CONTRA EL PINGALISMO CASTRISTA/ "Se que no existe el consuelo que no existe la anhelada tierrra de mis suenos ni la desgarrada vision de nuestros heroes. Pero te seguimos buscando, patria,..." - Reinaldo Arenas
sábado, mayo 24, 2008
Fisin: el hombre que enmascaro al Che Guevara
Escrito desde la apologia Un rostro para el Che Guevara / Radio Metropolitana, es una cronica que ayuda a comprender uno de los mecanismos empleados por el Castrismo.
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"Luis García Gutiérrez, a quien llaman Fisín, dentista de profesión y clandestino por mandato del partido y de la revolución, fue el encargado de inventarle un rostro al Che Guevara para llevarlo de África a Europa.
Como si le hubieran desclasificado la memoria, en La Otra Cara del Combate, titulo de su ópera prima escrita a los 87 años y convertida en un suceso editorial, cuenta una magnifica historia.
A mediados de la década de los sesenta, el Che Guevara, dejó de ser noticia en Cuba. Su rostro querido y familiar se ausentó de televisión y su voz dejó de ser escuchada. No se presentaba en los actos públicos ni representaba a la revolución cubana en el extranjero. Estaba en África, combatiendo.
Los esfuerzos por desarrollar la lucha revolucionaria en el Congo no fructificaron y se hizo necesario replegar a los combatientes. Hacer invisible para amigos y enemigos la recia personalidad del guerrillero y ocultar su rostro familiar y querido, fue la tarea que en 1965 el Comandante Ramiro Valdés, entonces Ministro del Interior de Cuba, encomendó a Fisín.
Luis C. García Gutiérrez (Fisín) se inició en la actividad clandestina en 1948, cuando el partido comunista cubano lo asignó a su Comisión de Habilitación, entidad encargada de crear coberturas que permitieran a la organización y a sus líderes, funcionar en la clandestinidad.
La Comisión de Habilitación proveía a los militantes y dirigentes con documentación falsa y creaba para ellos nuevas identidades, mediante disfraces, acciones cosméticas, manipulaciones de ortodoncia, no sólo para sobrevivir a la represión, sino para cumplir misiones dentro y fuera del país.
Fue esa experiencia acumulada a lo largo de casi 20 años, en los que "camufló" a prácticamente todos los líderes del partido comunista cubano, habilitándolos para entrar o salir del país, viajar a las provincias o participar en reuniones y la confianza de que se hizo merecedor, lo que hicieron que se le confiara la delicada misión de metamorfosear al Che para desplazarse de África a Europa.
Fisín elaboró el diseño que estimó apropiado al físico y al carácter del jefe guerrillero que fue aprobado por Ramiro Valdés quien le indicó ponerse en contacto con el Comandante Manuel Piñeiro, "Barba Roja" quien le organizó un itinerario que pasaba por Praga, París y El Cairo, donde lo esperaba un enviado de La Habana que lo escoltó hasta Dar-es-Salaam.
La técnica consistió en un chaleco para llevar bajo la ropa, que aumentaba unas libras de peso y confería a quien lo usara la apariencia de un individuo giboso; zapatos que elevaban en varios centímetros la estatura, espejuelos aparentemente de cristales muy gruesos, un corte de cabellos que suprimía el "pico de viudo" como llaman al nacimiento del pelo en el centro de la frente, y unas prótesis dentales que alteraba los rasgos del rostro.
Por extraño que parezca, hacer desaparecer el rostro agraciado y simpático del Che, fue un éxito para Fisín.
Meses después, el Comandante Piñeiro le ordenó viajar a Praga, el Che enviaba por él. Durante las semanas que permaneció en la capital de Checoslovaquia, pasearon por las afueras, conversaron, hicieron fotos, jugaron ajedrez, practicaron tiro y, con razón o sin ella, el Che tuvo ocasión de criticar a Fisín. Otra vez en La Habana, regresó a sus tareas hasta que fue nuevamente convocado. Esta vez no tuvo que viajar a África ni a Europa, el legendario guerrillero se entrenaba en Cuba.
Durante algunas semanas, Fisín convivió con el destacamento que luego haría historia en Bolivia y casi llegó a creerse uno de ellos. No fue así. Lo más que logró fue que el Che le sugiriera la posibilidad de llevarlo consigo cuando hubiera algún territorio liberado.
Era 1965 y Fisín tenía 47 años. A él no le parecían demasiados, aunque en el grupo que entrenaba con el Che, lo trataban como un anciano, llamándolo: "Guerrillero de la Guerra Civil Española".
Fisín no quiso concederme una entrevista, pero no pudo impedir que con su libro y retazos de otras tertulias elaborara otro comentario. Cuando le dije que era un homenaje al Che, desde la impresionante altura de sus 87 magníficos años me aleccionó: 'Siempre que se hable del Che, el protagonista ha de ser el Che…'"
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