lunes, noviembre 05, 2007

La "hipotesis" conspiratoria de César Reynel Aguilera

Cesar Reynel Aguilera ha publicado en "penultimos dias" un articulo donde expone suscintamente su teoría conspiratoria.

Dado la escasez de trabajos teorico-conceptuales y/o estrategicos sobre el tema cubano, el trabajo de Cesar es bien recibido, y se enmarca en los esfuerzos por articular la "Teoria Cuba de la pre y post transicion castrista". Sin dejar de ser bien inquientate y motivador, el texto de Cesar no rebasa el nivel anecdotico-especulativo requerido para alcanzar un nivel de teoria [1]. El aspecto conspirativo de la "teoria" [2] se suma a una larga lista de "teorias conspirativas" que abarcan un amplio espectro de las inquietudes humanas, muchas de ellas ubicadas en lo politico-social.

El que tenga la mas ligera duda acerca de la componente conspirativa en el "motor historico", le recomiendo que se lea el primer manualito de historia que encuentre en un puesto de venta de libros usados. Por ello se agradece a Cesar llamarnos la atencion sobre los aspectos estrategicos y geopoliticos globales de la transicion cubana.

César Reynel Aguilera
http://penultimosdias.com/2007/11/04/mi-teoria-conspiratoria/#comment-10650

La transición ya se negoció a principios de los noventa. Con Clinton electo (y tras el brindis que los Castros hacen cada vez que los americanos eligen un demócrata) partieron los emisarios de La Habana hacia EE UU. Unos emisarios que probablemente los republicanos ya habrían solicitado con anterioridad; quizás durante las negociaciones de la paz angoleña. Alrededor de esa fecha es posible que algunos analistas gringos se hayan acercado a los representantes de La Habana y hayan pedido, con humildad, considerar la posibilidad de un Mate en dos. Los argumentos para esa consideración pueden haber sido tan sólidos como un análisis real de la economía castrista, pruebas contundentes de la implicación de ambos hermanos en el narcotráfico, predicciones sobre el poder creciente de los cubano-americanos dentro de la política estadounidense, la vulnerabilidad del ejercito y la inteligencia castrista después de la Causa 1 del 89, y, ¿por qué no?, el destape de las cuentas secretas que los hermanos manejan por el mundo.Con esos argumentos en mente (y otros que ahora no alcanzaríamos a imaginar) los Castro deben haberse sentado a discutir el “dos” del mate. No dos años. No dos mandatos presidenciales y mucho menos dos quinquenios. Mate en dos décadas. O sea, mate biológico; pero con el compromiso de que quien viniera después de Castro I, lo haría con instrucciones precisas de iniciar la transición. Ese debe haber sido el pacto. Y la idea de ambas partes -detrás de ese compromiso- debe haber sido evitar, a toda costa, la haitianización de Cuba. Para Castro I el gran triunfo sería morirse en el poder. Para el sucesor, la garantía de un acuerdo garantizado por la continuidad de las decisiones y acuerdos presidenciales en la política americana. Para los americanos, reducir la probabilidad de un baño de sangre entre cubanos, ahorrarse cualquier tipo de intervención militar en la isla, evitar una ola migratoria de gran magnitud y controlar el narcotráfico a través del estrecho de la Florida. Además de una presencia en la transición anterior a la de los europeos (protagonismo español incluido).La ventaja para ambas partes sería tener un protocolo preestablecido, el cual haría innecesario o minimizaría cualquier contacto o intercambio alrededor de la transición, de forma tal que los grupos de poder -dentro de Cuba y USA- no tendrían motivos para dejar correr sus paranoias, y/o reclamar presencias que darían al traste con el precario equilibrio de poderes durante la transición.
Los compromisos americanos serían (entre los que se me ocurren):
-Ayudar a la descompresión de la olla castrista con el otorgamiento de visas y con la tolerancia de cualquier ola migratoria de baja intensidad (como la del 94).
-Seguir hablando de bloqueo pero permitir, de alguna forma, la venta de productos americanos a La Habana.
-Reducir al máximo los ataques legales y/o morales sobre los Castro.
-Hablar del perdón a los militares.
-Controlar los elementos extremistas del exilio.
-Crear un mecanismo para que cualquier ayuda económica a la transición sea, o parezca, un esfuerzo internacional y no de los cubano-americanos.
-Minimizar el revanchismo de primera hora.
-Promover como líderes o figuras visibles de la transición gente sin grandes cuitas pendientes, de preferencia jóvenes con discursos conciliatorios e, idealmente, con alguna filiación religiosa (católica o protestante).
Los compromisos de los Castro serían:
-No matar opositores pacíficos, lo cual significa (en la jerga que los tiranos entienden) garantizar que los opositores no sufran “accidentes” o muertes inesperadas (cánceres de ahorita para luego, infartos sin historia de cardiopatía isquémica y esas cosas).
-Dejar que al ejército se le oxiden los cacharros sin comprar nuevos.
-Renunciar al desarrollo de la energía nuclear.
-Renunciar al narcotráfico en gran escala.
-Renunciar al modelo chino, usarlo sólo como elemento retórico mientras abren las puertas, paso a paso, a las inversiones cubano-americanas.
-Controlar a los talibanes caribeños, o sea, dejar que los Felipitos y compañía se “quemen” diciendo sandeces mientras los Lages estudian el paso a la economía de mercado.
Bajo la escasa luz de esta teoría conspiratoria podría entenderse la quietud de Clinton ante el hundimiento del remolcador “13 de marzo”, la crisis del 94, el asesinato de los pilotos de Hermanos al Rescate y el affaire Elian. Podría explicarse, también, la persecución de Posada Carriles y sus acólitos, el aumento inesperado de las ventas de productos americanos de primera necesidad a La Habana y, vivir para ver, los obituarios del gobierno reconociendo a Castro I como un “excelente”, “infatigable”, o algo así, adversario político.Al mismo tiempo, y más importante aún, esta fantasía permite otorgar coherencia a las acciones de los Castros en los últimos meses. Revivir el Pavonato y dejar que los “intelectuales” se alebresten, dar un discurso donde se habla de la posibilidad de un entendimiento con los americanos, llamar a la población a expresar sus opiniones y, finalmente, ordenar la transmisión parcial del último discurso del presidente Bush son acciones que parecen estar encaminadas a alcanzar dos objetivos fundamentales: Uno, empezar el proceso de aislamiento de los talibanes sin tener que recurrir a los opositores o a los miembros de la nomenclatura (que las masa y los “intelectuales” se encarguen del asunto). Dos, enviar señales al gobierno americano de que el sucesor de Castro I está a bordo de los compromisos contraídos con Clinton. El reciente discurso de Bush, a su vez, reconoce el respeto de Castro II a las premisas básicas del compromiso contraído con anterioridad a su mandato; y, por tanto, quiera o no el presidente, adelanta el gesto que el adversario espera. Hay un espacio para los militares en la Cuba del futuro, y este es el perfil de los opositores que preferimos para la transición.Si esta teoría es acertada, los apocalípticos van a perder la partida. El precio a pagar será que casi nadie obtendrá, de inicio, lo que espera de la transición, pero una inmensa mayoría disfrutará, al menos, el amargo placer de sacrificar justicia para obtener paz. Si estoy equivocado, entonces es mejor llamar a María, para que nos proteja, o para que no se pierda lo que va a suceder.

César Reynel Aguilera
Montreal

Referencias:
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Teoria#Ciencias_sociales
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_conspirativa

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