jueves, agosto 07, 2008

Dos años de gobierno de Raul Castro. Un analisis del Think Tank

Reproduzco integramente el analisis realizado por el Think Tank, Eugenio Yañez, Juan F. Benemelis y Antonio Arencibia sobre los dos años de gobierno de Raul Castro. Se puede estar de acuerdo total o parcialmente con el analisis del Think Tank, pero no se puede desconocer. Todos los interesados seriamente en el tema Cuba debieran leerlo atentamente.
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Un análisis EXHAUSTIVO: balance de dos años del GOBIERNO DE Raúl Castro, las PERSPECTIVAS y los eventuales escenarios futuros


CONTENIDO

1.- "REFLEXIONES" Y REALIDADES
2.- BALANCE DE LA SUCESIÓN
3.- LA TRANSFERENCIA DEL PODER
4.- LA ÉLITE DEL PODER
5.- LOS TALIBANES PIERDEN TERRENO
6.- ESTRATEGIA
7.- ECONOMÍA
8.- AGRICULTURA
9.- CULTURA Y SOCIEDAD
10.- DISIDENCIA Y EXILIO
11.- POLÍTICA EXTERIOR
12.- CONCLUSIONES

1.- "REFLEXIONES" Y REALIDADES

Se supone que Fidel Castro no es gobierno en Cuba ya, pero sin dudas es oposición.
¿Oposición? Exactamente. Raúl Castro señala los problemas de la educación, pero el compañero Fidel reflexiona que en realidad no estamos tan mal ni hemos involucionado tanto. Raúl Castro firma pactos de derechos humanos en la ONU, pero el compañero Fidel reflexiona explicando por qué él nunca quiso firmarlos.
El gobierno cubano considera positiva la decisión de la Unión Europea de levantar incondicionalmente las inefectivas sanciones impuestas contra el régimen en el 2003, pero el compañero Fidel reflexiona señalando que son puro cinismo e hipocresía. La población se molesta cuando sus equipos deportivos pierden, y el gobierno, como siempre, no hace mención de los desertores, pero el compañero Fidel reflexiona y dice que no hay que molestarse si los deportistas pierden, y menciona por su nombre a los “traidores”.
Fidel Castro, “periodista independiente”, hace la revolución y la historia a su manera y la publica en “Cubadebate”, obligando al resto de los medios a reproducirlo. Pero no es política oficial, como tantos creen. A los efectos de las cancillerías, las opiniones de Fidel Castro son analizadas, pero nunca vistas como política de gobierno.
Hasta que no se demuestre lo contrario, para la mayoría de los gobiernos “Castro dice…” no equivale a “Cuba dice…”. Aunque tantas publicaciones se empeñen en ignorar este hecho y sigan “analizando” festinadamente las realidades cubanas.
El 26 de Julio del 2007, hace un año, Raúl Castro señaló que “habrá que introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios”, pero hasta el momento tales cambios no se ven. ¿O es que no hay ninguno que resulte necesario?
El 26 de julio del 2007, hace un año, Raúl Castro señaló que “con esta generosidad de las lluvias del año pasado y el actual, aproveché en llegar aquí por tierra, para ver que todo está verde y bonito, pero lo que más bonito estaba, lo que más resaltaba a mis ojos, era lo lindo que está el marabú a lo largo de toda la carretera”. ¿Cuánto marabú ha sido eliminado, cuando aún las cifras oficiales señalan que el 55% de la tierra agrícola está sin utilizar?
El general señaló claramente que su discurso del 26 de julio del 2007 había sido revisado previamente por el compañero Fidel, quien no le cambió “ni una coma”. Siendo así, tenía entonces luz verde para proceder. Pero el balance de su gestión en estos últimos doce meses, mirado superficialmente, muestra tímidas medidas elementales de sentido común, expectativas crecientes en la población, información-desinformación en la prensa, una evidente confusión en la nomenklatura, especulación analítica, rumores sobre eventuales medidas… y nada más.
Se comprende que el general no tenga ningún interés en precipitarse: casi medio siglo de fuerzas armadas le habrán enseñado algo. Enfrenta, sin embargo, la más terrible disyuntiva para un militar: el peligro de decidir no hacer nada y esperar a ver que pasa, que también es una decisión.
Quiere mantener eterna lealtad al germen fundacional de la revolución, base de su propia legitimidad. Quizás por eso, por primera vez, en el discurso en el Cuartel Moncada hizo dos referencias a su papel personal en la lucha.
Sabe, porque sí lo sabe, que determinadas medidas pueden contribuir a paliar la situación y elevar las disponibilidades de alimentos de forma relativamente sencilla, sin que peligre el poder, y que solamente requieren más hormonas que recursos.
Ya tuvo que incinerar discretamente el ideario de Che Guevara para comenzar ajustes, y delicadamente echar a un lado la “batalla de ideas” para obtener ómnibus, locomotoras y motores de camión. Pero para tener carne, arroz, boniatos y viviendas tiene que dejar a un lado el ideario del Big Brother y comenzar a transitar el sendero de los estímulos materiales y la iniciativa individual.
Es imposible que no lo sepa, pero no está claro todavía si realmente está dispuesto a hacerlo. A veces parece que sí, otras veces parece que no. Esperar a los grandiosos funerales para comenzar después puede tranquilizarlo en el plano sicológico, pero el análisis diario de la situación operativa en el terreno económico y social le indica que cada día de demora puede ser fatal, mientras cada reflexión le recuerda que el Hermano Mayor lo vigila.
Por si fuera poco, parece además inspirar a Hugo Chávez para que no acabe de reconocer de facto al gobierno de su hermano el general, quien a su vez tampoco las tiene todas consigo frente al pendenciero teniente coronel de Sabaneta: 92,000 razones diarias, en forma de barriles de petróleo, amortiguan un choque casi inevitable. Por eso ambos, como hermanos celosos, compiten por la sonrisa del padre.
Hay quienes juran que no ha cambiado nada. Otros ni siquiera necesitan saber lo qué está sucediendo para declarar que no funciona. Hay quienes ven más cambios en Cuba que en un mercado persa. Algunos aseguran que todo está cambiando precisamente porque nada cambia. Para algunos todo es color de rosa, para otros negro oscuro. O todo depende del color del cristal con que se mira.
En realidad, para aproximarse a conclusiones responsables hay que analizar en detalle los dos años de Raúl Castro al frente del gobierno, provisionalmente primero, y oficialmente después: moviéndose entre las reflexiones y el parte operativo diario sobre la situación del país.

2.- BALANCE DE LA SUCESIÓN

Cubanálisis-El Think-Tank, ha publicado sistemáticamente trabajos sobre el período transcurrido desde la Proclama de Fidel Castro del 31 de julio del 2006 hasta dos años más tarde, donde se presentaron conclusiones hasta entonces inéditas sobre diversos temas que hoy se aceptan ampliamente como “naturales”, pero que en su momento recibieron desde desprecios comisariales hasta serias refutaciones o enfoques dubitativos de algunos especialistas que no coincidieron inicialmente con esas apreciaciones.

Cubanálisis-El Think-Tank concluyó en su momento:

--Que la sucesión se produjo exitosamente en agosto del 2006.
--Que la sucesión fue asumida por Raúl Castro con el respaldo de los tres Comandantes de la Revolución que existen en Cuba: Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García.
--Que la promoción de Ramiro Valdés al cargo de Ministro de Informática y Comunicaciones representaba en la práctica su elevación a la condición de segundo al mando de Raúl Castro.
--Que las polémicas entre Raúl Castro y Ramiro Valdés fueron zanjadas.
--Que la dependencia incondicional e integración con la Venezuela de Hugo Chávez, fue rechazada por Raúl Castro.
--Que los disidentes internos, a pesar de su valor y disposición a los riesgos, no han logrado hacerse conocer ampliamente entre la población ni establecer un liderazgo.
--Que la desastrosa situación económica y política del país obliga a los sucesores a transformaciones económicas aunque limitadas, para lograr aceptación y mantener el poder.
--Que el régimen sucesorio no tenía como única opción de supervivencia a Estados Unidos, y que está en condiciones de maniobrar con diferentes variables y aliados tácticos.
--Que pese a un Fidel Castro vivo y su influencia, su regreso al poder a plenitud es imposible.
--Que el petróleo submarino en la cuenca del norte de La Habana es una realidad que comenzaría a explotarse lo más rápido posible, y que en un plazo breve brindaría a los sucesores la posibilidad de desembarazarse del abrazo chavista sin hacer quebrar la economía.
--Que el grupo de los “talibanes”, promovidos por Fidel Castro, desaparecería luego de que Raúl Castro consolidase su poder.
--Que Raúl Castro trataría de mostrar una imagen más amable hacia Estados Unidos, aunque si no se hacían gestos concretos de apertura por alguna de las partes no sería posible comenzar a desbloquear el diferendo.
--Que la administración de Estados Unidos no mostraba ninguna iniciativa ni creatividad para enfrentar la situación.
--Que ni Carlos Lage ni Felipe Pérez Roque iban a ser candidatos para asumir la presidencia del Consejo de Estado.
--Que la élite política del exilio se aferraba tercamente a una sola opción, la de la sublevación y el derrumbe automático del régimen, elemento que la dejaba sin estrategias ni tácticas de contingencia para comprender el escenario, y menos para proponer variables para enfrentar al raulismo.
Todas estas conclusiones y análisis pueden encontrarse en las páginas de Cubanálisis-El Think-Tank en la sección titulada “UN ANÁLISIS COMPLETO DE LA SUCESIÓN DE FIDEL CASTRO EN CUBA”.

3.- LA TRANSFERENCIA DEL PODER

La historia de los regímenes totalitarios prueba que la situación más difícil se produce en el momento de la transferencia de poder, y ella tuvo lugar en Cuba, entre diciembre del 2005 y julio del 2006.
El 17 de noviembre del 2005 La Muerte, disfrazada de Comandante en Jefe, disertó en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, en lo que sería tal vez el discurso más trascendental, o uno de los más, en casi medio siglo de Revolución. Presentes en el Aula Magna estaban todos los que serían posteriormente nombrados en la “Proclama del Comandante en Jefe al Pueblo de Cuba”, a los que decía, sencillamente, que después de su muerte la revolución podría desaparecer irremisiblemente.
Muy pocos sabían que días antes había tenido lugar la reunión de Fidel Castro con su hermano Raúl y los tres Comandantes de la Revolución, Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García, donde les informó de la realidad médica y se definieron los lineamientos estratégicos a seguir tras la muerte irremediable:
En ninguna circunstancia debían los sucesores darle oportunidad de participación en los destinos de Cuba post-castrista al gobierno de Estados Unidos ni al exilio de Miami; las relaciones con Hugo Chávez deberían mantenerse con guante blanco mientras el país dependiera estratégicamente del petróleo y los subsidios venezolanos; deberían fortalecerse al máximo las relaciones estratégicas de carácter geopolítico y comercial con China, en la línea que las había venido desarrollando Ramiro Valdés; había que lograr acercamientos con los españoles como arietes de entrada a la Unión Europea, a través de concesiones más cosméticas que conceptuales a España.
Hubo, además, dos definiciones fundamentales, una de carácter global internacional, y la otra de sentido histórico respecto a la élite del poder. El punto fundamental de carácter global tenía que ver con los grandes yacimientos de petróleo descubiertos en aguas profundas de la cuenca submarina del norte de La Habana. En el plano interno, hubo un acuerdo entre Raúl y los Comandantes, aprobado por Castro, de que tras su muerte el grado de Comandante en Jefe no sería asumido por nadie más.
La salud de Fidel Castro se complicó gravemente el 26 de julio del 2006 en Holguín, fue operado de urgencia al día siguiente en La Habana, y las complicaciones post-operatorias hicieron temer por su vida el día 31. La proclama que se hace pública ese día, aprobada desde mucho antes por Fidel Castro, bajo la presión de un grupo de “raulistas” traspasa ahora el grado de Comandante en Jefe a Raúl Castro, lo que desata un sordo y fuerte enfrentamiento en las altas esferas del poder cubano.
La crisis de salud de Fidel Castro, que condujo a la Proclama del 31 de Julio del 2006 fue también una crisis de poder en la que se revirtió éste de forma definitiva hacia el sucesor tradicionalmente designado: Raúl Castro. Se hizo evidente para todos que el régimen solo se sostendría agrupado en torno al permanente Número Dos.

