lunes, febrero 11, 2008

LOS MIEDOS DE LA NOMENKLATURA/ Dr. Eugenio Yáñez-Think Tank

A menos de dos semanas del 24 de Febrero, cuando comenzará una nueva legislatura del llamado parlamento cubano, donde será re-elegido Fidel Castro como titular de todos los cargos disponibles para él, la élite se sigue comportando como si no se diera cuenta que el barco se está hundiendo, irremisiblemente, y que no hay ni canastas para tratar de sacar el agua que entra a chorros.

Parte de la prensa internacional se embobece tratando de descifrar las incoherencias de Mariela Castro, como si el drama cubano fuera de carácter homosexual, mientras la nomenklatura de segunda línea, carente de neuronas y hormonas, sigue como corredor en primera base, buscando señas para la próxima jugada, no vaya a ser que…

Paradójicamente, no es “el imperialismo yanqui”, ni mucho menos “la mafia de Miami” quien está planteando el reto más serio a la farsa de “Fidel-se-está-recuperando-y-vamos-a-cambiar-todo-lo-que-deba-ser-cambiado”, sino una masa pensante y decepcionada, que quiso o quiere creer en “el modelo” revolucionario que se desinfla por días.

No fue un connotado batistiano (virtual, pues de ser real tendría ochenta años o más), o el nieto de un terrateniente, sino un joven estudiante cubano, de “un pueblo que es tal vez de los más atrasados de Cuba, yo soy del campo de Puerto Padre, de Las Tunas”, con toda seguridad militante, y “líder” de un grupo llamado “Proyecto Vigilancia Tecnológica y Política”, que “se dedica al monitoreo constante de internet, la emisión de reportes y combate como tal en esta área”, quien hace pocas semanas, en una asamblea con miles de estudiantes, hizo preguntas que conmocionaron a la nomenklatura.

Ricardo Alarcón había querido hacer gala, semanas antes, de profundidad filosófica y larga mira, respondiendo a preguntas de dos periodistas amaestradas de “Juventud Rebelde” sobre la democracia en Cuba: jugando sin adversarios es fácil ganar. Y después de un encuentro con estudiantes de Ciencias Jurídicas se fue a este otro con los de la Universidad de Ciencias Informáticas, los “hackers” electrónicos que ahora controla el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés.

Ahora fue este “guajirito” de Las Tunas, nada tonto si es líder del mencionado Proyecto de Vigilancia, quien le entra al tema de la libertad de viajar no mencionando a Hialeah ni la Calle Ocho, sino viajar a las pirámides de Egipto para aprender historia, o al lugar donde cayó Che Guevara en Bolivia. Y además, no pidiendo que el régimen le pague el viaje con dinero solo disponible para la élite sino dinero ganado “sembrando ajo” en esos campos de Las Tunas de donde viene.

No lo dijo, pero podría haber alegado también que quisieran visitar el lugar de donde partió el yate Granma (México), donde peleó el Ché en África (Congo), donde comenzó la Revolución de Octubre (Rusia), donde José Martí organizó el Partido Revolucionario Cubano (Estados Unidos), donde se llevó a cabo “La Toma de La Bastilla” (Francia), la tierra natal de Máximo Gómez (República Dominicana) o lugares de exilio o presencia de Antonio Maceo (Honduras, Jamaica).

Como la respuesta clásica “para-desenmascarar-al-enemigo-mercenario-al-servicio-del-imperialismo” no era aplicable en este casos, el inefable Ricardo Alarcón tuvo que recurrir a argumentos risibles y ridículos: era un problema de congestión del espacio aéreo, de mucha gente viajando a la vez, de control del tráfico aéreo, aduanas y aeropuertos. De lo contrario, parece, los cubanos podrían viajar libremente.

De manera que si, por ejemplo, el 5% de la población cubana que solicitó planillas para obtener visa estadounidense y emigrar con carácter permanente, o los sembradores de ajo que quisieran conocer las otras Siete Maravillas del Mundo (porque la primera es la Cuba castrista), organizaran semáforos aéreos y servicios de policías de tráfico celestiales, una salida del país solo dependería de obtener la visa correspondiente.

