en manos de Soumaliot y Gbenye, los cuales se trasladaban también hacia el Congo medio. Mulele hacía de las suyas en el Kwilu. El plan de La Habana comenzaba a dar sus primeros frutos. La campaña oriental, desatada por Hoare y su ejército mercenario tuvo que librarse a sangre y fuego y el conflicto, que parecía languidecer, cobraba nuevos bríos.

RUMBO AL CONGO
Aislado políticamente de la América Latina, luego de ser expulsado de la OEA por su ingerencia en Venezuela, Castro trata de obtener de los africanos el reconocimiento de Cuba como miembro pleno de la OUA para actuar libremente en el continente africano.
Luego de instaurado en Leopoldville un gobierno pro comunista con Soumaliot, Gbenye y Mulele, resultaría fácil descargar golpes laterales sobre las colonias lusitanas de Angola y Mozambique desde las fronteras del Congo y Tanzania. Se esperaba fundir una franja de costa a costa con Tanzania, ambos Congo y las posesiones portuguesas de Angola y Mozambique; luego se propiciaría el desmoronamiento de ambas Rhodesia mediante los guerreros de Joshua Nkomo. Se esperaba presionar militarmente a África del Sur con tropas africanas, bajo las órdenes del Che Guevara, que operarían desde diversos países limítrofes.
Así, La Habana profetizaba un futuro con dos grandes federaciones comunistas en el Tercer Mundo: una en el Cono Sur de África, y otra en el Cono Sur de América las dos partes más desarrolladas de ambos continentes. Si con el devenir de la lucha se producía la intervención militar norteamericana, se pondría en marcha la estrategia del desangramiento: dos, tres, muchos Vietnam.
Sin embargo, el sueño naufragó ante el cambio drástico que sufrió el cuadro político continental africano, con su rosario de golpes de estado que arrasó con el grupo de figuras que habían encabezado la descolonización y hecho causa común con los planes de Cuba. En el primer escenario, cuyo centro de irradiación sería el Congo, el Che Guevara fue derrotado limpiamente; de allí escapó con vida de milagro. En el segundo tablado, el latinoamericano, cuyo punto propagador sería Bolivia, el Che Guevara también fue vencido, y esta vez no pudo escapar.
El apresurado viaje de Che Guevara al Congo a instancias de Castro responde al decaimiento de las guerrillas en Colombia, Perú y Guatemala, y esencialmente a tratar de compensar el descalabro del plan de La Habana por desbancar al régimen venezolano del presidente Rómulo Betancourt. La invasión y ocupación de la República Dominicana, por parte de los Estados Unidos y en nombre de la OEA, aplastó al foco guerrillero alimentado por Cuba y repercutió negativamente en los movimientos pro-castristas del continente. La revuelta dominicana estaba socorrida logísticamente por Cuba y junto a los rebeldes había oficiales cubanos, entre ellos un miembro de la DGI, Roberto Santiesteban Casanova.
En el último momento, La Habana optó por no aceptar el reto militar de Washington a pesar de que Castro había concentrado el grueso de sus fuerzas militares en la provincia oriental al mando del Che Guevara, desde la cual podía desplazarse con cierta rapidez a la República Dominicana6.
La gerencia cubana daba señales de inquietud ante la impune escalada de la maquinaria militar norteameric­ana en Vietnam y la posición defensiva de la nomenclatura soviética tras la defenestración de Jruschov. En mayo de 1965, Bumedién privó a Castro de su santuario principal al derribar mediante un golpe de estado al presidente Ben Bella. De inmediato fueron expulsados los miembros de la DGI y se suprimió la presencia de instructores militares cubanos en los campamentos de guerrilleros.
El Che Guevara partió para el Congo en una misión que afectaría el curso político del África central. La desaparición de Che Guevara en marzo de 1965 pone en guardia por primera vez a los principales servicios secretos de Occidente. Che Guevara se encamina primero a París y luego a Bruselas. En Bélgica, entra en contacto con los congoleses así como con un emisario del presidente ghanés Nkrumah. Los servicios secretos chinos y egipcios, así como el ala maoísta de los comunistas belgas, aportarán una cobertura a Che Guevara para enmascarar su traslado al Congo y burlar la vigilancia de la policía francesa y belga7.
Hyani Kapo, patrón de la inteligencia albanesa y mano derecha del tirano Henver Hoxha, realizó los trámites y preparó la documentación necesaria para facilitar el viaje de Che Guevara en Europa. De Bélgica, Che Guevara se corrió hacia Ámsterdam. Che Guevara realizó una escala secreta en El Cairo antes de seguir al Congo; allí, se puso nuevamente en contacto con elementos congoleses y con los servicios de seguridad egipcios y tanzanos, para apresurar su traslado a Tanzania y Burundi.