4.- LA ÉLITE DEL PODER

A finales de julio de ese año sucede lo imprevisto: Fidel Castro se muere, pero no se muere: no está muerto, pero tampoco está vivo. Se crea un limbo médico-biológico, que se hace más confuso con el “secreto de estado” en que se sumerge su estado de salud. Así terminaba la Era de Fidel Castro como autócrata.
El ascenso más allá del simbolismo, de los tres Comandantes de la Revolución, (Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García) sería inversamente proporcional a la salud de Fidel Castro, los cuales mediante consenso comparten la dirección de la sucesión con Raúl Castro. La cohesión de los históricos es un freno para cualquier escisión inmediata dentro de la élite de poder luego de la desaparición de la escena del gran “sintetizador”.
El discurso de Felipe Pérez Roque, el 23 de diciembre de 2005, enfatizando en la continuidad del castrismo puro y duro se había proyectado con fuerte contraste frente a los criterios de Raúl Castro, no tanto en objetivos como en estrategias. En aquellos momentos el canciller Pérez Roque era el aparente “delfín”, el favorito de Castro, y tanto Carlos Lage como Ricardo Alarcón aparecían como posibles nuevos presidentes del Consejo de Estado.
Raúl Castro y un grupo de elegidos, según la Proclama, asume los poderes del país, pero la práctica va cambiando las cosas: no son todos los que están ni están todos los que son. El grupo que ejercerá el poder no es exactamente el que se menciona en la Proclama: de aquel grupo sólo Machado Ventura, Esteban Lazo, José Ramón Balaguer y Carlos Lage se mantienen, mientras el anterior equipo ejecutivo de Fidel Castro prácticamente ha desaparecido. Los generales Julio Casas Regueiro y Abelardo Colomé Ibarra "Furry" concentran en la actualidad el poder de la fuerza, y Yadira García, miembro del Buró Político y ministra de la Industria Básica sigue siendo figura clave por su papel en los planes de prospección y refinación petrolera, la producción de níquel y el control de la industria del país.
El grupo de jóvenes nucleado alrededor de Fidel Castro conocido como los “talibanes” (Felipe Pérez Roque, Carlos Valenciaga, Otto Rivero, Hassan Pérez, otros no tan jóvenes como “Chomy” Miyar Barruecos), que buscaban desplazar a los “viejos históricos” con una política continuista al fidelismo, hostilidad hacia Estados Unidos, ahondar la dependencia con la Venezuela de Chávez, y mantener la política exterior de intromisión y subversión, ha perdido prácticamente todo su poder como grupo. Otto Rivero y Hassan Pérez están absolutamente opacados, aunque Pérez Roque mantiene vigencia con los No Alineados, y tanto Miyar Barruecos como Valenciaga han aparecido en representación personal de Fidel Castro en diversos eventos.
Los talibanes han perdido su influencia. Su vocero principal, Pérez Roque, está opacado. En el pleno de la Unión de Jóvenes Comunistas a finales de febrero del 2007, Raúl Castró se refirió a la inexperiencia de Lage y Pérez Roque y se burló de ellos, de manera “elegante”. El fuerte de los talibanes eran las organizaciones juveniles (UJC, FEEM, FEU) y medios como la Mesa Redonda y el diario Juventud Rebelde. No son ya los agitadores ideológicos, y la batalla de ideas se ha perdido en el aire, al igual que las marchas del pueblo combatiente y las arengas en el Protestódromo.
El grupo alrededor de Raúl es muy amorfo, integrado por militares y civiles, y en el mismo existen también tendencias internas. Sus integrantes provienen de las columnas guerrilleras del Segundo Frente, el ejército, ministerio del Interior, viejos reformistas de la década del setenta y la tecnocracia empresarial y estatal. Entre ellos se destacan Julio Casas Regueiro (ministro de las FAR), José R. Machado Ventura (vicepresidente primero de los Consejos de Estado y de Ministros), los generales Colomé Ibarra (Ministro del Interior), Carlos Fernández Gondín (Viceministro), Álvaro López Miera (Jefe del Estado Mayor General de las FAR), Leopoldo “Polo” Cintras Frías, Jefe del Ejército Occidental. Asimismo, Fernando Remírez de Estenoz, su candidato para sustituir a Pérez Roque en la actividad de Relaciones Exteriores; y Jorge Luís Sierra Cruz, ministro del Transporte. En estos dos años algunos tecnócratas se han destacado y ganado espacio, como Yadira García. Carlos Lage aunque está subordinado incluso a Machado Ventura, sigue jugando un papel importante en el control económico y especialmente en las relaciones con el ALBA chavista.
La consolidación y reconocimiento de Raúl Castro como primera figura entre los sucesores se produjo el 30 de noviembre del 2006, en el acto por el 50 aniversario del alzamiento de Santiago de Cuba, fue presidido por los Tres Comandantes, por encima de más de seis miembros del Buró Político presentes, y cuyo resumen estuvo a cargo de Ramiro Valdés, quien definió al general como el “firme cancerbero” de la Revolución. Posteriormente Juan Almeida reafirmaba las palabras de Ramiro al declarar que “estamos dispuestos a dar nuestra sangre por esta tierra, por Fidel y por Raúl”.
La sucesión definida en la Proclama nunca funcionó, y apareció un poder repartido de manera diferente. Lo mismo sucedió con el nuevo estilo y los ajustes de personal directivo y reforzamiento institucional. El binomio de los ahora aliados Raúl Castro y Ramiro Valdés, con el visto bueno de Juan Almeida y la bendición de Fidel Castro, consolidó el poder ignorando directivas del documento del 31 de julio del 2006.
Al no producirse el fallecimiento del anciano dictador se empezó a perfilar una especie de gobierno paralelo: Fidel Castro enfermo con los talibanes agrupados a su alrededor, y Raúl Castro tratando de organizar un gobierno funcional, obligado a repliegues tácticos en ocasiones, a la espera de poder asumir el mando completo. Así, la batalla por la sucesión se libró y se decidió en los meses finales del 2006.
En todo este período Raúl Castro, insensatamente subestimado por la administración norteamericana, buena parte del exilio y muchas otras personas como un incompetente segundón, empezó a demostrar una gran capacidad de maniobra, un nuevo estilo de dirección, una visión estratégica y un evidente liderazgo nada carismático pero efectivo, que le han permitido mantener las riendas del poder, evitar pugnas dentro de la élite, neutralizar potenciales adversarios, contemporizar con su impertinente hermano mayor, reconocer públicamente problemas para empezar a buscarle soluciones, imaginar un plan de desarrollo a pesar de la crisis mundial de alimentos, y torear a Hugo Chávez en aras del petróleo y los subsidios, sin enfrentar ningún escándalo político ni crisis de gran envergadura.
Quienes quieran acusar a Cubanálisis-El Think-Tank de “raulista”, el párrafo anterior les puede ser muy útil, aunque en ningún momento en él se dice que Raúl Castro es un demócrata, ni que es la solución del drama cubano, ni que es la mejor opción, ni que está brindando esperanzas realistas, o que debe ser apoyado.
Durante 2006 se sustituyeron ministros, primeros secretarios del partido y la juventud comunista en provincias, cuadros intermedios. Ramiro Valdés fue designado Ministro de Informática y Comunicaciones, y Jorge Luís Sierra Cruz, miembro del Buró Político y el Secretariado, de Transportes. El Secretariado del Partido, eliminado en los años noventa y resucitado poco antes de la proclama, ha sido encargado de la dirección de un aparato partidista que languidece entre la abulia de sus militantes y la ineficacia de sus dirigentes.

