Muchas veces he sentido vergüenza por mi nacionalidad, no hizo falta llegar a vivir en el exterior, la oculté en varias oportunidades y lo he expresado con anterioridad. En Japón por ejemplo, nos expulsaban de las tiendas cuando se enteraban éramos cubanos. Aquella gente tenía razón, me costó algo de trabajo comprenderlo, éramos una banda de depredadores que arrasaba con todo a nuestro paso, me incluyo injustamente, yo solo era capaz de robarle al estado cubano y aquello era un mérito. En Marruecos y Angola escupieron muchas veces a nuestro paso, nos detestaban, no puedo interpretar esos gestos de otra manera. Mi solución fue muy sencilla, casi me disfrazaba de turista y salía solo a la calle. Esquivaba la presencia de los nuestros cuando los divisaba a cien metros de distancia, aprendí a ser venezolano, puertorriqueño y de otras naciones de habla hispana. Han pasado muchos años de aquellas aventuras entre ladrones que nos denigraban por todo el mundo, gente que se disputaban montañas y territorios en el basurero de Tokio en sus corridas nocturnas. ¿Saben una cosa? Aquello no era lo peor, mucha de esa gente militaba en el partido y podían tomar decisiones muy perjudiciales contra ti.
Casi me había olvidado de esos pasajes, pero siempre aparece algún detalle que te hace remontar a ese pasado tan difícil de borrar. Aquella vez sentí bochorno cuando nos calificaban a todos por un grupo de ladrones, hoy es mucho peor, pretenden confundirnos a todos con una plaga mucho más dañina que la formada por aquellos vulgares cuatreros. No cabe la menor duda, hay cubanos y cubanos, no sé si será la hora apropiada para sacar nuevamente el disfraz.
Querido Fidel… Sirve como encabezamiento al mensaje aprobado por un grupo que se llaman “cubanos”, viven en el extranjero y acudieron a un llamado más de sus amos en la isla. Dicen que hablan por cientos de miles de otros cubanos que viven en iguales condiciones, en el exterior, por supuesto. Allí, estos cipayos de la época moderna y con orígenes en nuestro archipiélago, se sumaron a esas campañas actuales que pretenden dar legitimidad a sus amos. Eso no es lo peor, el mal radica en sus posiciones representativas de ese mundo cubano tan disperso en varios continentes. Peor aún debe ser la pasividad mostrada por gran parte de esos cubanos ante tal ignominia, no existe mejor cómplice que el silencio, ¿y por qué no?, podemos hablar de cobardía y olvidarnos un poco de nuestros miedos y todas sus justificaciones absurdas.
Esos cientos de miles que ellos se atreven a mencionar con la seguridad de no encontrar oposición somos todos nosotros, poco importa la vía utilizada para escapar de la isla. Ellos adoptan la representación de cientos de miles de nosotros y son de facto aceptados con nuestros silencios. ¿Dónde se encuentran las manifestaciones contrarias? Solo unos pocos brindamos el rostro, unos cuantos el nombre sin caras, y muchos de nosotros escogimos manifestarnos desde la oscuridad alegando infinitas justificaciones. Yo sé que estas últimas líneas molestarán a decenas de nosotros, quizás centenares de los nuestros se sentirán ofendidos, pero basta ya de justificaciones, aprendamos un poco de otros pueblos.
Cada día el enemigo, nuestros enemigos, los enemigos de nuestro pueblo, está más convencido de nuestros miedos y toma la delantera. Se va despojando poco a poco de sus propios miedos y nos va brindando la cara, ¿qué nos limita?, ¿la existencia de aquella abuelita con más de cien años y nunca muere?, ¿será el temor a no poder regresar? Ambas justificaciones tienen validez humana, ¡pero por Dios!, cuando hagamos referencia a nuestra nacionalidad, olvidemos un poco la historia y tratemos de no mencionar a nuestros mambises. ¿Imaginan a Martí utilizando un nick y convocando a los cubanos a una guerra desde Tampa? No deseo mencionar a héroes posteriores, ya han sido demasiadamente explotadas sus memorias, tampoco quiero hablar de los presos que aún hoy, cuando nuestros temores sobrepasan los límites nunca conocidos, se pudren en nuestras cárceles. ¿Para qué hablar de un grupo de mujeres que vestidas de blanco marchan solas por las calles de La Habana reclamando la libertad de sus familiares?, ¿Solo un grupo de mujeres existen en Cuba?, ¿no hay hombres?, ¿no existimos hombres en el exterior? Son preguntas molestas, pero muy oportunas, no me gusta andar por las ramas.
“Cubanos por Cuba”, ante todo, ¿por cuál Cuba? Grupo organizado desde una embajada cubana, se declaran como pioneros de ese movimiento que pretende tomar protagonismo en cuanto a la representatividad de los cubanos en la diáspora. ¿A quiénes representan? Pues todo parece indicar que hablan en nombre de todos nosotros. ¡Claro!, no lo harán en el mío que tengo una posición muy bien definida ante el régimen que impera en la isla. Pero no deja de tener credibilidad que pueden ser representantes de todos aquellos que no reclaman nada y guardan silencio porque piensan en la dichosa abuelita o la visa para regresar al país. ¡Dejémonos de cuentos!