Che Guevara dispondrá de un eje operativo temporal en la base de Dolissié, Congo Brazzaville, donde se entrenan guerrilleros del MNC a los que se agregarán los cubanos y haitianos que trae consigo. La guerrilla estaba compuesta por cubanos, algunos argelinos y más de un millar de simbas. La milicia cubana de Che Guevara, que ahora respondía al nombre de guerra de "comandante Tatú", incluye unos 200 guerrilleros, bien pertrechados e instruidos, una tropa superior a la que dispondría posteriormente en Bolivia8.
En Tanzania (Ujiji, Kigoma) y Congo Brazzav­ille se hallaban los santuarios de armas, hombres, dinero, y comunicac­iones. Se utilizarían contactos y misiones diplomáticas en Burundi. En el enclave de Fizi‑Bar­aka, Che Guevara espera operar con Laurent Kabila, Nicolás Olenga e Idelphonse Massengo.
La penetración del dispositivo guevarista en el territorio del Congo se realizó poco a poco a través de Tanzania, y en grado menor por el Congo Brazzaville. Che Guevara, junto a Dreke y José Martínez arribó a Tanzania con el falso nombre de Ramón entre el 19 y el 20 de abril. En Dar-Es-Salaam comenzaron a dosificar la entrada clandestina en el Congo Leopoldville de los cubanos en grupos de 10 ó 12, desde la aldea de Kigoma pasando el Lago Tanganyika9.
La responsabilidad del cruce de combatientes por el Lago Tanganyika y la logística quedaron en manos del cubano Sánchez Bertele­mi. Los preparativos del ataque que el Che Guevara se disponía llevar a cabo en El Congo no eran desconocidos por la fuerza mercenaria que los debía combatir. Tan es así que se patrullaban los lagos intensamente, pues se tenía la idea que Che Guevara recalaría de un momento a otro, a través de Tanzania10.
Desde los inicios, el Che Guevara enfrentó la enconada escisión de los líderes insurrectos provocada por las recientes derrotas militares, el tribalismo y el desacuerdo chino‑soviético. Los chinos, desde el Congo Brazzaville, maniobraban a través de Bocheley‑David­son y sostenían al mulelismo en el Kwilu. Gbenye, personaje débil e indeciso, se erige en la voz cantante de los sublevados de la franja Fizi‑Baraka­‑Elizabethville, agrupando a interlocutores prominentes como Kabila, Moisés Marandura y Gregoire Anisi11.
Estalla una nueva pugna entre los congoleses. El cuerpo militar de Abdulá Yerodia, Etienne Mbaya, Bocheley‑Davidson y Kasmarlot Kassongo arremete contra el de Gbenye‑Soumaliot estrechamente ligado a los servicios secretos soviéticos en El Cairo12. Estos a su vez entrarán en disputa con Mulele. Las riñas intestinas impiden la conformación de una estrategia única. Además, la expedición recibe un rudo golpe cuando el jefe rebelde pro-soviético Gregoire Mwamba‑Mukanya acepta la amnistía que concedió Tshombé. Mukanya denuncia las ejecuci­ones masivas y las vendettas en la fugaz República Popular, así como la corrupción de sus líderes: Gbenye, Soumaliot y Olenga.
En la convención que efectuó en El Cairo con los capos guerrilleros, Che Guevara consiguió elegir el Consejo Supremo de la Revolución, formado por Soumaliot, Mulele y Bocheley‑Davidso­n, con una diputación dentro del Congo. Allí, Che Guevara sostiene un encuentro general con todos los comisarios políticos y militares de ambos frentes para crear una especie de Estado Mayor. También impulsará la expansión de las escuelas militares y ante la oposición total, instaura las unidades de combate sin tomar en consideración la procedencia tribal y rompiendo con las normas establecidas.
Che Guevara trató de mejorar las comunicaciones entre las guerrillas y crear áreas liberadas que protegiesen las vías a los santuarios por donde se recibía la logística de los países africanos y del bloque soviético. También instala delegaciones en el extranjero para el abastecimiento de armas y asegurará que Olenga y Soumaliot se ocupen del material soviético venido de Argelia vía Sudán. Por último, creará una parcela defensiva en el triángulo de Bunia‑Watsa‑Dramba.