5.- LOS TALIBANES PIERDEN TERRENO

El 24 de Febrero del 2008 no se produjo una división de poderes entre los cargos del Partido y los del Gobierno, y Raúl Castro por el momento es Jefe del Consejo de Estado y de Ministros. Se nombró un primer vicepresidente del Consejo de Estado y Ministros, José Ramón Machado Ventura: todo indica que asume las funciones más ejecutivas y junto a Esteban Lazo se ocupa de la organización partidista. Quedó pendiente para fines del 2009 la definición de la jefatura del Partido.
Raúl Castro no dirige ahora un gobierno, sino un Estado Mayor, que funciona de acuerdo a la disciplina militar. Por eso el 26 de Julio de este año, hace pocos días, identificó por su nombre a los tres altos funcionarios responsables de las obras del acueducto de Santiago de Cuba, dijo que iba a controlar mensualmente la tarea, y que si no cumplían los enviaría a los santiagueros para que hicieran con ellos lo que estimaran conveniente. Los tres aludidos sabían de esto en privado o en pequeños grupos, pero ahora, al hacerlo público, una vez más el general ratificó un estilo diferente que tiene gran aceptación entre la población, hastiada de los errores y de la impunidad de los jerarcas del régimen.
Muchos realmente creyeron que Carlos Lage era “el número dos” y que Felipe Pérez Roque sería “el delfín”, y se decepcionaron al ver que fueron relegados en los nuevos cargos. La promoción de Ramiro Valdés, Álvaro López Miera y Salvador Valdés Mesa al Buró Político en sustitución de Alfredo Jordán (fallecido), Juan Carlos Robinson (preso) y Marcos Portal (demovido), completó la nómina original de 21 miembros y garantiza a Raúl Castro el balance a su favor en el máximo órgano partidista.
El ascenso de Machado Ventura no sorprendió en Cuba, que conoce su extraordinario poder y su carácter despótico, mano derecha de Raúl Castro. Su designación no ha sido imagen de inmovilismo, sino mensaje de incondicionalidad, garantía de que las cosas se harán como decida Raúl Castro, en un sentido o el otro.
Se especuló que se designaría al general Álvaro López Miera (actual Jefe del EMG) Ministro de las FAR, hecho que no se produjo ni tenía sentido, pues no es fácil: según la teoría militar soviética, aprendida de von Klauzewitz, mover cuadros de posiciones de estado mayor a posiciones de mando directo de tropas no es la mejor opción.
Con los generales Abelardo Colomé Ibarra (“Furry”) en el MININT (foto derecha), Julio Casas Regueiro en las FAR (foto izquierda), y Antonio Enrique Lussón en Tropas Especiales, se evitan sorpresas desagradables en los mandos militares o entre la población. Raúl Castro desearía desarrollar su proyecto sin recurrir a la fuerza bruta, pero no se puede asegurar que lo rechazaría si no quedara otra opción.
Junto a Esteban Lazo, el más alto representante de la raza negra en el poder cubano (Almeida realmente es mulato), entraron en el Consejo de Estado cinco mujeres negras, aceleradamente promovidas el 24 de febrero para dar una imagen de balance racial ante la marginada población negra y mulata del país.
De los tres jefes de ejércitos, quien más se ha destacado en la prensa ha sido el del Ejército de Oriente, Ramón Espinosa Martín (izquierda). Sus desavenencias con Raúl Castro parecen haber quedado a un lado en la nueva situación. “Polo” Cintras Frías (derecha), en el Occidental, mantiene incólumes su lealtad y su vasta incultura, y en el Ejército Central el general Quintas Solá, “promovido” a viceministro, perdió el mando para ocupar un puesto burocrático, sustituido por un general capaz pero sin arrastre político ni popular de ningún tipo; ni una foto suya ha sido publicada. El viceministro Rigoberto García Fernández, a cargo del Ejército Juvenil del Trabajo, no estuvo presente en los actos por el 35 aniversario de esa institución, y en su lugar los diplomas fueron entregados por el general Quintas Solá.
El MININT ha quedado como una plaza difícil de comprender. El general Fernández Gondín, vice-ministro primero, es el ejecutivo en funciones de tal organismo, mientras el titular Abelardo Colomé Ibarra ejerce una posición más formal. Con Ramiro Valdés en control de la seguridad y represión electrónica, la seguridad interna queda en manos de partidarios de la sucesión.
En estos momentos un grupo de figuras ha ido ascendiendo poco a poco en la nomenklatura raulista, como Yadira García, Jaime Crombet, Marta Lomas (foto), y Fernando Remírez de Estenoz. Las conocidas diferencias de Raúl Castro con Ramiro Valdés se congelaron en aras de la estabilidad y ya no son factor de preocupación raulista. Son notorias las discrepancias entre Alarcón y Pérez Roque, y la opinión de Raúl Castro con el desempeño de Carlos Lage.
Después de casi medio siglo con Fidel Castro, la élite ha visto y conocido en estos dos años un estilo de dirección diferente, al cual se ha tenido que ajustar. Sin el “carisma” del hermano mayor, el general ha mostrado un mayor sentido de trabajo en equipo, más receptividad para escuchar criterios y propuestas, una disciplina efectiva y mucho más control: todos saben que las tareas pendientes no serán dejadas a un lado para iniciar una campaña mundial contra la deuda externa, una guerra africana o una marcha del pueblo combatiente, y el día señalado para el despacho hay que demostrar cumplimientos en vez de espíritu revolucionario o incondicionalidad.
Raúl Castro ha tratado de cultivar a la nomenklatura, entregado viviendas a generales, reagrupado a antiguos combatientes olvidados, adulterado un poco menos la historia, mantenido más relaciones con el mundo civil y los periodistas, y se viste de civil más a menudo, aunque menos de lo que debería: mientras mantenga uniforme no se producirán transformaciones serias en Cuba.
Dentro de la Isla hay voces disímiles, desde posiciones católicas hasta comunistas de extremo, pasando por socialdemócratas, que piden que el nuevo Jefe de Estado divulgue su plan de reformas para poder contribuir a su desarrollo. Sin embargo, fiel a su perfil militar, el general se ha manifestado a favor del secretismo y de la acción sorpresiva.
Amén de mantener el equilibrio dentro de la élite, para evitar confrontaciones, aunque todo indica que ha logrado balancear el ejercicio del poder con figuras de la vieja guardia en los puestos claves, el nuevo gobierno cuenta con relativo apoyo de sectores internos que en el orden de las ideas hubieran podido retar su sucesión: la Iglesia Católica y los intelectuales. Ello le permite sostener un control férreo sobre los disidentes, y ha podido evitar hasta ahora llegar a las medidas carcelarias masivas de Fidel Castro.

6.- ESTRATEGIA

La élite histórica dirigida por Raúl Castro y los tres Comandantes busca mantener el poder y la unidad por 4 ó 5 años, cuando se produzca su lógico ocaso biológico. Esperan que sea tiempo suficiente para que se desarrolle la relación económica con China y Brasil, que ahora se construye, cuaje la explotación del petróleo, y se observen frutos palpables por la población, como la elevación de los niveles de producción de alimentos, alivio del transporte, y el inicio de serios planes de viviendas.
La convocatoria al Congreso del Partido para fines del 2009, establecida dejando tiempo suficiente para que se produzca la muerte de Fidel Castro, garantiza a Raúl un Congreso sin sorpresas y la posibilidad de promover nuevas generaciones a las máximas instancias partidistas y de gobierno: se espera que vayan ocupando espacio otros candidatos de la nomenklatura mucho más jóvenes. Es precisamente ahí donde se irán delineando las diferentes corrientes de cómo y por dónde se encaminan las reformas.
Es harto especulativo si Raúl Castro le teme al ensayo chino, vietnamita o ruso porque podría disolver su poder político. La cúpula cubana conoce que la apertura trae cambios y riesgos que se reflejan en el tablero del poder político, pero necesariamente no implica la “inevitable” debacle de la nomenklatura, como se puede apreciar en muchas transiciones del ex bloque soviético. Todos se esfuerzan en buscar que modelo de transición va a implementar el nuevo equipo, si es que existe el empeño de hacerlo; y se escudriñan atisbos de perestroika, glasnot, modelo chino o vietnamita, socialismo del siglo XXI: lo que se vislumbra es un engendro criollo, un estilo “raulista” de mano dura en política y determinada flexibilidad y realismo en la economía.
Nada de lo que está en la cartera de Raúl Castro tiene que ver con reformas políticas, elecciones multipartidistas, liberación de presos políticos, libertad de expresión, prensa y asociación, aunque esté en el tintero permanente de lo que se le reclama como “prueba de cambio”, y que sería, naturalmente, lo ideal: Cuba no es una democracia, y el régimen raulista no maneja esa opción en ninguna coyuntura.
Aceptar, sin embargo, que todo sigue igual y todo seguirá igual, o que en el discurso del 26 de Julio del 2008 se retractó de sus proyectos para contemporizar con su hermano mayor, es simplemente una conclusión equivocada o una equivocación simplista, pues ni el general ni la nomenklatura cubana son fundamentalistas ni suicidas, y aun tienen opciones para mantener el poder sin renunciar a un plan de cambios graduales.
En la actualidad no existe inclinación a un modelo económico-social “a la China” o “a lo vietnamita”, pues la grave situación alimenticia, de transporte y de hacinamiento habitacional, impone soluciones operativas ad-hoc. El grupo Raúl ha considerado que el experimento chino no es transferible a Cuba, pues lejos de ser un modelo es una vía hacia algo desconocido que obliga a improvisar sobre la marcha. Raúl Castro no puede ni quiere distanciarse del “elán” de su hermano, como hizo Deng Xiaoping con Mao.
Se puede inferir que la estrategia general de Raúl Castro tiene una fase inicial de 3-4 años, buscando llevar al país en lo económico y social a un punto en que se resuelvan los problemas más graves y acuciantes (alimentación, vivienda y transporte), y a partir de entonces establecer un modelo coherente de desarrollo. Sería entonces que la actual élite política podría transferir los mecanismos de poder a una generación más joven.
Estamos ante un gobierno consciente de su provisionalidad, que tiene como meta el retiro de las actividades militares y civiles de toda la generación fundacional de la revolución tan pronto se den las condiciones para la próxima transferencia de poder. De ahí en adelante, las alas reformista y socialista ortodoxa que coexisten en el PCC posiblemente se enfrascarían en rivalidades sobre qué modelo económico-político debe implementarse.
Al inicio de la interinatura de Raúl Castro, la férrea defensa del papel de la Asamblea Nacional para oficializar la Sucesión por parte de su presidente, Ricardo Alarcón, hacía pensar que tal organismo podría jugar un papel decisivo. Aunque se restauró el eventual rol de fiscalización y control de la labor del gobierno, una vez que la Asamblea sirvió de foro para la aprobación formal y legitimización institucional del nuevo gobierno, para lo cual era imprescindible, su presidente pasó nuevamente a un segundo plano.
Aunque las fuerzas armadas constituyen aún la institución más organizada, Raúl Castro no se apoya en ellas directamente para sus planes económicos y sociales: ha buscado para ello el reforzamiento del papel institucional del Partido, y todo indica que es en la cumbre de la cúspide del aparato partidista que se decidirá la suerte, se escogerán las estrategias y se determinarán los cuadros de dirección.
Raúl Castro está enfrascado en transformar el caudillismo en dirección colectiva, con la separación de funciones del Partido y el Estado, y la exigencia de responsabilidades a los funcionarios a todos los niveles. La nueva estructuración administrativa y la composición personal del próximo Consejo de Ministros, ya anunciada, será el termómetro de hasta dónde llevará Raúl Castro sus reformas. La primera tarea que impuso fue modificar el aparato y mecanismos de ejecución y control del Estado, del Partido y las provincias. Una decisión de gran significado fue traspasar la Reserva Estratégica que controlaba el Comandante al Alto Mando de las FAR.
Con un gobierno de militares, más que un gobierno militar, la visión estratégica de Raúl Castro y sus colaboradores está obviando la clásica dirección ramal y ministerial de la híper-centralizada economía, ejercitando una dirección territorial basada en las provincias y los municipios, donde se concentran los esfuerzos para garantizar el éxito de las tareas prioritarias, que por definición tienen carácter local y no central. Sus incondicionales han formado el círculo del poder en este interregno transcurrido desde la Proclama del 31 de julio 2006 a la actualidad. Se ha estado diluyendo el papel de los "generales-empresarios" en el nuevo gobierno: lejos de copar las empresas principales con militares en activo, más bien los ha ido enviando de regreso a sus cuarteles, dejando la gestión empresarial a funcionarios “civiles”. Incluso, entregó a los españoles la administración de instalaciones hoteleras turísticas que se hallaban en manos de la poderosa empresa GAESA
En lo económico enfrenta obsolescencia tecnológica, atraso en la informática, transportes e infraestructura; ineficiencia industrial; ascendente deuda externa, improductividad agropecuaria e indisciplina galopante. En lo político, excesiva centralización del poder y desestímulo de la población evidencian el fracaso de la economía central de plan.
El grupo de Raúl Castro trata de darle un vuelco inmediato a la organización económica, empresarial e institucional para mejorar el nivel de vida y consumo de la población, desinflar el diferendo con Estados Unidos, poner distancia a la proyección de Chávez, y reforzar los lazos económicos y comerciales con China, India, Rusia, Brasil, y Europa, en la medida que Estados Unidos reaccione o no.
En dos años no se ha producido un quebrantamiento social y ello ha dejado tiempo para crear estructuras y mecanismos para un régimen más estable, definir un sistema de relaciones internacionales de largo alcance, y establecer el funcionamiento económico dentro de normas que garanticen un mínimo de eficiencia y producción.
El núcleo dirigente se concentra en impulsar la agricultura para resolver el problema de la alimentación, agravado por la subida de precios en el mercado mundial, y utiliza créditos crecientes para adquirir equipos, insumos y abastecimientos imprescindibles. El consenso es avanzar hacia una apertura limitada del mercado, restituir el valor al salario y aceptar las diferencias de ingresos en la sociedad, en función de incentivar la productividad sin perder controles políticos esenciales. Factores de peso explican que el nuevo equipo asuma decisiones muy puntuales en vez de cambios estructurales: la presencia de Fidel Castro y la posibilidad de una variación en la política norteamericana tras la contienda electoral.
El “raulismo”, como línea de pensamiento diferente al castrismo, no existe: todos los cambios se harán a nombre del viejo dictador, aunque constituyan la rectificación de sus errores. Lo que se ha llamado “Raulismo¨ es un intento de remendar al Castrismo, fuente de “legitimidad” histórica de Raúl y la cúpula gobernante.
Las directivas de la Proclama del 2006 hoy son historia nada más: Raúl Castro permitió se cuestionara la política educacional del Comandante, por boca de Alfredo Guevara en el Congreso de la UNEAC; ha cambiado la política de salud pública del Comandante, basada en “el médico de la familia”, porque sabe que es imposible sostener el 60% de sus profesionales de la medicina en el exterior. Autoriza que se discrepe de la política del Comandante hacia los cubanos que han abandonado el país, que reiteró el canciller Pérez Roque, y cuestionó Eusebio Leal en el congreso UNEAC. Sustituye el “internacionalismo proletario” a escala mundial del Comandante con una política exterior realista y sensata, mantiene distancia con Hugo Chávez, repele a Ahmadinejad, ignora al gobierno Bush basado en la promesa de buscar un entendimiento con el próximo presidente. Abandona el igualitarismo castro-guevarista al reconocer desigualdades de ingresos en la población, otorgando el acceso a bienes o servicios en moneda dura, previamente prohibidos.

