General, escuché detenidamente su último discurso del 26 de julio durante el 54 aniversario del asalto al cuartel Moncada y me voy a tomar la libertad de hacerle algunas observaciones. Estoy seguro de que ninguno de sus actuales colaboradores se las haría con la honestidad y sinceridad con que se las hago. ¿Por qué? Por diferentes razones. Pero la primera y más importante es porque no tengo la presión que tienen los que le rodean de decirle con toda sinceridad lo que piensan. Una idea, una expresión, una critica al sistema económico y político por leve que sea saben que puede costarles el cargo, la posición y el poder. Y esto, como se conoce en el argot nuestro, es la papeleta para el Plan Pijama y la conversión en una no persona.Creo que lo más importante de su discurso ha sido el ramo de olivo tendido nuevamente a Estados Unidos. Indudablemente la actual administración no moverá un dedo en ese sentido. Ni ellos mismos pueden explicar por qué negociaron con los chinos y los vietnamitas y no con Cuba. Pero ese es otro tema complejo que tiene que ver más con la política domestica que la exterior.Usted tiene que haber visto el debate por televisión de los candidatos demócratas a las elecciones primarias, especialmente las diferencias entre Barack Obama y Hillary Clinton en cuanto a negociar con gobiernos hostiles. Todo parece indicar que de una forma u otra existen posibilidades de que este camino se abra, pero no piense que discutiendo en pie de igualdad el prolongado diferendo signifique un apoyo norteamericano al sistema imperante en Cuba.Como usted mismo reconoció el sistema no funciona y, hablando sin tapujos, usted sabe que no funcionará jamás. La practica lo ha demostrado así. El propio Carlos Marx en sus tesis sobre Feuerbach dijo claramente: ''El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento'', y la práctica nos ha demostrado, compañero ministro, que el colectivismo en el mundo ha sido un rotundo fracaso.Alrededor de usted hay muchos cuadros jóvenes, inteligentes y capaces que pueden abrir una nueva era sin necesidad de comprometer la soberanía del país. Ni ellos ni ningún otro dirigente a cualquier nivel hará lo que usted pide de ''identificar con precisión y valorar con profundidad cada problema para enfrentarlo con los métodos más convenientes'' porque el mismo engranaje y rigidez del sistema los obliga a actuar con un doble estándar.Todos esos problemas económicos a los cuales les dedicó la mayor parte del discurso los puede resolver levantándoles el bloqueo a los cubanos de la isla, dándoles el derecho a la propiedad sobre los medios de producción. Devolver ese derecho inalienable a nuestros ciudadanos no es ninguna claudicación de los principios revolucionarios. Al contrario, es una reafirmación de que todavía al hombre que fue a vencer o a morir en el Moncada le queda el coraje de reconocer y rectificar errores.Ese mismo día, compañero ministro, se acabarán los dolores de cabeza de la distribución de leche y será el comienzo de la solución de los gravísimos problemas que hoy confronta toda nuestra sociedad. Y ese mismo día también, la administración norteamericana que le toque negociar con Cuba tendrá el punto de partida para comenzar el levantamiento de sanciones.Déjeme contarle una corta historia. Estados Unidos en diez años de guerra contra Vietnam al costo de decenas de miles de muertos, centenares de miles de heridos y mutilados, centenares de aviones derribados y gastos que superaron los 150 billones de dólares de aquella época sufrieron la derrota más humillante de su historia. Los vietnamitas ganaron la guerra, unificaron el país y mantuvieron el mismo régimen y el mismo sistema hasta que un día un general de apellido Mercado hizo su aparición.Los norteamericanos en lugar de enviar bombarderos B-52 cargados de bombas comenzaron a venderles aviones de pasajeros, en lugar de arrasar plantaciones con defoliantes de agente naranja, iniciaron joint ventures para incrementar la producción de arroz, en lugar de los embargos comenzaron los créditos, las franquicias, la asistencia tecnológica y sin mucho aspaviento los vietnamitas soltaron el ropón azul que usaba todo el mundo y comenzaron a usar jeans, dejaron de comer gusarapos en las cunetas como los vi yo en Hanoi para sentarse en restaurantes de comida rápida, cambiaron las bicicletas por motos y casi sin reponerse comenzaron a cambiar las motos por autos y, para no cansarlo, ahora, en este preciso instante, hay ya mas de 170 empresarios millonarios en Vietnam, además de un presidente muy orgulloso de ellos que en su primera visita a Estados Unidos fue primero a visitar a su amigo el general Mercado en el NYSE de Wall Street antes que a George Bush en la Casa Blanca. A esto es a lo que Carlos Marx llamaría sin reserva una demostración de la verdad, de la realidad y el poderío, de la terrenalidad del pensamiento humano.Yo no pertenezco a ninguna organización del exilio ni a ningún partido político norteamericano. No tengo nada que reclamar en Cuba y mi sola aspiración es ver a nuestro pueblo salir del callejón sin salida en que se encuentra.Compañero ministro, usted tiene los mecanismos y el poder para cambiar la situación de Cuba. Vuelva a ser revolucionario. Para ello le cito la primera frase de las mismas palabras de Fidel que usted mencionó en su discurso: ``Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado''.Aplique el pragmatismo que siempre lo ha caracterizado. A los 76 años la biología le puede jugar una mala pasada y un barco sin timonel puede terminar en un terrible naufragio.
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