El susto ha sido tanto, que el régimen, tras un par de semanas de estupor, ha comenzado a contraatacar con retraso: ahora aparece un personaje extra-terrestre en Juventud Rebelde, del cual no se publica la foto en una página digital que recuerda a una revista del corazón, con un artículo que titula “El fantasma de la tontería ‘informa’ sobre Cuba”, donde plantea joyas periodístico-literarias como la siguiente: “¿Es que en Cuba no ha existido nunca el debate? Desde luego que es ridículo para los cubanos escuchar semejante afirmación”.

Y para defender sus profundos argumentos se enreda en problemas conceptuales: “Está por otro lado la creencia del pensamiento liberal burgués de que en la discrepancia, la confrontación, el enfrentamiento y la inestabilidad de los sistemas están las fuentes de su desarrollo, lo cual para nada tiene que ver con la visión dialéctica de que la estabilidad y desarrollo de los sistemas radica en la unidad y lucha de sus fuerzas internas, en la negación de un estado de cosas que niegue al anterior, dentro de una espiral de transformaciones cualitativas y cuantitativas que sostenemos los que nos adscribimos al pensamiento revolucionario marxista”. ¿Cuál es la diferencia entre una cosa y otra? ¿Sabrá este iluminado que está recurriendo a Guillermo Federico Hegel para tratar de justificar el totalitarismo cubano? Y como no conoce ni de lo uno ni de lo otro, solamente logra emborronar cuartillas.

Ahora rodó la noticia de que “El Necio” Silvio Rodríguez se redescubre vikingo a sí mismo, y quiere invadir y conquistar América “desde el sur”, donde parece que ya la era no está pariendo un corazón. Y se va para Santiago (de Chile, no de Cuba)después de darse un supuesto baño de rosas cantando a los presos que él mismo, como diputado, contribuyó con su silencio a encarcelar en la Primavera Negra. Y se va para Chile, no “fusil contra fusil”, sino a disfrutar la vida con sus muy proletarios dólares ganados en período especial: “Eso no está muerto, no me lo mataron, ni con la distancia ni con el vil soldado…”. Días después, Juventud Rebelde desmiente la noticia, a partir de una supuesta broma por el Día de los Inocentes. Si es cierto o no, eso es menos importante que el hecho de que si muchos se lo pueden creer es porque el entorno está maduro para ese tipo de noticias.

Y el ilustre Abel Prieto, miembro del Buró Político y Ministro de Cultura, asegura ahora que no ve con malos ojos el matrimonio homosexual. Y afirma que no hay “la menor posibilidad” de que los errores del pasado se vuelvan a repetir en Cuba, sin explicar como conjura esa posibilidad. A menos que sea un birlibirloque para decir que solamente se repetirán los errores del presente.

Y declara tranquilamente que “cada día va a ser más ridículo que alguien diga que lo persiguen aquí por sus ideas”. Pocos años antes, de visita en España pocos días después de los juicios sumarísimos de la Primavera Negra, declaró que esos opositores pacíficos detenidos, si vivieran en otros países, amanecerían en una cuneta a la orilla del camino con una bala en la cabeza. Si esta técnica del Ministro del Cultura se comienza a aplicar masivamente, evidentemente que nadie en Cuba podrá decir que lo persiguen por sus ideas políticas: quien está en una cuneta con una bala en la cabeza no puede hacer declaraciones.

Pocas veces en la historia de la infamia se había visto tanta estulticia e ignorancia a la vez en una misma nomenklatura: tras décadas diciendo que ya los cambios se habían hecho al hacer la Revolución, de pronto resulta que dicen que hay que “cambiar lo que deba ser cambiado”, y llaman a un debate que se les empieza a ir de las manos, y entonces aseguran que todo está muy bien, que lo que ahora se debate se ha debatido siempre y no es nada nuevo.

De las tenebrosas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) al matrimonio homosexual, del hundimiento del remolcador “13 de Marzo” a la libertad de viajar limitada solamente por el congestionamiento aéreo de Alarcón, del “tengo lo que tenía que tener” al apartheid contra cubanos en hoteles y playas, de acuerdo a la versión edulcorada del régimen y sus corifeos en la prensa-propaganda, nada ha cambiado, o casi nada, “que no es lo mismo, pero es igual”: todo es maravilloso.