7.- ECONOMÍA

Las primeras medidas de Raúl Castro buscaron hacer funcional el aparato estatal y empresarial paralizado bajo el desorden de Fidel Castro. Su mano administradora, sus directivas se sienten en los ministerios y aparatos de provincias. El Estado ha comenzado a funcionar; se regularizaron las reuniones del Buró Político, Consejo de Estado y de Ministros. Se han establecido despachos con dirigentes provinciales. Tanto organismos nacionales como provinciales, y la gerencia empresarial, han ido asimilando una nueva ética de trabajo para los cuadros y mayor disciplina laboral, imprescindible antes de implementar cualquier tipo de modificaciones estructurales. Los subordinados saben que serán controlados y se les pedirán resultados más que explicaciones.
En el entorno raulista se opina que son imprescindibles determinadas modificaciones en la economía para sostener el poder sin necesidad de recurrir a la violencia. La situación actual es muy compleja, provocada por la desastrosa herencia fidelista y el acelerado aumento de los precios de los productos alimenticios y el petróleo. Hubiera sido un momento propicio para establecer determinados cambios imprescindibles.
Sin embargo, el régimen no está acorralado interna o internacionalmente, y dispone de medios para capear la crisis y plantearse un programa realista de desarrollo. La estrategia se fundamenta en el desarrollo agropecuario, el petróleo de Venezuela, el níquel, turismo y remesas desde el exterior como fuentes de ingreso y base de solución. En el turismo se planean construir 30 hoteles antes de 2010, para sumar 10,000 habitaciones más.
En números redondos, considerando níquel, tabaco, turismo, remesas, producciones tradicionales de exportación, servicios, y los ingresos de GAESA, el régimen podría estar disponiendo de unos 6,000 millones de dólares anuales: nada extraordinario, suficiente para no sentirse acorralado.
Raúl Castro está obligado a buscar soluciones rápidas y masivas; reformas que irán hasta el punto que no generen un estallido social. Con un tiempo biológico y político limitado a pocos años, esta vieja generación en el poder sólo puede establecer líneas generales del cambio. Corresponderá al segundo escalón establecer el nuevo modelo, que acaso ronde en un “socialismo de mercado”.

Los problemas más urgentes que enfrentó el nuevo equipo de Raúl Castro fueron y son:

1- Institucionalizar el poder que se concentraba en manos de Fidel Castro.
2- Resolver los apagones.
3- El desabastecimiento de alimentos.
4- Mejorar el transporte urbano.
5- El problema de la vivienda
6.- Los problemas acuciantes de la salud pública: disponibilidad de médicos y el dengue.

Tras resolver la crisis del dengue, amainar los problemas energéticos y aliviar el transporte en la capital, se tensan las fuerzas en la agricultura para elevar la producción de alimentos y sustituir la importación de los mismos.
Raúl Castro tiene que salvar la imagen de su hermano mayor para la historia, y su propio futuro y el de los suyos, y resolver el gravísimo problema de la producción de alimentos, que ha llegado a que Cuba tenga que importar hasta azúcar. Para ello se le quiere dar un rostro “racional” al régimen al borrar del lenguaje oficial la concepción castro-guevarista del “hombre nuevo” y la “conciencia comunista”, sustituyéndola por un realismo basado en mecanismos económicos y estímulos materiales básicos: salario-producción y oferta-demanda en un mercado bajo control.
Raúl Castro siempre buscó una vía económica diferente a la de Fidel Castro. Actualmente intenta desarrollar una estrategia dual en la economía: hacer lo más rentable posible a las empresas estatales e ir abriendo la producción privada y cooperativa campesina con más lentitud que China y Vietnam. Se desplazaron empresas pertenecientes a corporaciones hacia ministerios y organismos centrales, que debieron ocuparse de eso desde un principio. Y se aceleró la inserción de las empresas de producción en el llamado “Sistema de perfeccionamiento” originado en el MINFAR.
El Perfeccionamiento Empresarial ha mostrado resultados modestos en los ingresos del personal debidos a su vinculación salario-ganancia, con incrementos en el pago a los trabajadores de unos 100 pesos mensuales. En la industria el salario medio aumentó en 5,5 por ciento. Asimismo se aprobó ajustar las formas y sistemas de pago a los resultados del trabajo. Pero gran parte de las medidas de incrementos salariales no vinieron por la vía de la vinculación a los resultados del trabajo. Otro de los problemas básicos es la existencia de dos sistemas de precios, doméstico y del mercado internacional. El Perfeccionamiento Empresarial no incluye formas ni de participación ni de estimulación obrera autogestionaria, y mantiene el esquema clásico del socialismo: todo el excedente pertenece al Estado.
Los problemas que tiene por delante el general-presidente no son pocos: la población está cargada de expectativas, esperando ver “algo”, después del famoso discurso del 26 de julio del 2007 y el “debate nacional” que le siguió. Ya en la Asamblea del 2007 se hizo evidente que las prioridades que Raúl Castro se diferencian de las de su hermano y aún enarbola el grupo de los talibanes. Raúl Castro estableció como objetivos principales resolver problemas de la producción alimenticia, transporte y vivienda. A cambio de eso viene exigiendo mayor disciplina laboral, salarios vinculados a los rendimientos, y la concepción y ejecución de planes realistas que resuelvan problemas concretos.
El esquema chino-vietnamita (socialismo de mercado + inversiones sustanciales) no se maneja públicamente, y pese a la inversión extranjera en níquel, petróleo y turismo, no hay indicios de hacerlo extensivo a otras mega-corporaciones ni de legislar al respecto.
No se ve contrapartida para el sector de procesamiento industrial, que compensaría la acumulación de circulante que se producirá en el medio rural. Se espera que la agricultura reanime la industria alimenticia y ligera. Al enfriarse la confrontación verbal con Estados Unidos, se ha desmontado el costoso e ineficiente aparato de compulsión y movilización social de marchas y concentraciones, aunque se mantienen a un alto nivel los gastos para ejercicios militares que abarcan a los reservistas y miembros de las milicias.
La situación crítica de las provincias orientales (vivienda, alimentación, desempleo), complicada por los desastres naturales del pasado año, ha sido un punto primordial de la agenda, que se comprueba por constantes visitas a la región, presionando a las empresas constructoras del ejército en Oriente para acelerar enormes obras hidráulicas tendientes a aprovechar las aguas dulces para el consumo de la población y abastecer planes agrícolas urgentes.
El gobierno presiona para revitalizar la actividad de puertos y el traslado interno de mercancías. El transporte urbano capitalino salió de su colapsó con los ómnibus chinos Yutong, con un salto en el número diario de pasajeros de 450 mil en diciembre del 2006, a más de 846 mil actualmente. El plan para aliviar el problema del transporte contempla a largo plazo 5,000 ómnibus y locomotoras chinas, vagones de ferrocarril iraníes y 1,000 millones de dólares para reparar infraestructura vial y ferroviaria.
En los servicios directos a la población se restauró la red de panaderías y el servicio de agua potable de acueductos y cisternas, con elevadísimas pérdidas por salideros y roturas. Se ha logrado mayor estabilidad energética y menos apagones, en niveles de supervivencia, manteniendo el vínculo petróleo-servicios con Venezuela. Se inició un pequeño programa de distribución de materiales de construcción para que la población pueda reparar sus casas.
El régimen se fortaleció cuando el níquel duplicó su precio en el mercado mundial, superando 33 mil dólares la tonelada, desde los 14 mil de inicios de 2006. Aunque esos precios han bajado actualmente, llegó a duplicar los ingresos, que se acercaron a los $1,500 millones de dólares y superaron los del turismo.
El petróleo sigue su rumbo estratégico, y cada vez son más las compañías interesadas en la prospección en la Zona Económica Exclusiva cubana, ahora con el interés manifestado por Brasil. No pueden desecharse las posibilidades del régimen de obtener créditos contra futuras producciones en estas áreas. Además, el país cuenta con suficientes aliados productores de petróleo (como Libia, Angola, Azerbaiyán, Argelia, Guinea Ecuatorial, y aparentemente Brasil) para enfrentar una emergencia que requiriera suplir un corte brusco del abasto venezolano.
Raúl Castro amplió lazos energéticos con China y otros países, buscando equipamiento para ganar autonomía en la exploración y perforación de pozos. CUPET anunció un crecimiento de la extracción por encima de los 4 millones de toneladas, la mitad del crudo que se consume. La Zona Económica Exclusiva de Cuba en el Golfo de México ya tiene compañías como Repsol-YPF, la canadiense Sherritt Oil & Gas, la venezolana PDVSA, la hindú ONGC Videsh Ltd, la malaya Petronas, y PetroVietnam, que han pactado y emprendido estudios en varios bloques de esa cuenca. Recientemente, Repsol-YPF dijo que reiniciaría perforaciones a fines del próximo año.
La llamada integración energética con Venezuela otorgó a Raúl Castro una influencia en la región antillana bajo la corporación cubano-venezolana PetroCaribe, que utiliza la refinería de Cienfuegos para servir a la zona. La relación médicos-petróleo con Chávez se mantiene, así como la inversión en grupos electrógenos y en la renovación del sistema eléctrico. Los apagones casi desaparecieron a pesar del aumento del consumo doméstico de electricidad en las cocinas.
Carlos Lage declaró pocos días atrás que es necesario ahorrar porque el país consume 158,000 barriles diarios de petróleo, lo que parece absurdo, porque sumando importación venezolana y producción nacional hay un excedente de unos 20,000 barriles diarios. Esto da pábulo al rumor de que el régimen, -como en tiempos de la Unión Soviética-, está reexportando petróleo venezolano.
La cuota de petróleo mínima, proveniente de Venezuela no presenta problemas mientras Chávez gobierne. Los pozos de petróleo frente a Matanzas y en tierra firme pueden resolver en un par de años las necesidades del país, en espera de los yacimientos del Golfo de México: en la medida que ese petróleo submarino se va convirtiendo en opción económica viable, se va reduciendo la dependencia a la peligrosa generosidad chavista.
Otro paso económico importante fue la eliminación de topes máximos a los salarios: cada persona podrá percibir lo que sea capaz de ganar legalmente, sin límites. Hace meses Raúl Castro declaró que no importaba que los campesinos ganaran mucho dinero si tal dinero estaba respaldado por producción. Es cuestión de tiempo la rectificación de la absurda política monetaria dejada por Fidel Castro, fuera sugerida desde hace un par de años por los elementos reformistas dentro del aparato estatal. Otro punto muy diferente es hasta donde llegará esa enmienda.
Descongelar prohibiciones como acceso de cubanos a hoteles, equipos electrodomésticos, computadoras, teléfonos móviles, sin dudas tienen dos lecturas: un golpe político efectista de “descompresión sicológica” en la población, haciendo creer que realmente existe un compromiso por elevar el consumo y nivel de vida, y la búsqueda inmediata de más dinero fuerte para la compra urgente de alimentos.
Se ha diseñado un programa que permitiría sustituir el subsidio a los productos que se distribuyen con “libreta”, -calculado en 190 pesos per cápita-, por un subsidio monetario por esa suma a las personas de bajos recursos. Hay economistas en la Isla que consideran que tras un despegue productivo en la agricultura deberá comenzar la reforma financiera, e incluso proponen incrementar la capacidad de compra del salario en pesos cubanos.
La crisis de sucesión superó los más difíciles primeros tiempos. No obstante, la población que había depositado su esperanza en la posibilidad de que con Raúl Castro la situación económica mejoraría rápidamente, sufrió un baño de agua helada el 26 de Julio del 2008, al escuchar un discurso donde el general, en vez de anunciar cambios positivos, declaró que vendrían “malas noticias”.
La mayoría de las interpretaciones de tal frenazo en la política hasta entonces públicamente propugnada por Raúl Castro han sido achacadas a la interferencia y la resistencia de Fidel Castro a todo tipo de cambio sustancial y no cosmético.
Sin descontar que el anciano dictador, por su propia personalidad, sigue y seguirá intentando imponer sus criterios mientras viva, y no puede aceptar que sean otros los que tomen decisiones, hay que tomar en cuenta que tanto éste como su hermano y toda la cúpula del poder tienen motivos suficientes de preocupación debido a la desaceleración de las economías del Primer Mundo, la devaluación del dólar y el vertiginoso aumento de precios del petróleo y los alimentos.
En las más altas esferas en todos los países, tanto desarrollados como del Tercer Mundo, se debate seriamente sobre las consecuencias y la duración de una posible crisis multilateral en la economía mundial, que no es una quimera ni mucho menos en estos momentos.
Por lo que al presente trabajo interesa hay que señalar que no existen antecedentes de manejo de crisis ni experiencias sobre políticas económicas de emergencia en una economía globalizada e interdependiente: la única crisis conocida en la época de la globalización se inició en Asia en 1997, y aunque solamente duró dos años sus efectos alcanzaron a Rusia, Brasil, y Estados Unidos.
Ante el temor a ser golpeados por la crisis, la dirigencia comunista de Vietnam de aquellos momentos detuvo durante varios años la política de “Doi Moi” (Renovación), que se había iniciado en 1986 con el fin de introducir elementos de mercado en la economía socialista del país.
Actualmente no se puede determinar con absoluta objetividad cual es el elemento de más peso en la falta de implementación de las reformas prometidas por Raúl Castro: si es la oposición de su hermano mayor a transformaciones estructurales, el temor de la élite a que una apertura al mercado les haga más vulnerables de ocurrir una crisis económica mundial o si, en resumen, se trata de una combinación de ambos factores.
No obstante, existen muchísimas posibilidades de cambios económicos y reformas funcionales en el país que incentivarían la producción interna y favorecerían cierto grado de desarrollo sin tener que aplicar exclusivamente políticas neoliberales a ultranza o basadas solamente en el mercado.
En períodos de crisis globales, o al menos internacionales, la historia nos dice que todos los países incrementan la intervención estatal en el funcionamiento de la economía y se parapetan en el proteccionismo para defender los intereses nacionales.
No solo fue en Vietnam durante la mencionada crisis de los noventa. que aunque detuvo las reformas mantuvo sin embargo planes realistas basados en la eficiencia y la productividad, sin rechazar los controles económicos y la disciplina.
También su vecina Malasia, bajo la prolongada dirección de Mahathir bin Mohamed, rechazó recomendaciones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para enfrentar aquella crisis, mantuvo una política de protección de la economía del país frente a la globalización a ultranza, y en poco más de dos años regresó a la “normalidad” y continuó el impetuoso crecimiento de su economía sin haber sufrido daños significativos.
El problema fundamental de Raúl Castro en este momento es que está dilapidando el poco caudal político que había acumulado con promesas de cambios económicos profundos en el país, sin haber podido presentar aún logros palpables en las áreas de interés para la población.
Por eso el régimen tiene que resolver con rapidez problemas fundamentales que golpean los niveles de consumo y de vida del pueblo. Si no lo logra, no puede descartar una erupción popular por consideraciones económicas en vez de por reclamos políticos, como muchos han esperado hasta ahora.