Con rapidez se enviaron oficiales cubanos como jefes de operaciones a los distintos frentes del Congo. Che Guevara contaba con fuerzas de reserva entrenadas en Cuba para ofrecer asistencia en el progreso posterior de la lucha. Se seleccionaron combatien­t­es entre los tribeños Bahembi, acaso los más fieros de toda África Central. Los congoleses se resintieron ante la centralización que los cubanos fijaron en la administración y se expresaron en contra del programa ideológico, de indudable corte marxista.

EL DUELO CHE vs HOARE
Al llegar Che Guevara, el frente de Fizi‑Baraka expande su radio de acción en dirección a la importa­nte base aérea de Kamina, pulmón militar del gobierno de Tshombé, donde se traza el avance de una contienda futura, y la creación de los santuarios para las ulteriores guerrillas de Angola. El enfrentamiento entre ambos bandos no se hizo esperar. En Wawa, unidades del Quinto Comando de Hoare cayeron en una bien calculada emboscada. Hoare encajaba el primer golpe lanzado por los cubanos de Che Guevara, cuya tenacidad y habilidad mostrada en la defensa de las posiciones detuvo el avance mercenario, obligándoles a solicitar refuerzos con urgencia.
Hoare no se intimidó. Determinado a conservar la ofensiva estratégica, estructuró la segunda fase del plan para reconquistar Watsa, fuente aurífera de los insurrectos, guardada por un cuerpo de 1,200 simbas, asesorados por los cubanos. Si bien Hoare logró cortar a lo largo de 300 millas el acceso de los rebeldes a los límites con Uganda y Sudán (fuente valiosa de los suministros de Che Guevara por el norte), percibía a un enemigo diferente.
Al recibir Tshombé y Joseph Mobuto Sese Seko noticias acerca de que los cubanos de Castro se concentraban en Fizi‑Baraka y que Che Guevara retornaba de Brazzaville, determinaron centrar todo el ímpetu en la región de Kivú y lanzar un asalto definitivo desde Albertvil­le. Entre las minutas ocupadas en la aldea de Bambesa se hallaron pruebas de que el 29 de abril Gbenye había sostenido un mitin con todos los jefes tribales locales a nombre de Che Guevara. El 29 de junio de produce el combate de Force Bendera con la participación del grueso de la guerrilla de Che Guevara que concluirá en una derrota para el argentino. Esta batalla fue la prueba fehaciente de que Che Guevara se hallaba físicamente en la zona.
El espacio de Fizi‑Baraka, que enlaza con las elevadas planicies de Burundi y los aguazales de Tanzania, era la única fuente de aprovisionami­ento de recursos materiales y humanos que le quedaba a Che Guevara. Los cubanos fabricaron un cordón defensivo que les permitía recibir material bélico desde Tanzania y Burundi, a través del Lago. Pero éste se hallaba bajo el constante acecho de un comando naval de exilados cubanos.
Era también el asiento de los campamentos de formación de las aldeas lacustres de Kigoma, Ujiji, Usumbura, Kungwe y Kibwesa donde cerca de 3,000 rebeldes congoleses eran entrenados a todo vapor por los cubanos de Che Guevara. Partiendo de Fizi‑Baraka Che Guevara se proponía lanzar una ofensiva que desarticularía la provincia de Katanga para establecer un estado revolucionario federado con Tanzania.
Che Guevara alimentaba varios designios para la hora en que Katanga cayera en sus manos: privar al gobierno central congolés de sus fuentes financieras producto de la minería; obligar a que Bélgica reconociese el nuevo estado revoluc­ionario; controlar los minerales estratégicos para beneficio del bloque socialista; ampliar la subversión en el Congo y acelerar la lucha guerrillera en Angola.
En Fizi‑Baraka se jugó la suerte de la contienda bélica y con ella la del Congo y la de todo el centro‑sur africano. La orografía parecía favorecer a los insurgentes en el poblado de Lulimba, donde sólo podían ser embestidos atravesando cordilleras o desde el Lago Tanganyika. Sin embargo, el sistema serrano que circunda la región seleccionada por Che Guevara, asediado en los muros naturales, le impedía maniobrar fuera de la misma dando la posibilidad a Hoare de tomar la iniciativa.
Teniendo Hoare en su puño el lago y el techo aéreo se propone apalear al enemigo en una maniobra audaz: atacar sorpresivamente a Che Guevara por la retaguardia con una pequeña escuadra naval rápida, a través del Lago, socorrido por los aeroplanos en manos de los cubanos exilados. La finalidad substancial era demoler el centro de mando y sajar las líneas de abastecimiento.
