lunes, junio 23, 2008

Quien es Reinaldo Escobar?

MANUEL VAZQUEZ PORTAL: De hombre a hombre

La jevita es sagrada. Cuando alguien la ofende o se propasa: un bofetón y a fajarse. Esa es la ley del barrio. Esa la filosofía de la calle. Lo mismo en Cayo Hueso, en La Habana, que en Tumba Cuatro, en Morón. El hombre se hace de una misma sangre en toda la isla. Primero muerto que dechavao. Pedestre pero eficaz. No falla. En otra cosa, quizás, alguien se pase con ficha. Pero la jevita es sagrada.
Fue la primera idea que me vino a la cabeza cuando leí el artículo de Reinaldo Escobar respondiéndole a Fidel Castro por los insultos a Yoani Sánchez. Pero yo sé que Macho Rico no es así. Lo conozco hace más de treinta años. Tal vez, antes de que Yoani naciera. Era la época en que se iniciaba como periodista en un suplemento del periódico Adelante llamado El Bayardo, en Camagüey. A partir de ahí coincidimos muchas veces en el camino y tuve tiempo de columbrarlo. Lo hallé en la revista Cuba Internacional. Lo encontré en el periódico Trabajadores. Lo descubrí en la Biblioteca Nacional. Lo tropecé en la disidencia moderada junto a Manuel Cuesta Morúa.
Lúcido y mordaz, Macho Rico es dueño de una inteligencia aguda. Posee un sentido del humor que a veces puede resultar vitriólico, pero siempre simpático. Su capacidad de análisis lo conduce a hallar las variantes más viables sobre cualquier tema y proporcionar aristas invisibles para el pensamiento simplista.
Gusta de la literatura y es un lector voraz. Recuerdo cuando nos encontrábamos en San Francisco 113, la casa que compartían Raúl Doblado del Rosario y Cira Andrés en Centro Habana y que habían heredado del pintoresco Guille, un poeta noctámbulo que terminó largándose no sé si a remos o nadando, e improvisábamos tertulias infinitas en las que se hablaba desde lo terreno hasta lo esotérico, y él era una de las voces más sobresalientes. Allí discutíamos lo mismo cabalística con Oscar Kessell que poesía con Eliseo Diego, y Macho Rico siempre sobresalía, aunque fuera con un chascarrillo.
La noche que el dramaturgo Alberto Pedro y el poeta Efraín Morciego se enroscaron a trompones por una pelandusca aficionada a los felibres, Macho Rico estaba allí y no se inmutó. Creo recordar que cruzó sus largas piernas de quijote empedernido, tiró un brazo sobre Sonia, una fotógrafa de ojos celestes y ancas de potranca, que era su pareja de entonces, empinó su vaso de té mezclado con el alcohol de noventa grados que vendían en la farmacia de los bajos y dijo que los dejáramos que se quitaran la picazón de hombre a hombre. Fue cuando inventé la categoría de asere ilustrado.
Y desde entonces Reinaldo Escobar ingresó en mi lista de aseres ilustrados. Tipo culto, sensible, amoroso, pero que no le zafaba el cuerpo a una buena bronca de barrio, aunque el Partido dispusiera lo contrario. Cruzaban entonces por Cuba vientos de perestroika. Gorbachov era una esperanza en Rusia y la gente debatía sobre quién sería nuestra esperanza. Aunque ya con descalabros y escarmientos todavía nos quedaban rastrojos de utopía. Pero todo volvió a irse a la porra. Empezaron otros caminos.
Por esos caminos debió aparecer Yoani Sánchez. Muchacha de otro tiempo. De internet. Sin ataduras. Independiente. Nadie para elogiarla ahora se atrevería a decir como José Martí de Gertrudis Gómez de Avellaneda: es mucho hombre esa mujer. Habría que decir: es mucha mujer esa mujer. Pero Martí también nos legó su machismo. Y, a veces, se nos sale, por más que lo refrenemos, y nos lanzamos como caballeros sin miedo y sin tacha a defender contra cualquier molino el honor de nuestra Dulcinea.
Sólo que esta Dulcinea es la guerrera. No de la grotesca adarga ni del estúpido misil. No necesita héroes. Es dardo y atalaya. Punza fuerte y vive alto. Sus partisanos son sus ideas. Para aprisionarlos no se han inventado cárceles, para matarlos no se han inventado armas. Ella es eterna e invencible.
Por eso escribo esta crónica y digo quién es Reinaldo Escobar, porque sé de su talento y su bizarría, porque sé de su ternura y de su hombría, y porque sé, sobre todo, de la infamia de su contrincante, que no se crió en el barrio ni aprendió a resolver de hombre a hombre, sino que creció en las pandillas y se acostumbró a encuadrillar a sus oponentes y es muy capaz de olvidar otra vez la hombría y apelar al poder para ganarle a Macho Rico.

2 comentarios:

  1. Qué bueno conocer más de él, y de primera mano! GRACIAS!!

    Saludos, Laz!

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  2. Si Aguaya, es un excelente testimonio de esa otra persona tambien extraordinaria que es Vazquez Portal.
    En estos dias he estado down [por el trabajo] pero te debo una visita a ti y a la Gaviota.

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