8.- AGRICULTURA

El camino de reformas tiene en la agricultura el eje fundamental para resolver problemas apremiantes de la canasta familiar. Las compras de alimentos de Cuba a Estados Unidos superaron $255 millones en los primeros cinco meses del 2008. La política de Fidel Castro de comprar alimentos como instrumento de apertura política con Estados Unidos no dio resultados, y el nuevo equipo gobernante no tiene gran interés por seguir con esta variante, como prueba la orden de Raúl Castro de producir alimentos que actualmente se importan. De ahí el énfasis en la producción de arroz con asesores vietnamitas, y de soya con ayuda brasileña.
La crisis alimentaria más aguda se presenta en tres regiones: la más crítica es la del sur de Oriente, de Manzanillo a Guantánamo, con 3 millones de habitantes. La segunda se halla el norte de Oriente, desde Victoria de las Tunas hasta Baracoa, con 2 millones de habitantes: entre la primera y la segunda, son cinco provincias orientales y cinco millones de habitantes. La tercera es el área metropolitana de La Habana, y los pequeños pueblos adyacentes, con 2.5 millones de habitantes, lo que hace un total nacional de 7.5 millones de habitantes, las dos terceras partes de la población.
Los próximos 2 ó 3 años son la etapa más crítica por delante: la agricultura cubana cuenta con reservas de productividad, tierras y recursos humanos calificados para impedir un desastre, pero la coyuntura económica global deja poco espacio y tensiona fuertemente la efectividad de esos elementos.
Mientras programa la fusión de organismos centrales del gobierno y reorganiza el aparato administrativo estatal en busca de una mayor efectividad, el régimen descentralizó el Ministerio de la Agricultura hasta nivel municipal, creando delegaciones enfrascadas en otorgar y controlar tierras: las delegaciones provinciales y municipales de la agricultura asumen funciones de distribución de tierras, la aplicación de medidas para el incremento de la producción agropecuaria, y la comercialización local (municipal) de la producción.
Además, el Estado ha tomado medidas de estímulo para el acopio de viandas y vegetales, mediante aumentos notables de precios y bonificaciones en pesos convertibles (CUC), que deben realizarse a través de mecanismos de mercado con oferta real disponible. Esta combinación de medidas busca mayores volúmenes de producción y mejor productividad en sus territorios.
Ya que la superficie cultivable de 6,6 millones de hectáreas se mantiene ociosa en la mitad de su extensión, se decretó la entrega de tierras en usufructo a los campesinos existentes, pero en un paquete de restricciones innecesarias. No solo existen dificultades materiales para elevar la producción agropecuaria en el área de los insumos (fertilizantes, plaguicidas, maquinarias), sino también trabas burocráticas, organizativas y salariales.
No existe un plan coherente, sistémico, y se están atacando de manera específica puntos álgidos. Se eliminaron las deudas con el sector campesino privado; ha mejorado la distribución de productos lácteos, han mejorado los precios de acopio de productos como leche y carne a campesinos y cooperativistas, y se eliminaron intermediarios estatales en la comercialización de la leche. La producción de carne de puerco se ha elevado así como el suministro de pienso a productores individuales.
Existen cerca de 150,000 mil pequeños propietarios y 1,100 cooperativas, y el Estado determina qué producen y cuánto venden a precios fijos arbitrariamente determinados. Se elevó el ingreso (relativo a los salarios del país) de los trabajadores de las cooperativas agropecuarias a 62 pesos diarios. Se están “fortaleciendo” las cooperativas privadas y semi-estatales para disolver las no rentables. Los agricultores privados ya gozan de cierta prosperidad económica relativa, lo que se evidencia en cuentas bancarias que mantienen, su nivel de vida, automóviles, neveras, televisores, y teléfonos.
Y ha comenzado la entrega directa e indirecta de medios e instrumentos de trabajo a los campesinos y cooperativas; se han abierto, nuevamente, en las regiones agrícolas, las “Tiendas del pueblo” para los campesinos, que venden a crédito, respaldado por eventual futura producción, y en pesos cubanos, herramientas, herbicidas, utensilios, ropa, botas y otros suministros.