La fuerza aeronaval logra descender a 8 kilómetros al norte de Baraka para asaltar el poblado durante la lívida luz de la madrugada, protegidos por una cobertura aérea. Otra agrupación embestirá a Lulimba frontalme­n­te, en una operación de diversión. El desembarco es recibido con ráfagas de ametrallado­ras y morteros y hace perder al Quinto Comando el factor sorpresa. Una de las columnas, atravesando los pantanos y las malezas choca con las huestes de Che Guevara, a cuatro kilómetros de Baraka. Los cubanos se retiran ofreciendo resistencia y Hoare aprovecha el único factor a su favor, la velocidad, y se abalanza a toda marcha.
La entrada en Baraka, protegida por 2,000 rebeldes congoles­es y cubanos castristas se realiza tras un fantástico duelo de plomo; el Quinto Comando mercenario va ocupando poco a poco la ciudad. El acometimiento sobre Fizi‑Baraka, a pesar del uso eficaz de bombarderos ligeros pilotados por los cubanos anti-castristas, se hace difícil ante la resistencia tenaz que ofrecen los cubanos.
Un ataque a los flancos de los cubanos pone en aprietos a los defensores, que pierden el puerto de Durban. Es por ese baluarte que los mercenarios están recibiendo municiones. Desde el Lago, la cañonera vuela los nichos de ametrall­adoras que barren la playa, permitiendo así el peaje de municiones, no sin altas perdidas humanas. Los mercenarios ven mermar su intenso poder de fuego, pero ello no les impide sostenerse en Baraka. Del lado de los rebeldes hay un aproximado de 125 muertos e infinidad de heridos.
El flanco de Hoare rechaza un intento de los cubanos por reconquistar la ciudad. Una pequeña tropa de cubanos exilados arremete sobre sus compatriotas, permitiendo al resto de los mercenarios la ampliación del perímetro. Hoare decide solicitar refuerzos, y describe la situación en los siguientes­ términos13 "el enemigo era muy diferente de todo lo que me había encontrado hasta ahora. Estaban equipados, empleaban tácticas militares y respondían a señales. Obviamente estaban dirigidos por oficiales entrenados. Interceptamos mensajes de radio en español... la defensa de Baraka estaba organizada por los cubanos .. con regularidad cronometrada estaban concebidos sus ataques frontales, que eran notables por su ausencia de ruidos y disparos, usuales entre los simbas".
El 10 de octubre de 1965, la columna mercenaria con su van-guardia de cubanos exilados y con la soldada congolesa entra a marchas forzadas en Fizi, mientras la aviación arremete sobre los núcleos estratégicos pero sin poder cercar al grueso de los 3,000 rebeldes, que se escurren hacia las serranías. El Che Guevara es propenso a emplear las tácticas guerrilleras y decide tender una emboscada al noroeste de Fizi, donde la presión de Hoare cede al confrontar el problema de los puentes destruidos.
Al desmoronarse el territorio libre concebido por el Che Guevara en Fizi‑Baraka se propina un descalabro casi definitivo a la guerrilla y a las aspiraci­ones del Che Guevara y Castro en el Congo. En agosto, el Che Guevara aniquila a una pequeña fuerza enemiga al norte de Albertville. Hasta octubre se reportan operaciones bélicas; pero ya se está en los estertores del foco guerrillero guevarista.
Castro hace un último esfuerzo por salvar el frente africano. El 8 de octubre tiene lugar en La Habana una junta con todos los movimientos de liberación de las colonias portuguesas. La delegación cubana se compromete a ayudar al MPLA y al Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) a cambio de que éstas se sumen a los cubanos en el Congo. Sin embargo, el FRELIMO mozambican­o, en la persona de Eduardo Mondlane, rehusó el compromiso.
Tres miembros de la columna cubana que batalló con el Che Guevara en el Congo y después en Bolivia confirmaron, en conversación con guerrilleros boliviano­s, que los rebeldes de Kinshasa no habían sabido pelear; en cambio, los mercenarios belgas al servicio del gobierno resultaron, según ellos, un enemigo formidable14. Ante la derrota militar, la URSS promoverá una línea de reconciliación congolesa, colaborando con el gobierno en el transporte de tropas para poner fin a la insurrección guevarista15. Ante la nueva agenda soviética, el Che Guevara se enfrentará a una lucha perdida contra Hoare y el ejército congolés, y al aislamiento en África.
