Gobiernos auspiciadores del terrorismo
Por Saúl Hernández Bolívar
Lo grave del caso de ‘Raúl Reyes’ no es la supuesta ‘violación de soberanía’ sino que Ecuador y Venezuela auspician el terrorismo de las FARC.
Marzo 4 de 2008
Los acontecimientos de las últimas horas en Colombia han tomado un giro inesperado: de la buena noticia de haber abatido a ese criminal despiadado y sanguinario que era alias ‘Raúl Reyes’, el segundo al mando del grupo terrorista de las Farc, se pasó a las tensiones de un posible conflicto regional entre Colombia y sus vecinos Ecuador y Venezuela —cuyos gobiernos auspician el terrorismo como se sospechaba desde hace largo rato y como ahora ha quedado en evidencia—, ante los reclamos airados de Hugo Chávez y Rafael Correa por la ‘violación de la soberanía’ del Ecuador durante el operativo militar que dio cuenta del terrorista.
Los sucesos desencadenados por la muerte de ‘Reyes’ van de lo más absurdo a lo verdaderamente insólito. El Gobierno colombiano informó, desde el comienzo, que el terrorista había sido abatido en territorio ecuatoriano y su campamento bombardeado por la aviación militar. Se informó que, acto seguido, unidades terrestres penetraron la frontera y tomaron su cadáver para evitar que la guerrilla negara la muerte del cabecilla, como es costumbre, además de documentos y cuatro computadores. Eso le informó el Presidente de Colombia a su similar de Ecuador, y fue divulgado ampliamente por los medios de comunicación, la mañana del sábado. En un principio, Correa aceptó la explicación y se limitó a decir que su gobierno investigaría los hechos. Fue Chávez, en la tarde, quien calificó la acción como una violación de la soberanía y advirtió que si eso llegara a pasar en Venezuela sería ‘casus belli’, causa de guerra. Lo del domingo fue peor. Correa salió a vociferar que, en efecto, se había presentado una flagrante violación de la soberanía del Ecuador, y coincidió con Chávez al afirmar que no había sido un combate sino un “cobarde asesinato”; que a ‘Reyes’ lo habían sorprendido dormido y que Colombia debió informar al Ecuador para que sus fuerzas capturaran al delincuente. De forma inconcebible, extravagante y asombrosa, Chávez —y su corte— le brindó un minuto de silencio en homenaje al compañero caído y lo tildó de “buen revolucionario” cuando ninguna víctima de las Farc le ha merecido, a ese gobierno, la menor consideración. Los responsos fueron acompañados desde Nicaragua por su presidente, Daniel Ortega.Luego vinieron las decisiones conjuntas contra Colombia. Chávez movilizó diez batallones a la zona de frontera, ordenó alistar los aviones de combate Sukhoi —sus nuevos juguetes— y cerró la embajada en Bogotá, notificando a todo su personal que debían regresar de inmediato. Correa no se quedó atrás: envió tropas a la frontera con Colombia, llamó a consultas a su embajador en Bogotá y expulsó al embajador de Colombia en Quito. A eso se sumó después el coronel golpista, expulsando de su país a la delegación diplomática colombiana. Como colofón a estos insucesos, el lunes, varios gobiernos de todo el mundo mordieron el anzuelo y criticaron la acción de Colombia pero pasaron por alto el meollo del asunto: el hecho de que ‘Raúl Reyes’ durmiera a pierna suelta en Ecuador, lo que constituye la prueba reina de que ese país alberga terroristas. De ese hecho ya existían más que sospechas; el mismo Luis Eladio Pérez, uno de los secuestrados (por casi siete años) que las Farc liberaron la semana anterior, relató que la guerrilla lo tuvo un tiempo en ese país, y que la comida era ecuatoriana, la dinamita era ecuatoriana y la munición era ecuatoriana. Eso no lo venden en la tienda de la esquina. Pero, además, en las fotografías y videos que se han conocido del campamento donde fue abatido el terrorista se puede apreciar que este no era un refugio pasajero. Las características de su construcción demuestran que era un albergue permanente de varios meses de construido y en el que se sentían seguros, precisamente, por estar ‘fuera del alcance’ del Estado colombiano. Tras los actos terroristas de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York, el Derecho Internacional prevé mayores esfuerzos contra el terrorismo que trascienden, incluso, la integridad territorial de un país, eso es secundario.
El operativo realizado por el Ejército y la Policía de Colombia se desarrolló en un área selvática donde no hay infraestructura de ningún tipo ni civiles ecuatorianos que pudieran ser víctimas ‘accidentales’. En esos campamentos sólo había criminales colombianos que martirizan a sus compatriotas y corren a resguardarse en territorios vecinos, ahí sí violando la soberanía, ingresando de manera ilegal porque ni siquiera los gobernantes de esos países tienen fuero constitucional para otorgarle patente de corso a los delincuentes de naciones vecinas. No habiendo posibilidad, entonces, de provocar ‘daños colaterales’, se ejecutó una operación limpia en la que además no había intención alguna de permanecer en el territorio extranjero o de sustraer su dominio. De hecho, la operación sólo duró 14 minutos y ni siquiera se intentó ocultarla. En esto, en su carácter transparente, el Gobierno colombiano ha sentado cátedra, ha actuado siempre con la verdad —como se demostró en el caso del niño Emmanuel— en tanto que las Farc y sus amigos siempre han mentido. Basta recordar las palabras de Hugo Chávez en una visita a Colombia en 2004: “No apoyo ni apoyaré jamás a la guerrilla colombiana, ni a movimiento subversivo alguno contra gobierno democrático alguno. Les juro por Dios y mi madre santa (…) que si yo apoyara la guerrilla no tendría cara para venir aquí a Cartagena”(ver http://www.youtube.com/watch?v=6sEWDlTirWU ).
Las fuerzas de Colombia podrían haber sacado sin afanes todos los cadáveres, haber vaciado el campamento y limpiado la zona, para luego armar un escenario de guerra en territorio propio y señalar que ‘Reyes’ fue abatido en Colombia. En ese caso, Ecuador tendría que haber guardado total silencio porque lo contrario sería reconocer su complicidad. ¿Por qué el gobierno de Uribe no actuó así? Es cuestión de convicciones, el gobierno colombiano prefirió hacer las cosas al derecho, aunque Maquiavelo hubiera recomendado otra cosa. Dirán algunos que también se pudo o se debió recurrir a las autoridades ecuatorianas, pero la verdad es que habiendo tantas dudas sobre su neutralidad eso habría sido frustrar un éxito contra el terrorismo y a esta hora seguiría ‘Reyes’ cometiendo crímenes contra los colombianos. Lamentablemente, es obvio que Ecuador no está reclamando por un par de árboles caídos —por las bombas— sino por los terroristas que protegía en su territorio, actitud que debería ser castigada por la comunidad internacional.
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