9.- CULTURA Y SOCIEDAD

En el ámbito cultural Raúl Castro ha dado pasos para evitar que el sector se transforme en impedimento crítico generador de sensibles conflictos, lo que parecía en ciernes a partir de la “guerra de los e-mail” tras la reaparición de “comisarios” en la televisión nacional a fines del 2006: actualmente cuenta con apoyo de muchos intelectuales.
El llamado debate de los intelectuales tuvo un desenlace a favor de Raúl Castro: lo que parecía un reto del sector de la cultura al gobierno interino se cerró sin afectar la esencia del poder político del régimen. Por el camino el general sacrificó atribuciones de uno de sus cuadros en el Comité Central, el coronel Rolando Alfonso Borges, desgajando del Departamento Ideológico uno para atender la esfera cultural, poniéndolo en manos de un cuadro del Ministerio de Cultura, Eliades Acosta, ex director de la Biblioteca Nacional. La política de flexibilidad en la cultura se caracterizó por la presencia de Raúl Castro en las Ferias del Libro, donde se acercó a intelectuales anteriormente opacados y proscritos.
Del aparente "deshielo cultural" había surgido un poderoso triunvirato encabezado por Abel Prieto, miembro del Buró Político, junto a Alfredo Guevara, del Consejo Asesor de Políticas Culturales del Partido, y el historiador de La Habana, Eusebio Leal. En el congreso UNEAC de abril del 2008 se dio la última oportunidad de que los intelectuales expresaran sus críticas: escritores y artistas arremetieron contra la pobre programación televisiva, pusieron el dedo en la llaga de la educación, pidieron el cambio de las normas de propiedad intelectual para percibir el resultado de sus creaciones, y la eliminación de burocráticas agencias estatales intermediarias, que aparentan que los representan y se quedan con el margen mayor de los derechos autorales.
No obstante la carta admonitoria de Fidel Castro a los miembros de la Unión, de hecho, se cuestionaron sus políticas en el sector. La muerte de Sergio Corrieri puso al frente de la UNEAC a Miguel Barnet, creador en otra época calificado de “problemático” pero lo suficientemente dócil para impedir que la Unión se convierta en centro de verdaderos debates. Con el cierre de Internet después del debate intelectual es obvio que solo elementos autorizados por el equipo de gobierno publican artículos sobre el futuro de Cuba fuera del país.
Pasada la crisis, las aguas volvieron a su nivel: Eliades Acosta, ha sufrido censura en sus escritos, se dice que va a quedar completamente fuera de sus funciones. Alfonso Borges (foto), Jefe del Departamento Ideológico, volvió a los primeros planos después de manipular al congreso de periodistas oficiales hacia posiciones de incondicionalidad al régimen: los coros amaestrados no dejaron espacio a la crítica, el cuestionamiento y las peticiones de reformas, ni siquiera dentro de cánones socialistas, y se reiteraron políticas del más puro estalinismo para la prensa.
Del “triunvirato” nada queda hoy. Alfredo Guevara y Armando Hart se destacan en estos últimos tiempos por sus loas a Fidel Castro, y Abel Prieto se ha esfumado de los titulares de la prensa en Cuba.
La supuesta política de confrontación de ideas de la que hace alarde el régimen solo va dirigida al exterior, mientras mantiene férrea unanimidad en las publicaciones destinadas a la población cubana. Quien se atrevió a iniciar en el extranjero la discusión de problemas políticos que enfrenta la sucesión fue Soledad Cruz, periodista de Juventud Rebelde, ex embajadora en la UNESCO, que destacaría la conveniencia de descentralizar la economía del país y abrirla, mediante mecanismos alternativos de iniciativa personal. Siguieron artículos de funcionarios de segunda aupados por el raulismo, como Pedro Campos Santos, Carlos Rodríguez Almaguer, Félix Sautié Mederos, y la trotskista furibunda Celia Hart Santamaría.
A partir del discurso del 26 de julio 2007 se produjo una verdadera erupción de artículos escritos dentro de la Isla en publicaciones de la izquierda española o latinoamericana. La primera ocasión de destacar intereses del nuevo gobierno se encomendó a viejos cuadros del partido, ahora en la Academia de Ciencias de Cuba, que la emprendieron contra Heinz Dieterich Steffan, propugnador del llamado socialismo del siglo XXI, muy en boga entre los círculos chavistas.
El general creó un grupo de estudio dirigido por Alfredo Guevara para explorar fórmulas y vías para lidiar con un entorno de mono-partido y economía de plan que no reflejase el viejo modelo soviético. Y con su estilo más institucional y consensual ha pedido a la prensa un papel más crítico, aunque en los últimos tiempos las presiones de Fidel Castro desde su cama de “reflexiones” ha frenado ese movimiento.
El mecanismo que ha utilizado el general son las asambleas de trabajadores, no la prensa. Allí se ha debatido sin cortapisas, dice, el discurso donde plantó reformas estructurales, y ahora prepara la discusión del ante-proyecto de ley de incremento de edad y trabajo para la jubilación. Es poco, pero las opiniones recogidas en esas reuniones permiten calibrar el pulso popular y sirven para presionar a los elementos inmovilistas.
El desarrollo de una campaña contra la corrupción alineó flamantes gerentes de empresas, provenientes del MININT y del MINFAR, que se manifestaron sin mucho recato contra las medidas de Raúl Castro, aunque no pudieron ir más allá del pataleo.
La cuidadosa seudo-rehabilitación de escritores y artistas oficialmente detestados durante décadas constituyó combustible para quienes querían mostrar distancia. Recientemente se han destacado algunos artistas en señalamientos puntuales relativos a la necesidad de cambios, la eliminación de restricciones, y las frustraciones por no haber dado paso a una generación más joven.
En su entrevista con el cardenal Tarcisio Bertone, Raúl Castro reconoció claramente que la sociedad cubana no brindaba atractivos ni esperanzas a la juventud, y dijo que su programa de gobierno estaría encaminado a darle solución a ese problema.

10.- DISIDENCIA Y EXILIO

En estos dos años nada ha hecho peligrar al régimen más de lo que peligraba cuando Fidel Castro llevaba las riendas, y eso le ha permitido beneficiarse de la percepción de relativa tranquilidad y falta de agobio que la población observa.
Los cálculos de EEUU, la élite política tradicional en el exilio y parte de la disidencia interna eran el desplome total del sistema al día siguiente de la muerte de Fidel Castro, que permitiría iniciar un programa en favor de la democratización. Hoy esa esperanza aún se mantiene, aunque ya el Comandante en Jefe murió hace dos años. Ciertos grupos políticos del exilio adicionaban una carta que se mostraría dinámica y entraría en acción a partir de cualquier flaqueza o debilidad del sistema: la explosiva combinación de la resistencia popular con la disidencia.
El exilio ve con inquietud cómo sus jugadas maestras no cuajan por el momento. Con el fuerte control del régimen sobre la oposición, la explosión popular no pasa de alguna que otra protesta individual, inconexa. El discurso de gran parte de la élite política del exilio se mantendrá en la medida que EEUU abrace objetivos de intransigencia que caracterizan a los elementos poderosos de la comunidad cubano-americana. De variar Washington su política, esa línea desaparecerá como factor determinante en la política norteamericana hacia la Isla.
Estamos ante un cambio de administración norteamericana en pocos meses, un gobierno “raulista” que busca consolidarse mediante acciones populistas que, a pesar de todo, son recibidas positivamente por la población, con sectores disidentes de relativo peso dentro del país buscando estructurar estrategias alternativas frente al régimen, y Europa bajo el liderazgo conceptual de España en sus relaciones con Cuba. Por eso, el exilio necesita más que nunca, un profundo análisis de sus proyectos y sus resultados, diseñar políticas realistas y efectivas que, sin renunciar a los valores democráticos y antidictatoriales que le conforman fundacionalmente, ni a demandas para lograr una verdadera democracia y estado de derecho en Cuba, logren articularse de manera efectiva con la disidencia interna y las aspiraciones de los cubanos dentro de la isla.
La disidencia demuestra que existen disidentes, no un poderoso movimiento articulado todavía, al carecer de plataforma popular. Dentro de la Isla se ven confusos, y sus iniciativas son muy limitadas e inmediatas. Denuncian violaciones, pero al estar aislados les resulta imposible tener apoyo de población. El régimen aprovecha torpes manejos financieros desde EEUU en ayuda a los disidentes para presentarlos a todos como vulgares “mercenarios”.
Un grupo significativo de figuras disidentes internas comenzó a conceder credibilidad a la idea de un plan de reformas positivas por el régimen, aunque pueda haber un replanteo en su posición actualmente tras los discursos del general en la Asamblea Nacional y el Cuartel Moncada. Las reformas que introduce el gobierno en la agricultura y las que se esbozan para otros sectores les han arrebatado a los disidentes parte de su programa por el mejoramiento económico, y ellos se han concentrado en la lucha por los derechos humanos y políticos. Ni siquiera el tema de la discriminación racial ha sido abrazado como elemento de movilización, a pesar de evidentes desigualdades de negros y mulatos con relación a la población blanca, no solamente en el orden interno o las proporciones de la población penal, sino al estar los no-blancos prácticamente ajenos al recibo de remesas familiares desde el exterior.
Independientemente de situaciones puntuales y específicas, y exitosos deportistas, la gran masa de la población negra y mulata del país se percibe a sí misma, con razón, marginada y carente de oportunidades, promociones, empleos y acceso a moneda convertible desde el exterior, porque la aplastante mayoría de los emigrados cubanos, que pueden enviar remesas a sus familiares, son blancos. Esta masa negra y mestiza tiene un gran peso en las provincias orientales, simultáneamente las más golpeadas por la crisis económica, la carencia de recursos y oportunidades, y desastres naturales. Es una zona de potenciales y reales grandes tensiones sociales, que Raúl Castro no puede desconocer, y que se empeña en demostrar que prioriza.
La población, consciente de la situación política y las violaciones a sus derechos, está convencida que no habrá una insurrección popular y que las presiones internacionales son inefectivas, pues el régimen sólo puede cambiar desde dentro por acción de sus propios personeros. Reducido por la necesidad, el ciudadano, antes que una proyección opositora, tiene como primera preocupación la supervivencia, por lo que la disidencia no logra tener muchos más adeptos en la población.
Washington quedó sin estrategia política para este período intermedio, cuya duración se desconoce. El stablishment político norteamericano obvió en el “caso Cuba” lo común en las transiciones del ex bloque soviético: el protagonismo de las fuerzas reformistas dentro de la nomenklatura hacia la transición. Por eso no cuenta con “puentes” que le acerquen a los grupos reformistas dentro de la élite.
La élite del poder camina sobre una fina capa de hielo, por eso la cautela seguirá siendo el procedimiento principal de Raúl Castro. Lo más importante: lucha y pacta para que no se produzcan escisiones en sus filas, más peligroso que la calle y la oposición. Mantiene a raya a los disidentes, y bajo control las expectativas de la población, buscando tiempo para aliviar necesidades básicas y construir una “legitimidad”.
Se manejó por la élite, la posibilidad de llenar el exigente expediente internacional de derechos humanos “oficializando” una oposición, conformando un partido que no fuese el PCC, como se comentó en la década de los noventa, cuando se consideraba un nuevo Partido de la Revolución. Tales elucubraciones están pospuestas mientras respire el viejo déspota, y si Raúl le sobrevive, hasta después de colocar sus cenizas en el mausoleo del II Frente.