Soumaliot sostendrá conversaciones con Chou‑En‑Lai y Castro en nombre del Che Guevara, con la decisión de procurar un incremento de la logística. Castro, consciente de que el Che Guevara no tiene la menor posibilidad militar en El Congo, hace patente a Soumaliot la dificultad que atraviesa el argentino para unificar la guerrilla. Detalla Soumaliot16 "el partido comunista cubano le había prometido el incondicional apoyo de todas las fuerzas políticas del campo socialista si, con la ayuda de la Unión Soviética presente ahora en la región, facilitaba el fin de la lucha y negociaba con las otras fuerzas del país una solución política".
El 25 de noviembre de 1965, Mobuto, jefe del ejército congolés, dio un golpe de estado. Aprovechando la confusión, el Che Guevara ataca nuevamente Bukavu, y aísla las milicias gubernamentales en Kiliba cerca de los bordes fronterizos con Tanzania. Mobuto desencadena su ofensiva final en el Este donde se encuentran encajonados el Che Guevara y Kabila; la situación resulta grave para el Che Guevara que se halla prácticamente acorralado por los mercenarios y el ejército congolés.
La URSS se quejó nuevamente a La Habana y el Che Guevara recibe de Castro un mensaje conminándole a retirarse. En enero de 1966, saldrá definitivamente del Congo, atravesando el Lago Tanganyika, donde sostiene un encuentro nocturno con las fuerzas navales de los cubanos exilados, que habían interceptado una comunicación radial que anunciaba su paso17.
El Che Guevara se obstina en proseguir la lucha en el Congo y se dirige a Brazzaville, esperando introduc­irse en la región donde opera Mulele para jugarse con éste su última carta personal. Es entonces que Castro envía sus mensajeros, entre ellos Dreke, Eliseo Reyes, Osmani Cienfuegos y Emilio Aragonés, quienes con ayuda de la guardia personal de Massemba Debat, presidente de Brazzaville, "convencen" al Che Guevara de que retorne a La Habana.
Lo cierto es que de no haberse retirado a toda prisa, la selva africana y no la quebrada del Yuro hubiera sido el epílogo del mito del Che Guevara. En su crónica García Márquez refiere el epílogo de la aventura de Castro y el Che Guevara en el Congo18 "el Che Guevara se fue como había llegado: sin hacer ruido. Se fue por el aeropuerto de Dar-Es-Salaam, capital de Tanzania, en un avión comercial y leyendo al derecho y al revés un libro de problemas de ajedrez, para taparse la cara durante las seis horas del vuelo".
Para sustituir al Che Guevara en África y reorganizar el resto de las fuerzas cubanas, Castro escogió a un guerrillero maduro que luego se transformó en su mejor general Ochoa, quien había operado al frente de un grupo de sus curtidos guerreros a las montañas de Venezuela, como parte de un esquema hostil para eliminar al presidente Betancourt en el poder. Al frente de 1,200 hombres, el general Ochoa asumió la truncada misión del Che Guevara de proseguir el entrenami­ento de africanos, encaminado ahora hacia los angoleños del MPLA y las guerrillas de Amilcar Cabral de Guinea Portuguesa.
El general Ochoa cargó con la preparación de los combatientes de la SWAPO de Namibia, del ZAPU de Zimbabwe, del FRELIMO de Mozambique y de los comandos del Congreso Nacional Africano (ANC) de Oliver Tambo y Nelson Mandela. El 15 de marzo de 1967, el buque cubano Manuel Ascunce zarpó hacia el Congo Brazzaville conduciendo un millar de hombres y armamentos de refuerzo.
La contienda por el poder en Brazzaville se recrudece y el ejército apoya al gobierno marxista de Massemba-Debat, mientras las milicias se inclinan a favor del premier Lissouba y de Gastón Noumazalé, éste último la extrema izquierd­a y figura clave de Cuba y del PC francés. Marién Nguabi, jefe del ejército, presiona para que se destituyan a los elementos de izquierda de la juventud (la jeunesse) y se expulse a los cubanos.
En junio de 1966, desde la base de Dolissié, la tropa del general Ochoa socorrida por las milicias sofoca la revuelta armada contra el presidente Massemba Debat, en abierta intromisión; los cubanos sobrellevan varias bajas en el encuentro. Una de las columnas entrenadas por el general Ochoa, bautizada como la Camilo Cienfuegos, se infiltró clandestinamente en los bosques de Angola a través de Kinshasa y se agregó a la lucha contra los portugueses en la región petrolera de Cabinda. Otra cuña, comandada por el general Patricio de LaGuardia, pasó también a Cabinda, y más tarde cruzó el río Congo y se aposentó en la zona de Dembo. Dembo era famosa por su resistencia durante cinco siglos a la colonización portuguesa y por ser el lugar de nacimiento de Agostino Neto19

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