Ayer viajé desde Montreal a Ottawa para participar en una manifestación realizada frente al parlamento canadiense, dicho evento fue organizado por La Fundación Cubano Canadiense. Acudieron cubanos desde Toronto y algunas personas de esa ciudad, fuimos castigados por el frío y se hizo insoportable por el viento reinante. Éramos muy pocos, escasamente llegaríamos a la veintena, pero les manifiesto algo, fue un día muy feliz y me siento orgulloso de haber estado allí. Creo que mi militancia anticastrista se multiplicó esas horas y me avergoncé por tantas ausencias verdaderamente justificadas. Me sorprendió la presencia de personas de otras nacionalidades entre nosotros, confundí a una mujer como cubana y tuve que hablarle en inglés, me encontraba entre dos iraníes que comprenden todo nuestro dolor y fueron capaces de soportar ese frío junto a nosotros. Me sorprendió la presencia de un señor argentino de avanzada edad, mucho más informado sobre nuestras realidades y ferviente luchador por la causa de todos nosotros, la misma que no defienden muchos cubanos por ese millón de justificaciones que ya comienzan a apestar. Me nutrí de aquel espíritu de rechazo y rebeldía, me alimenté de gente que no evadía la presencia de una cámara de video o fotográfica. Nos extendimos más allá del tiempo programado y olvidamos el frío, fuimos el blanco de muchas cámaras de turistas que siempre acuden al parlamento. Éramos algo raro, piezas anacrónicas que rompían la armonía tranquila del lugar y les llamamos la atención, éramos pocos, no necesitábamos más. ¿Saben por qué? Porque cuando muchos hombres carecen de decoro, un solo hombre es capaz de tener el decoro de los demás.
Poco nos importa la vía utilizada para salir del país, estamos convencidos de la necesidad que tuvieron muchos de nuestros compatriotas en prostituirse para lograr ese objetivo. Pero no existe justificación para continuar con una vida prostituida, y mucho menos cuando se prostituye el alma del ser humano. Comentábamos en nuestro regreso a Montreal que no haremos trabajo proselitista, no invitaremos a nadie a seguir nuestro camino. Toda persona se encuentra en libertad de seleccionar su destino y elegir. En nuestro caso no se aceptan los paños tibios, desde pequeños nos educaron de una forma diferente y los tiempos imponen esas reglas del juego. La neutralidad nunca fue aceptada en Cuba, era un arma del enemigo y condenada bajo términos que ellos supieron imponer, mencionemos la “indiferencia”. Todo cubano sabe el peso que implicaba esa palabra cuando se vivía en la isla. ¿Estás o no estás? Esa es la cuestión, y por supuesto, como otras veces, resultará un análisis simplista de mi parte. Pero señores, de simplones estamos cagados y por esas razones tenemos lo que merecemos. Muy simple, te llenas de valor algún día y te rebelas, dices hasta aquí llegué, no esperes aplausos, solo la respuesta de tu conciencia, estoy convencido te hará muy feliz. ¿No estás de acuerdo? Vivimos en una sociedad democrática y nadie te puede atacar, y si lo hacen, existen tribunales para presentar demandas. Entonces, solo tienes otra opción, firmar todos esos mamotretos encabezados por un “Querido Fidel” y, cagarte en la memoria de tantos cubanos que han perdido la vida para disfrutar de esa libertad que te ofrece un suelo extraño. ¡Cubanos por Cuba! ¿Por cuál Cuba? Hablamos de dos Cubas diferentes, la que menciona al avión de Barbados y la que oculta el crimen del remolcador 13 de Marzo.
Cuando vi la foto del grupito en Ottawa, se me engurruñó el corazón.
ResponderEliminarYo no creo en la efectividad de ese tipo de actividad, pero si hubiera podido creo que habría ido aunque solo fuera por solidaridad con los que fueron.
Saludos,
Al Godar
Sucede estimado Al que parte de la tragedia de la nacion cubana es que cada uno escoge su forma de lidiar con lo innombrable, un poco por rechazo al actuar y pensar uniformente que nos implantaron en el hipotalamo y otro tanto por realizacion del ego atrapado y que machachona e inapropiadamente denominamos el uso de la libertad.
ResponderEliminarSi 4 personas en Cuba no se pueden poner de acuerdo y construir una plataforma minima que incluya lo general necesariamente incluible y un "grupito" en Canada no logra dejar de ser un "grupito" y no solo se enorgullese de eso sino que proclama que no invitaran a nadie a seguir su camino. Entonces cuando yo me preguntaba por que el mundo callaba ante el llanto de Cuba y por otra parte amenaza hasta con un boicot a los juegos de Beijing, las respuestas dolorosas vienen desde nuestra propia incapacidad de trascender la individualidad aunque querramos proyectar la nacionalidad. Un abrazo.