11.- POLÍTICA EXTERIOR

La política exterior cambió de objetivos, desechándose la “diplomacia revolucionaria” a lo Fidel. Raúl Castro no prestó gran atención a la conferencia Cumbre del Movimiento de los No Alineados y la agenda “dura” del chavismo y sus aliados de Bolivia, Irán, Siria, y Corea del Norte se desplomó en La Habana en septiembre del 2006.
Tanto los gobiernos de América Latina como la mayoría de los de Europa asumen que el nuevo equipo implementará determinadas reformas, y optan por un compás de espera. Europa y América Latina no se oponen a la sucesión “institucionalizada” de Raúl Castro: a excepción del presidente costarricense Oscar Arias y la República Checa, los demás miembros de estas comunidades de países no piensan comprometer su seguridad ni sus intereses más allá de declaraciones públicas muy cuidadosas.
España, actuando de locomotora política europea en las relaciones con Cuba, se mueve en la indefinición al hablar de compromisos democráticos versus un entendimiento con La Habana, y logró el levantamiento incondicional de inefectivas sanciones establecidas desde 2003. El Vaticano se inclina por la mediación, y las reuniones del cardenal Tarciso Bertone con Raúl Castro en La Habana y José Ramón Machado Ventura en Roma muestran que la Iglesia considera posibilidades reales de negociar algún quid pro quo.
La relación con Venezuela-Chávez, que permite el petróleo mínimo vital, sirve como un compás de espera, puente hasta el momento que el petróleo cubano la vaya desplazando. Raúl Castro tuvo que conceder a PDVSA la exploración en la zona cubana del Golfo y el norte de Matanzas, detuvo la negociación con China Minmetals Corporation de 500 millones de dólares para una planta de níquel, y sugirió que fuese renegociada con Chávez, aceptando participar en los yacimientos del Orinoco, que toca fibras sensibles y estratégicas con las relaciones estadounidenses.
Aunque algunos analistas ven un reforzamiento de las relaciones Cuba-Venezuela en esta etapa, las verdaderas relaciones de poder entre el general y el teniente coronel no acaban de funcionar como quisiera Fidel Castro: el general reconoce la colaboración de Venezuela sin mencionar a Chávez, quien conspira con el Comandante desconociendo a Raúl Castro.
El distanciamiento cubano en el “affaire” Colombia-Venezuela-Ecuador no pudo ser más evidente, con una escurridiza posición de “apoyo” formal, nunca “quemando naves” por el disparate chavista. Raúl Castro no se puede desmarcar en materia económica debido a miles de barriles diarios de petróleo y el cable submarino La Guaira-Santiago de Cuba, así como la enorme inversión venezolana en la refinería de Cienfuegos y en Nuevitas, para el almacenamiento de petróleo.
Restablecer relaciones normales con Estados Unidos se trató como objetivo principal, tras bambalinas, en los primeros meses, en espera de alguna apertura unilateral por parte de Washington. Estados Unidos envía constantemente mensajes confusos a la élite cubana, parte de la cual mira al horizonte buscando señales para una solución que aceptarían y no logran entrever. La actual política hacia Cuba puede catalogarse también de inmovilista, aunque la burocracia de organismos y la clase política de ambos partidos, salvo contadas excepciones, tiene la convicción de que la sucesión se ha consolidado. Mientras algunas instituciones lo reconocen, otras solamente hablan de reclamos de propiedad confiscada para “el día después”.
Fidel Castro manipuló esta dimensión; las propuestas de Raúl Castro apuntan a una seria negociación, en la cual sabe que tendrán que realizarse concesiones de ambas partes. Su aspiración mínima con Estados Unidos es un retorno a políticas migratorias y de remesas anteriores a las establecidas antes de las presidenciales del 2004, a lo que se agregaría el turismo de sus nacionales y flexibilidades para el comercio en las modalidades de pagos y financiamiento, a cambio de colaboración antidrogas, controles migratorios y devolución de fugitivos. Si se restablecen relaciones comerciales normales entre ambos países, el volumen en los dos primeros años, según estimados, ascendería a unos 5 mil millones de dólares y abriría puestos de trabajo en ambas orillas del Estrecho de la Florida.
El éxodo masivo por la imposibilidad de mejorar las condiciones de vida de la población en medio de tantas trabas es solamente un fantasma. Aunque en la población exista la tentación, el gobierno cubano no puede permitirlo, pues sería una agresión a EEUU de consecuencias funestas, ni lo puede aceptar ningún gobierno norteamericano de cualquier partido.
Las posibilidades de negociación con la actual administración son nulas, pues cada una de las partes (Washington y La Habana), está esperando que la otra realice una primera concesión: Estados Unidos espera la liberación de los presos políticos, Cuba el inicio de una negociación no condicionada: ambas partes necesitan una coartada para abrir las puertas a las negociaciones.
La actual administración plantea como única opción ningún acercamiento al régimen sucesorio, considerando contra toda evidencia razonable que tras la desaparición física de Fidel Castro la única alternativa es que se producirá un derrumbe inmediato y definitivo del régimen.
Consiguientemente, frente al inmediato rechazo por la Casa Blanca, a través de funcionarios subalternos, a las repetidas ocasiones que Raúl Castro mostró la rama de olivo para negociar, la nueva élite habanera decidió buscar otras alternativas que estaban a su alcance.
Ante la frialdad de Washington, Raúl Castro desarrolla una ofensiva para la búsqueda de aliados económicos, de tecnología, de inversiones y de mercado, pues en el plano político los tiene garantizados a través del Movimiento No Alineado y el prevaleciente ambiente anti-norteamericano en muchas partes del mundo. La élite sabe que tiene opciones fuera de Estados Unidos, en Europa, Rusia, China, Japón, Canadá y América Latina, y cuenta con el apoyo que todavía le garantiza el núcleo duro de sus partidarios, el nivel educacional de la población, las reservas de petróleo, la producción niquelífera, el turismo, las remesas familiares, los planes para elevar la producción agrícola y las empresas estatales en el programa de perfeccionamiento empresarial.
Los objetivos exteriores son más acordes con las reales necesidades del país, por eso, el nuevo equipo mantiene su interés en otros circuitos técnico-económicos, como la Unión Europea, China, Rusia Ucrania, Belarús, y Brasil. Punto a destacar es el acercamiento a países productores de petróleo, aliados geopolíticos anteriormente, como Angola, Libia, Azerbaiyán, Ucrania, Rusia, Guinea Ecuatorial. Las penúltimas negociaciones con Rusia fueron voluminosas y se prestó atención especial a las necesidades cubanas en el sector del transporte, otro tema estratégicamente sensible en la población. Esas relaciones no han avanzado más porque La Habana no acepta la propuesta rusa de reconvertir la descomunal deuda de Cuba con la ex Unión Soviética en concesiones económicas. Se vio en la muy reciente visita del vicepresidente del gobierno ruso, más retórica que acuerdos.
Con China se duplicó el intercambio bilateral en los últimos cinco años. Esas relaciones se incrementaron bajo la égida de Ramiro Valdés, con varias visitas bilaterales de alto nivel. Hoy están estables, por la poca capacidad de comercio de Cuba. En la esfera militar se mantienen relaciones y contactos con Rusia, China, Ucrania y Belarús.
En su viaje a Cuba en enero del 2008, el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, expresó su deseo de ayudar a Cuba estimulando a empresarios de su país para invertir y “acelerar el proceso de transición política y económica”: los funcionarios cubanos y brasileños expresaron que Brasil “sería un socio más conveniente que la Venezuela de Hugo Chávez” en el proceso de transición, pero Fidel Castro rechazó la propuesta y limitó la posibilidades del general para comprometerse de lleno.
Posteriormente, el canciller carioca, Celso Amorim, expresó en La Habana el interés del presidente Lula por vincularse al desarrollo futuro de Cuba, desde petróleo y soya hasta carne de res, de cerdo y aves. En este panorama se aprobaron inversiones brasileñas en la agricultura. Ya desde la zafra azucarera del 2007 se utilizan desde Camagüey hasta Guantánamo las combinadas cañeras brasileñas Case-International Harvester.
El canciller declaró que su país aspiraba a ser el primer socio comercial de Cuba. Parte importante de los acuerdos concretados fue la selección de más de 40,000 hectáreas en las provincias de Matanzas y Ciego de Ávila para el cultivo de la soya con asesoramiento institucional brasileño. Amorim destacó que estaba en proceso un crédito de $600 millones de dólares para financiar infraestructuras y servicios. Carlos Lage declaró que el si el reto es que Brasil sea socio número uno de Cuba, el régimen estaba "favorablemente dispuesto a ese objetivo".
Altos ejecutivos de Petrobrás, reunidos con la ministra cubana Yadira García (foto), acordaron efectuar estudios sísmicos en la Zona Económica Exclusiva de Cuba en el Golfo de México. Se consideró que el importante consorcio de construcción carioca, Odebrecht, realice estudios de factibilidad de inversiones brasileñas en los yacimientos cubanos de alta mar.
Las negociaciones con China y Brasil se vislumbran como alternativas a Estados Unidos. Se mantiene el tradicional nivel de relaciones con América Latina, sin comprometerse estratégicamente en promover más gobiernos de izquierda, aunque el envío de asistencia médica y pedagógica se mantiene como fuente de ingresos en divisas.
La visita al nuevo "tigre asiático" hindú del secretario de relaciones internacionales del Partido Comunista cubano, Fernando Remírez de Estenoz, anunciada para participar en congresos de los dos partidos comunistas de la India, culminó con acuerdos económicos intergubernamentales que elevan sustancialmente el intercambio entre ambos países.
La estrella del Canciller Pérez Roque sigue declinando y se concentra en el cada vez más irrelevante Movimiento No Alineado, mientras gana destaque y exposición en los medios el Secretario del Partido para Relaciones Internacionales, Fernando Remírez de Estenoz (foto derecha), el cual incluso desmintió al canciller desde Lisboa sobre la comparecencia de Castro en las celebraciones del 2 de diciembre del 2006. Esteban Lazo, por su experiencia en las Relaciones Internacionales del PCC, ha ocupando también espacio en esta esfera. Tanto él como Almeida cumplen, por encima de todo, la necesaria función de representatividad de la población negra y mulata del país, que el régimen está obligado a cuidar.
La política exterior de Fidel y Raúl Castro es diferente. Se hizo patente al mantener a Irán fuera de Cuba a toda costa, a pesar de las intenciones de Chávez de crear un eje Caracas-Habana-Teherán, y los continuos créditos que Irán ofrece y son imprescindibles, y en el manejo de las relaciones con el Presidente Lula, del Brasil, buscando atraer colaboración brasileña para el petróleo y la economía en general y reducir sutilmente la peligrosa dependencia del abrazo chavista.