Ricardo Alarcón respondió al estudiante de Ciencias Informáticas que él mismo, Alarcón, cuando tenía la edad del estudiante, tampoco había ido a Varadero ni a Tropicana: puede ser cierto o no, pero es irrelevante. Lo importante, y que Alarcón no mencionó, es que si no lo hizo sería por cualquier razón, menos porque el gobierno de la “seudo-república” se lo impidiera.

El régimen y sus acólitos se van quedando cada vez más sin argumentos, el encantador de serpientes ya no puede tocar su flauta, y ya el disco rayado no emociona ni enternece a nadie: los cubanos comienzan a temerle más a la vida que a la muerte, y comienzan a preguntar directamente y sin tapujos, pero de manera inteligente y mordaz. Muchos no quieren “irse” fuera de Cuba, sino encaminar su país, sin la plaga de oportunistas y farsantes que les gobierna.

Inteligencia, precisamente, es lo que le falta al régimen, descontando los servicios de inteligencia. No por gusto le dan mucho más peso a la contra-inteligencia. Y sin saber que hacer, miran (es un decir) hacia el Comandante, que mientras tanto “reflexiona” sobre etanol, submarinos ingleses, calentamiento global y amenazas termonucleares.

Los acólitos y corifeos saben que se van quedando “agarrados de la brocha” al faltarles la escalera del Comandante. Y aunque parece que bailan, en realidad los movimientos de sus piernas son “pataleos de ahorcado”: tienen miedo. Contaban con los dineros de Chávez y la abulia nacional, y ambas cosas se van agotando al mismo tiempo, sin resultar causa-efecto.

Los diputados y sus secuaces tienen que re-elegir al Comandante en Cama, a sabiendas de que será el empujón final que los precipitará al abismo a todos ellos: pero aún así saben también que eso es menos peligroso para su propia salud que votar en contra, o incluso abstenerse.

Defenderán el inmovilismo llamándolo Revolución. Y la ineficiencia achacándola a la maldad “del enemigo”. Y la desvergüenza con el nombre de moral revolucionaria. Y la dictadura como democracia socialista del siglo XXI.

Hablarán y hablarán hasta que un seguroso, no un Rey, les diga: ¿Por qué no te callas?

Nunca podrán oponerse seriamente a un joven estudiante de Ciencias Informáticas cuando plantea: “creer verdaderamente en algo implica conocerlo todo o casi todo y tener una perspectiva del futuro inmediato de lo que puede pasar con eso a lo que uno está defendiendo, a lo que uno está contribuyendo”.

Mucho menos responderle a otro que pregunta: "El mismo Fidel, un hombre de una visión preclara, que todos sabemos la visión que tiene, -de eso ni hablar-, está llamando a ejercer el voto unido, y ¿qué sucede cuando él esta llamando a ejercer el voto unido y tu conciencia te está instando a otra cosa? Traducción pura y dura: No creo en Fidel Castro.

Y para la pregunta real, la única importante, de todos los cubanos “¿hacia dónde vamos, cuál es la perspectiva del futuro inmediato?”, ni la nomenklatura, ni la élite, ni el régimen tienen respuesta.

El único que las tenía, aunque no fueran ciertas, sabiendo que mentía, ya no puede hablar: solo "reflexionar" por las tardes. Y, cual faraón egipcio, quiere ser enterrado con toda su corte alrededor.

Los cubanos se han ido dando cuenta de que el rey está desnudo. La caricatura que va quedando del régimen no tiene respuestas. Tiene miedo. Y la élite, individualmente, también. El escozor en la columna vertebral les hace sentir frío en un país tropical como Cuba. Individualmente, los habrá muy valientes y dispuestos a morir rodilla en tierra, pero políticamente saben que es un callejón sin salida: los gritos que lanzan no son de combate, sino de temor, para sentirse agrupados.

El 24 de febrero se comportarán como si estuvieran confiados en el futuro luminoso. Hablarán de los mambises y la independencia de Cuba. Re-elegirán al gran culpable en su lecho de muerte entre aplausos y loas. Y a una camarilla políticamente jurásica, con pocas renovaciones de amanuenses amaestrados. Se pondrán de pie, emocionados. Cantarán el Himno Nacional. La prensa-propaganda lo propagará a los cuatro vientos, y la izquierda visceral lo repetirá hasta el aburrimiento en el ciberespacio. Nada nuevo bajo el sol.

Y después, cuando termine el circo y se queden solos, en sus casas, sentirán más miedo todavía.

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