12.- CONCLUSIONES

Es imposible llegar a conclusiones en blanco y negro, sin tener en cuenta matices ni colores. Los hombres y las circunstancias, una vez más, van configurando la historia, real y percibida, y van conformando el futuro con las decisiones del presente.
Considerar que Raúl Castro debe aferrarse a los proyectos iniciales, cuando la muerte del Comandante parecía inminente y las circunstancias económicas mundiales eran más favorables y muy diferentes, sería pedir imposibles. Pero intentar justificar un freno a los cambios que se perfilaban y la aparente parálisis actual basados en la recuperación de Fidel Castro y la crisis económica mundial, es simplemente apologético.
En estos momentos existen dos factores a nivel planetario sobre los que ni Raúl Castro, ni ningún jefe de gobierno en el mundo, puede actuar, influir o modificar, porque los resultados finales de ambos depende de elementos que están fuera de su alcance:
Uno de ellos es el futuro resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Independientemente de las declaraciones públicas, desde la supuesta rama de olivo hasta que no se descuidará la defensa gane quien gane, que no son otra cosa que declaraciones para la galería y los aplausos, el resultado de las presidenciales norteamericanas incide en las decisiones y políticas de todos los países del mundo, no solamente de Cuba.
Y el análisis no incluye, por ser más remoto, el destino final del embargo.
El candidato demócrata, Barack Obama, ha prometido que en caso de ser elegido, eliminaría de inmediato todas las restricciones para el envío de remesas monetarias a Cuba y las limitaciones impuestas a las visitas familiares de los cubano-americanos y de todos los cubanos radicados en estados Unidos. Lo que es lo mismo que decir que en cualquier momento a partir de enero del 2009 el gobierno cubano podría esperar sustanciales incrementos de los ingresos en divisas por la vía de remesas y visitas.
Si a ello se suma la eventualidad de que se autorice a los ciudadanos norteamericanos a visitar Cuba más allá de lo permitido actualmente a periodistas, científicos, profesores y organizaciones religiosas, la contabilidad del régimen vería un sustancial aumento en sus columnas de ingresos, tal vez no tan de inmediato como con los cubanos, pero es un posible escenario.
Por su parte, el candidato republicano, John McCain, ha sido estricto en anunciar una política hacia Cuba de corte similar a la sostenida por la actual administración, que reduce las remesas familiares a cien dólares mensuales, y autoriza las visitas a Cuba a un limitado número de relaciones de parentesco, una vez cada tres años.
Esas medidas, lanzadas unos meses antes de las elecciones presidenciales del 2004, y que resultaron populares entre el núcleo más duro del exilio, no fueron bien acogidas por una parte importante de cubanos residentes en el sur de la Florida y en general en los Estados Unidos, que si bien es cierto que no desean vivir en el paraíso proletario, tampoco desean romper sus vínculos familiares ni cortar sus raíces con el país de origen.
Habría que ver, no obstante, si en caso de ser electo, McCain se mantendría aferrado a esos compromisos con los “duros” del sur de la Florida, ya que sus criterios fueron expresados en tiempos electorales. Por ello hay que tener en cuenta su muy decisiva participación personal en la normalización de las relaciones con Vietnam, las presiones de los poderosos cabilderos del petróleo y la producción agropecuaria norteamericana, que reclaman con fuerza mejoría en las relaciones económicas, y la poca popularidad de la política del embargo entre los principales aliados de Estados Unidos y la mayoría de los países del Tercer Mundo.
Diga lo que diga en público el general, los analistas en La Habana están siguiendo muy de cerca el proceso electoral en Estados Unidos, concientes de que en Enero del 2009 pueden verse frente a escenarios novedosos y de repercusiones disímiles para el régimen.
El otro elemento sobre el cual ni el gobierno de Raúl Castro, ni nadie, tiene capacidad de influencia, es el desarrollo y alcance de la crisis mundial con los precios del petróleo y los alimentos, que se espera golpee fuertemente a todas las naciones del Tercer Mundo y a varias del mundo desarrollado.
Para combustibles y alimentos no se esperan alivios inmediatos en los precios, y a las evidentes limitaciones de refinación existentes en la actualidad hay que añadir el continuo aumento del consumo en las gigantescas poblaciones de China y la India, las diferencias y desencuentros de Brasil con Estados Unidos en cuanto al comercio del etanol y las relaciones comerciales internacionales, así como la desaceleración, (en el mejor de los casos), de la economía norteamericana, que ya está repercutiendo significativamente en el resto del mundo.
El general Raúl Castro puede esperar, razonablemente, un período donde los precios del combustible se mantengan en los niveles actuales, desciendan de manera poco significativa, o incluso que en un momento repunten nuevamente. Y con los alimentos, todo parece indicar que se mantendrá la tendencia al alza que se ha manifestado en los últimos dieciocho meses, y en el mejor de los casos que se produzcan ligerísimos ajustes a la baja, que no se van a reflejar ni rápida ni fácilmente en una mayor capacidad de compra para el país.
Teniendo en cuenta la influencia de ambos factores mencionados en los escenarios que puede enfrentar el régimen en los próximos seis meses, Raúl Castro ha debido detener una eventual ofensiva de cambios y ajustes para reorganizar fuerzas, redefinir prioridades y pasar de nuevo revista a planes, proyectos y necesidades, en aras de mantener el control de la economía nacional sin que se le escape de las manos.
El discurso del 26 de Julio del 2008 no necesariamente es una marcha atrás con relación a los proyectos iniciales, sino un reajuste de las decisiones concebidas en momentos en que los escenarios internacionales no apuntaban en las direcciones actuales.
En el plano interno hay una tarea donde se mezclan para Raúl las responsabilidades asumidas como Jefe de Estado y el compromiso público y privado de consultar las principales decisiones con Fidel Castro.
Un aspecto extraordinariamente delicado de ese compromiso, que sólo el general sabe cuán difícil resulta, es su silencioso pulseo con Hugo Chávez. Mucho hay comprometido en esa relación por ambas partes: petróleo e inversiones a cambio de asesoramiento al gobierno chavista en todos los órdenes.
Lo que no conviene a Raúl Castro es la atmósfera conspirativa de las visitas y llamadas telefónicas al viejo Comandante por parte del belicoso teniente coronel, o la posibilidad de que éste último soborne a oficiales cubanos a su servicio.
Pero el general no hace concesiones a su rival: no lo menciona en sus discursos, y advierte severamente a sus subordinados que se cuiden de tocar los petrodólares o aceptar regalos. Mientras tanto ha obtenido bastante de Chávez: ya se amplió la refinería de Cienfuegos y sigue llegando el petróleo venezolano a crédito remoto y precios preferenciales.
Hay otros factores que están en manos del gobierno y donde se pueden tomar decisiones. Raúl Castro planteó el 24 de febrero que la Asamblea Nacional discutiría este año la reestructuración del aparato central del estado, basándose en la concentración de importantes actividades económicas actualmente diseminadas en varios organismos.
Esto se debe cumplir en la sesión de diciembre de la ANPP, y la reorganización que se defina y la designación de los que queden al frente de los organismos centrales permitirá valorar cuales son los “cuadros” que avanzan y los que pierden posiciones en el gobierno “raulista”, y un poco vislumbrar los caminos que se seguirán.
Hay que decir además, que en los discursos e intervenciones de los miembros de la cúpula del poder, e incluso en la prensa oficial, se han planteado y se siguen señalando las graves deficiencias que hay en materia de producción y precios de los alimentos, condiciones de viviendas, abastecimiento de agua, burocratismo y calidad de la enseñanza, entre muchos otros problemas que aquejan a la población.
Hay con Raúl Castro, por lo tanto, un cambio significativo cuando expone o autoriza exponer las dificultades, ya que el solo hecho de reconocer la existencia de problemas significa renunciar a la política de avestruz del Comandante, de ignorarlos.
Sin embargo, no hay que engañarse: reconocer y comprender un problema o dificultad no equivale a su solución, pero es evidentemente el primer paso obligado para intentar hallar la solución. Y como son soluciones imprescindibles e impostergables, será necesario enfrentarlos de una manera u otra, y Raúl Castro ha dado muestras durante estos dos años de un sentido de realismo mucho más marcado y práctico que su convaleciente hermano.
No hay ni puede haber un cheque en blanco para el general. Comprender que es un paso positivo reconocer la existencia de los problemas, sin pretender ocultarlos, no significa que sea suficiente para lo que necesita y reclama el país. Conceder en el análisis que los diversos posibles escenarios de los próximos meses imponen la necesidad de la prudencia y decisiones muy bien meditadas, no justificarían el inmovilismo.
Al fin y al cabo, los gobernantes tienen que enfrentar las realidades y ofrecerle soluciones a los gobernados. De lo contrario, si todo queda en la identificación de problemas y en la definición del entorno con sus posibles escenarios, se trata solamente de un simple ejercicio académico que, aunque fuera importante, no es la razón de existir de los gobiernos.
Ni hay derecho a pedir más paciencia ni confianza ciega a tres generaciones de cubanos que han envejecido cada vez más pobres y depauperados, solamente para comprobar que continuamente el futuro se aleja un poco más en el horizonte y solamente cambia la cantidad de años que se celebran en aniversarios que son solo fiesta para un grupo.
Y los planes económicos y proyectos de desarrollo de las naciones, a diferencias de las decisiones estratégicas de los estados mayores, deben conocerse por todos y debatirse ampliamente, no tener noticia de ellos cuando los tanques irrumpen sobre el borde delantero del enemigo.
Sin necesidad de medidas neoliberales que el gobierno no acometerá, aún en las actuales condiciones quedan acciones pendientes de tomar que favorecerían avances en la economía: los productores privados de cerdos han demostrado mucha mayor eficiencia y resultados que los combinados estatales, pero no se les acaba de dar facilidades para que puedan producir mucho más.
Por otra parte, haber limitado la entrega de tierras ociosas en usufructo a un período de diez años, y con una relativa facilidad para revertir la entrega por decisión gubernamental, no favorece la inversión en infraestructura ni cultivos que requieren de plazos más largos, como frutales o cítricos. En la ex Unión Soviética, nunca caracterizada por medidas liberales en la economía, la tierra se entregaba en usufructo “a perpetuidad”.
No se pueden amarrar las esperanzas ni las posibilidades de los cubanos a la cama de un Comandante desfasado y moribundo, que solamente “reflexiona” cada vez más alejado de la realidad, en un autismo político colosal.
Desde el punto de vista de la condición humana, y de la conveniencia política, es comprensible que Raúl Castro quiera preservar la memoria y la legitimidad del fundador, para consolidar las suyas y las de quienes le rodean, y el bienestar de sus familiares, algo a lo que sin embargo no han tenido ni tienen derecho la abrumadora mayoría de los cubanos.
Sin embargo, por el camino que viene transitando, no solamente no logrará legitimarse ante los cubanos, sino que tampoco podrá preservar la aureola del Gran Culpable para la historia.
Jamás se esperó que encaminara a Cuba hacia una verdadera democracia, donde prevalezca el estado de estado y el imperio de la ley, es decir un país verdaderamente independiente y soberano donde quepan todos los cubanos. Está muy claro.
Se trataba simplemente de que comenzase a romper las ataduras de la ideología del odio y el fracaso y abriera una ventana de oportunidad para que regresaran a la Isla el progreso, el desarrollo y la prosperidad.
Para ello no se necesitan recursos, sino voluntad.
El general Raúl Castro tendrá que demostrar una verdadera voluntad de aplicar los cambios imprescindibles en el funcionamiento de la economía cubana si es que verdaderamente desea que las cosas funcionen de manera más aceptable y alejar el fantasma de una explosión inevitable si no se producen mejoras evidentes.
Las dificultades fuera de su alcance son reales, pero esa es precisamente la tarea que corresponde a los gobernantes: saber y poder guiar a sus naciones hacia objetivos específicos independientemente de las circunstancias.
El período que corre desde ahora hasta las celebraciones el primero de Enero del 2009 del 50 aniversario de la revolución permitirá saber si estamos ante ajustes tácticos de estrategias concebidas o si el general va a dejar pasar la más histórica de sus oportunidades a favor de la nación cubana.

1 comentario:

  1. El General no va a hacer nada diferente al Comandante, porque este se puede levantar de su lecho de moribundo que entierra a todos y cortarle la cabeza, que el no cree en hermanitos! Tampoco creo, por otra parte, que sepa y quiera aprovechar su oportunidad histórica aun después de enterrar al dinosaurio, pero yo no soy una analista experta, ojalá me equivoque y Raul sea capaz de aliviar al menos el sufrimiento de los cubanos y evitar males mayores. Saludos,

    Ana

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